Cuatro años habían pasado desde que dejé Saltori y volví a Rosnia.
Cuatro años en los que había presentado múltiples cambios y, sin embargo, este último había sido el más difícil. La casa se sentía extraña y a veces esperaba en el invernadero, como si en cualquier momento Eddy fuese a aparecer por la puerta y darme un gran abrazo.
Lo extrañaba demasiado.
Tan rápido acababa de pasar un año desde que Eddy murió en ese accidente y hasta ahora, simplemente no me podía perdonar no haber podido hacer más para evitarlo…
Justo había pasado un año cuando un segundo atentado amenazó con quitarme a mi padre y mi otro hermano.
Aquel que seguía sin saber de mí.
Papá que ahora estaba más preocupado que antes. Hablo conmigo, me contó la verdad y dijo que debía esconderme de nuevo en Saltori… el presentarme a todos tendría que esperar, nuevamente. Y así es como regresé.
Una vez más era “la extranjera”, la niña que nadie conoce y que nadie siente empatía por mí, no es que la merezca, pero que sean menos mezquinos por mi origen… no estaría mal.
Mientras viví en Rosnia, no deje de contactarme con Vicky, mantuve comunicación con ella por medio de cartas porque no se permitía usar el teléfono.
Solía contarme de su vida en la escuela, en su hogar, de quienes conocía y cada cuando se enamoraba de algún chico… yo no había vivido eso. Aunque Eddy siempre me decía que el día que decidiera conocer a alguien, me asegurara de que se tratara de alguien de bien o él mismo iría a amenazarlo.
Solía reírme cuando me contaba eso, era un buen hermano, pero también celoso… ojalá aún lo tuviera conmigo para verlo cumplir su palabra.
Cuando le conté a Vicky que regresaría a estudiar a Saltori, ella me esperó en la terminal con globos y flores, estaba muy emocionada por volver a verla. Más alta, pelo más largo y en definitiva, ya no éramos unas niñas.
Corrió a abrazarme apenas me vio pasar la entrada y yo a ella. Doris y Octavio también me esperaban, menos entusiastas, pero igual de acomedidos con mis cosas.
Esta vez viajé acompañada de un solo guardia, padre había dicho que era necesario y que nada me pasaría mientras no me desviará de las indicaciones y así fue.
Sin embargo, pesé a que sabía que una vez más Doris y Octavio serían mis tutores, no dejaba de sentirme extraña con esté último. Desde que me vio llegar, su mirada me incomodaba y trataba de pasarla por alto… quise seguir pensando en eso.
Quería concentrarme en mí, en que iba a pasar cuando regresará al instituto. Ya no volvería a los edificios de educación media, sino que ahora estaba en la educación superior y para mi sorpresa, mis buenas calificaciones me llevaron a ganarme un lugar en el consejo de alumnos ejemplares.
Claro que eso no lo esperaba, pero sucedió. Estaba rodeada de tantos cambios tan repentinos en mi vida, que ni siquiera vino a mi mente las personas que volvería a encontrarme con mi regreso…
Y con ello confirmo, que sentí una gran sorpresa cuando me reencontré con Dorian en los pasillos de la escuela… pero como era costumbre en ambos… no comenzamos con el pie derecho, otra vez.
No importaba, esta vez procuraría no acercarme a él. Las cosas serían mejor así, por lo que no tendría que preocuparme. Era hora de enfocarme en mí y mi desempeño.
Sonreí.
Aún debía recibir mi capa de alumna ejemplar.
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Editado: 23.07.2025