—Nunca me interesaría en una plebeya extranjera y marginada. ¿Quién tendría interés en alguien que no tiene status, ni siquiera una familia?
De pronto, algo dentro de mí se rompió y dolió tanto que cuando me di cuenta, ya estaba siendo objeto de burla de la escuela.
Y fue grande la humillación que lo único que pude hacer, fue correr.
Los días que pasaron no mejoraron.
Todos me arrojaban algo.
Un suéter a modo de burla.
Restantes de comida como “acto de caridad”.
Bolas de papel, borradores y todo lo que encontraran con tal de incomodarme.
Y Dorian… no se disculpó.
No importaba. No lo necesitaba. O eso me repetía una y otra vez.
Yo soy fuerte. No me importa.
Yo soy fuerte. No me importa.
Yo soy fuerte. ¡No me importa!
Pesé a que Vicky solía salir mucho en mi defensa, no era suficiente que las dos hiciéramos como si nada pasará.
Pero todo tiene un límite y el mío se acabó cuando fui bañada por una cubeta de huevos quebrados.
Cáscaras de huevo se atoraron en mi cabello y toda yo estaba pegajosa… intenté no llorar, de verdad lo intenté, pero entonces miré a todos a mi alrededor y las carcajadas no ayudaron.
Y, sin embargo, eso no fue lo peor. Lo que me termino de desarmar, fue encontrar a lo lejos los ámbares de Dorian mirándome con lástima.
¡No era su compasión lo que necesitaba!
Me sentí tan humillada que salí corriendo. Hui lo más lejos que pude, donde nadie pudiera encontrarme… y fracasé.
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Editado: 25.04.2025