El fin de año pronto llegó. No fue el año tranquilo que esperaba, pero debía admitir que había sido… interesante.
Ahora mismo estaba por llevarse a cabo la reunión anual de padres, tutores y alumnos como celebración por el fin del año e inicio de uno nuevo. Me encontraba emocionado porque mis padres asistirían, era la primera vez en cuatro años que vendrían a acompañarme.
Me alisté en la habitación del dormitorio, me puse mi trajecito hecho a la medida y acomodé el moño en el cuello. Franky me ayudó y yo a él. Estábamos tan felices que nada podía arruinarnos la noche.
En cuanto llegamos al salón, visualice a mis padres en el fondo, la gente los reverenciaba al pasar y atrás de ambos venía mi hermano. Trague saliva, Donovan no era afectuoso conmigo, pero igual era mi ejemplo a seguir. Me acerqué con paso regular y buenos modales.
—Excelente noche, sus majestades —dije con una reverencia, pude escuchar de fondo exclamaciones de ternura, claro que yo era carismático y un príncipe excepcional.
—Hijo mío. —Sonrió mi madre, quien me tendió la mano y yo se la tomé.
Camine a su lado por toda la sala. Hoy daría mi presentación de piano, quería que padre y madre estuvieran orgullosos de mí por mis magníficas dotes artísticas, así como lo estaban de Donovan por ser el heredero, esperaba que me miraran de la misma manera, a mi modo, como segundo príncipe del reino.
La noche paso tranquila, algunos papás, miembros de las grandes empresas o secretarios del gobierno saludaron a mis padres.
Yo no cabía más de la felicidad. Miré a mi alrededor, la mayoría de los papás estaban presentes, incluso los de Victoria los veía aquí y conviviendo con madre, sin embargo, a ella no la vi.
Al fondo, encontré a Vicky consolando a Stella, sus padres no habían asistido, ni siquiera sus tutores.
Rondaba sola en un rincón con su vestido color azul y un moño del mismo tono en el pelo. Lucia triste, de esa manera no podía disfrutar hacerla sentir mal por no saber tocar un instrumento.
Pronto anunciaron que tomarían la foto grupal. Nos reunieron con nuestros padres, era la primera vez que unos reyes de Saltori saldrían.
¡Qué emoción!
Miré a todos con sus familias, menos a Stella, que yacía sola y apagada en una esquina.
—Príncipe Dorian, por aquí. —El camarógrafo me sacó de mis pensamientos— Al lente por favor.
Giré para sonreír a la cámara. No debía desconcentrarme, era mi noche. Después de que tomarán la foto, mi hermano se aceró a mí para susurrarme algo al oído.
—Creí que eras más inteligente.
Se enderezó y siguió con su camino. Claro que lo soy, como él. ¿Cometí un error? Una vez más me recordé que no debía pensar en eso.
Antes de hacer las demostraciones, acudí a la sala de ensayo. Daría una última práctica a la canción. Un piano grande yacía a mitad de salón, me aseguré que ya no estuviera nadie, quería que mi elección musical fuese sorpresa, porque esperaba sorprender a padre y madre y que todos me alabaran como hacían con Donovan.
Así que me acomodé en el taburete y empecé a calentar mis dedos. Después de un par de ejercicios, comencé la canción. Una balada lenta pero rica, musicalmente hablando. Era la favorita de madre, así que esperaba que le encantará.
Me dejé perder en el sonido de las teclas después de ser tocadas por mis dedos. De verdad lo estaba disfrutando hasta el final, cuando alcé la mirada y encontré a Stella del otro lado del piano, entonces me detuve.
—Perdón —dijo con un hilo de voz—. Se escuchaba muy bonito.
Me acomodé el traje y tragué saliva.
—Gracias —mencione después de una pausa, ¿Por qué no me salían las palabras?
—¿Te molesta si me quede un rato más?, aún no quiero volver.
Stella se abrazó a sí misma, la observé mejor, tenía los ojos llorosos y la nariz roja. Era obvio que estuvo llorando, me preguntaba si era porque sus padres no habían asistido. No tenía ganas de pelear y por cuarta vez me repetí que esta era mi noche. Asentí.
Ella pareció sonreír aliviada.
—Pero no me desconcentres —amenacé.
Meneo la cabeza. Vaya, sí que se sentía terrible.
De nuevo, empecé la canción, iba a practicar dos veces antes de salir, Stella se acomodó a un costado del piano y me observó tocarlo.
Por extraño que fuera, me sentía cómodo con su compañía, mientras ella me veía, yo disfrutaba de esta inusual confianza. Me miro… de una forma especial.
Procure no verla y concentrarme en las teclas. Tras terminar de tocar ella sonrió, estaba por decir algo hasta que escuchamos pasos.
Entonces se echó a correr y se ocultó tras las cortinas del salón.
—Ahí estás —me dijeron, era Donovan.
Mi hermano y heredero al trono, era más alto, delgado y compartíamos el color de cabello castaño oscuro.
—¿Es hora de presentarme? —pregunté emocionado.
—No.
Lo miré confundido, ¿por qué venía con la misma energía que antes? Como si estuviera molesto o incómodo.
—Dime una cosa, ¿Por qué haces todo esto?
—¿Qué cosa?
—Esto —señaló Donovan el piano—. Querer demostrar que eres mejor. Solo eres un niño, disfruta tu infancia.
Me quedé callado, no sabía qué quería decir.
—Oh vamos, sé que eres más inteligente de lo que aparentas y más de lo que te conviene. Pero voy a dejarte algo en claro. ¿Quién es mayor aquí, tú o yo?
—Tú —respondí temeroso, me asustaba cuando Donovan actuaba así.
—Exacto, así que, por tu bien pequeño hermano, quédate en tu lugar como el segundo en todo. —Se inclinó a mí y me tomó por el hombro, no sabía que estaba temblando hasta que estuvo demasiado cerca— Yo soy el heredero, tú no. Yo soy más grande, tú no. Yo debo ser mejor, siempre y tú no. No lo olvides, si brillas lo único que vas a ocasionar van a ser problemas en el reino. Tu pequeña mente no lo entiende, pero más vale que la fuerces a que lo haga. No importa que, tu lugar es siempre ser la segunda opción. Sé que quieres impresionar a papá y a mamá, pero ríndete, no te van a querer más. No querrás arrebatarle la atención a tu hermano, el heredero, ¿o sí?
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Editado: 12.08.2025