—¡¿Cómo puedes ser tan lenta?!
—Discúlpeme, su alteza, que todo lo hace bien y lo hace perfecto —respingue.
—No es tan difícil de aprender —exclamó Dorian—. Solo tienes que intercambiar los productos.
Lo miré mal, desde que se había lastimado y perdido ante Tony en clase de educación física estaba más insoportable de lo normal. Pero no solo eso, igual debía aguantar su mal humor en las tutorías… sí, de nuevo era mi tutor de matemáticas. Después de cinco años había cosas que no cambiaban.
—Hablas por ti porque es lo único que sabes hacer —replique molesta.
—Claro que no, también soy talentoso en muchas otras actividades.
—Menos enseñar, eres pésimo tutor.
Su rostro enrojeció de ira. Había dado en su orgullo. Me miró mal y yo le saqué la lengua. ¿Por qué siempre debía ser así? Es decir, llevábamos años como tutor y alumna, pero hasta ahora simplemente no podíamos congeniar.
Se rascó la cabeza y yo me crucé de brazos. Reconocía esa expresión, estaba por lanzar un insulto por haber herido su orgullo, pero no fue así. La sorprendida fui yo al ver que respiró hondo y se levantó de su asiento. Por un momento creí que se iría, en cambio, resulto que se acercó a mí y se colocó a un lado.
—Empecemos de nuevo —dijo de mala gana, estaba tratando de tener paciencia, mucha a mi parecer, me señaló con el dedo las cantidades—. Esto, lo pasas al otro lado y divides.
—¿Por qué?
—Porque todo producto que multiplica pasa al otro lado dividiendo.
Tomé mi lápiz e hice lo que me pedía. Me esforcé calculando el resultado.
—¿Y ahora?
—Esto lo regresas.
—¿Para qué pasarlo si iba a regresar?
—¡Yo qué sé!, ¡¿Acaso tengo la cara de Isaac Newton?!
Alce la vista, su rostro coincidió con el mío. De pronto la dura mirada de él se suavizó con la mía, sentí calor en mis mejillas y él desvió los ojos. Yo hice lo mismo, traté de concentrarme haciendo lo que me había pedido. Así que con el lápiz escribí la siguiente parte de la ecuación y le pasé mi cuaderno a Dorian sin siquiera levantar la mirada.
Pude sentir sus dedos rozando los míos al tomar la libreta, ambos dimos un respingo y cada uno miro a un lado distinto.
—Está bien —dijo colocando mi libreta en la mesa—. Lo dejaremos por hoy.
Sin darme tiempo de decir algo más, se apresuró a tomar sus cosas y salir corriendo. ¿Qué diablos había sido eso? A mí también me costaba analizar lo que acababa de suceder
Creo que prefería que me regañará a que me ignorará. Mi corazón lo sentí a mil por hora y el calor en mis mejillas no desvanecía. Analizando lo que había sucedido, estaba demasiado cerca, lo suficiente para… ¡No!
¡Jamás!
Siempre rivales nunca lo contrario… ¿Cierto?
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Editado: 23.07.2025