La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

49. Stella

Después de ese día Dorian comenzó a ignorarme. Antes de menos hacía comentarios burlescos hacía mí, pero esta vez pasaba de largo.

Pensé que era lo mejor porque la extraña cercanía que estábamos desarrollando con todo el asunto de los gatitos solo me hacía emocionarme en vano. Más allá de Vicky y Eddy, me aterraba encariñarme con las personas y que estas desaparecieran… como papá, que después de enviarme a Saltori, casi no tenía tiempo para mí.

Supongo que entendía el temor del pequeño felino color naranja con respecto a los humanos. Sí yo me sentía mal, esperaba que el gatito no tuviera un retroceso en confiar nuevamente.

Lo que me hacía pensar en él. Lo busqué en toda la escuela, más no lo encontré. Nadie lo había visto y con el pasar de los días me resigne a no volver a ver al gatito.

Debía mostrarme decaída porque Vicky se preocupó por mí, así que le conté todo, salvo los detalles de la enfermería.

O al menos, no lo último.

Cuando le describí como Dorian me defendió de Claudio, Vicky no ocultó su emoción llevándose una mano a la boca.

—¡Le gustas!

—No, no es cierto.

—¡Oh, vamos! Déjame fantasear con un romance ajeno a mí. Es emocionante.

—¡Vicky!

Ella soltó una carcajada.

—Admito que, si esto llega a oídos del palacio, Dorian tendrá una buena reprimenda. —El sentimiento de remordimiento me invadió de nuevo— Pero, también fue muy osado de su parte la manera en cómo te defendió. Dorian es extraño, pero nada del otro mundo. No entiendo porque muchos se obsesionan por conseguir su amistad.

Asentí. Miré el jardín y después mi lienzo. Vicky me acompañaba realizando una pintura mientras platicábamos.

Pintar me distraía y me relajaba. Era mejor que agobiarme con muchos libros a mi alrededor, como Dorian estaba acostumbrado… otra vez pensando en él.

—¿Sabes? Cuando mi padre trabajaba con el palacio, solía llevarme con él y así es como convivía con “el sol del reino” —ironizó Vicky haciendo alusión al segundo príncipe, siempre que deseaba burlarse, lo hacía desde ese apodo—. Recuerdo que Dorian siempre intentaba llamar la atención del rey.

—Pues esta vez, seguro que lo habrá logrado —respondí mientras sacudía un poco el exceso de agua de mi pincel.

—Quizá —añadió Vicky con un tono más pensativo—. Donovan siempre se llevaba todo, el crédito, la razón, la atención y a Dorian siempre lo han llamado como una segunda opción.

Por un momento me volví a ver a mi amiga. No lo decía con burla, ni como un comentario más, me daba la impresión que le daba lastima. A mi también, pero por un lado lo comprendía. Yo tampoco tenía la atención de una familia.

—Lo ideal sería que tus padres se preocupen por ti, pero en su caso, dudó que si quiera le importe. A veces siento feo por él. —Yo también— En fin. Bromeo cuando digo que le gustas. —Concluyó Vicky cambiando de tema, sabía que nunca se había llevado del todo bien con Dorian, pero desconocía que supiera tanto de él.

—Lo sé —contesté queriendo restarle importancia, pero había algo dentro de mí que punzaba y comenzaba a ser incomodo.

—Además ya tienes pretendiente.

—¡Claro que no! —contesté con una sonrisa bochornosa, ahí íbamos de nuevo entre Vicky y la búsqueda de pretendientes para ella o para mí— Soy la extranjera, ¿recuerdas? A casi nadie le agrado.

—Eso no es cierto, ¿has prestado atención a como Tony intenta hacerte reír en clase de danza?

Meneé la cabeza intentando no darle más razones, pero fallé.

—Deberías, solo es coqueto contigo.

—Vicky…

—Y quién sabe, quizá encuentres alguien más que te adore como yo.

Dicho esto, se levantó y me dio un gran abrazo.

No, no me había percatado de si le interesaba a otra persona, porque sin darme cuenta, solo le había estado prestando atención a una sola.




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