La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

39. Stella

Parte 2. Explorando sentimientos.

Stella. 13 años.

Mis compañeros ya llevaban varias horas dando vueltas por todo el campo, la mayoría ya tenían el rostro enrojecido y otros pedían agua. Varios incluso se habían quedado atrás, pero como siempre, Dorian destacaba por encima de todos tal cual el “niño prodigio que era” y sí, iba con la cabeza bien en alto, como diciendo “Mírenme, soy el mejor”.

Vicky se acercó lenta, le sonreí desde mi lugar.

—En cuanto termine —comentó jadeante al pasar por donde yo—, iremos por un helado, uno grande, lleno de chocolate y lo disfrutaré como nunca.

—Mientras tanto, siga corriendo señorita —El profesor pito su silbato—. Dos vueltas más.

Durante los siguientes años, nuestra rivalidad no había disminuido. Yo seguía siendo la extranjera y el resto de mis compañeros, si bien no me odiaban, tampoco me tenían en consideración.

La semana pasada me había torcido el tobillo mientras estaba en clase de activación física, razón por la que hoy solo observaba y apoyaba al profesor con los materiales.

Escuche los quejidos de mis compañeros.

—¡Miren a su alteza! Sigue como si nada —mencionó un niño.

Algunos rodaron los ojos.

—Pero Tony está por alcanzarlo —gritó otro.

De pronto todos les prestaron atención, estaban realizando una carrera de quien sería más rápido. Incluso el profesor se mantuvo observando, por increíble que pareciera, llegaron casi a la par.

Me quedé en mi lugar hasta que dejaron de dar vueltas. Entonces descansaron y la clase termino, pero mientras la mayoría se retiraban, pude observar cómo Tony, uno de los mejores atletas se acercaba de nuevo a Dorian, algo le dijo y entonces se volvieron hacia el profesor, esperaron a que este se retirará.

—¡Hey, tú! —me llamó Tony— Deja ese cono en el suelo, será la marca de meta.

Los miré confusa, pero Dorian lucía serio, así que obedecí y me hice a un lado.

Los dos siguieron charlando y empezaron a tomar lugar, se prepararon y realizaron otra carrera, Tony acabo con Dorian, no solo llegó primero, también logró rebasarlo con mucha facilidad.

Después de haber ganado se rio y tomo su mochila.

—Fue un gusto, su alteza —gritó antes de alcanzar al resto.

Hice como si nada y me acerqué al cono, debía llevarlo a la bodega, pero no pude hacerlo. Dorian estaba en el suelo sobándose el tobillo. Al parecer se había lastimado.

Me acerqué para ayudarlo, pero él me rechazó.




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