Una oleada de arrepentimiento quería hacerse presente. Y digo quería, porque la verdad es que desde hacía mucho ansiaba volver a besarla.
¿Lo había arruinado?
Una vez que noté celos en Stella me dejé llevar por la emoción. Por sus labios haciendo un puchero tras, prácticamente, confesar que sí me había visto.
Y entonces no lo dudé y lo hice.
Las ganas que reprimí en más de una ocasión me traicionaron y la besé.
Lo hice lento porque quería sentirla. Quería revivirlo y no fue suficiente. Había sido mejor, sí, pero no suficiente. Quería más de ella.
Y de pronto se fue, me dejó, una vez más, ahí, confundido y solo.
Stella con el rostro rojo y ojos sorprendidos y yo con el corazón desbocado.
Ahora me aterraba la idea de que me odiara.
Incluso Franky y Conner me vieron más ansioso que antes.
Sin embargo, un atisbo de esperanza se instaló en mí al ver que Vicky tampoco me odiaba, o bueno, no más de lo normal. Quizá no llegamos a ese punto, pero Stella si me evitó durante unos días. No podía culparla. Tampoco encontraba momento para acercarme, pues los siguientes días, la organización demandó mi tiempo.
Este viaje, aunque era meramente recreativo, igual debía ponerle empeño a organizarlo.
Una vez al año, los alumnos de sexto acudían de viaje y no era novedad que todos esperábamos divertirnos ante la llegada de la primavera. Se conseguían unas cabañas, hacíamos fogatas y podíamos salir a caminar en el bosque y nadar en un lago. Era muy divertido.
Me esmeré en organizar todo para que fuese divertido.
Pensándolo mejor, estaba decidido a distraerme con mis amigos y encontrar la oportunidad de hablar con Stella.
Y así el día llegó. Todos debíamos estar en la entrada de la escuela una hora antes de iniciar las clases. La mayoría ya había llegado, solo esperábamos a unos cuantos compañeros, incluidas Stella y Victoria.
—¿Por qué no las dejamos? —insistió Becca por tercera vez, la mire malhumorado— Yo solo decía.
—Aún tenemos unos minutos señorita Vermont —informó el profesor antes de subir.
Becca se limitó a rodar los ojos. Rodeé el autobús para observar la entrada de la escuela, la ansiedad de verla me carcomía. Entonces sentí que alguien se acercaba y me rodeaba de la cintura. Al fijarme, Becca estaba ahí.
—Cuantas veces debo decirte que no —me quejé intentando quitármela.
—Tus amigos van a sentarse juntos. ¿Por qué no te sientas conmigo? —pidió con voz insinuante.
No quería que me vieran con ella porque no éramos nada y estábamos enfrente de todos. Lo que alguna vez fue ocasional, era secreto.
—Debo ir al frente como jefe de grupo —intenté excusarme.
Becca hizo un puchero y se apegó un poco más a mí.
—¡Anda! Nos vamos a divertir.
—¡Iiuuu! Consíganse una habitación —escuchamos decir.
El color en mí desapareció cuando Vicky y Stella estaban cerca subiendo sus maletas a la cajuela del autobús. Stella ni siquiera nos veía, solo era Victoria quien se incomodaba con nuestra escena.
¡Otra vez no!
—¿Les molesta? —preguntó Becca de mala gana.
—Sí —respondió Victoria con cara de asco—. Estamos en la escuela.
Solo entonces Becca me soltó para colocar sus manos en la cintura y enfrentar a Vicky con la mirada. Stella terminó de subir su maleta y se dirigió hacia la puerta, en ningún momento me miró siquiera.
—Te espero dentro —le dijo a Vicky sin voltear.
¿Estaría molesta?
Qué estúpido de mi parte pensarlo.
¡Por supuesto que sí!
—Te esperan adentro —amenazó Becca, entonces Victoria se volvió a mirarla, solo para fulminarla con la vista.
—Todos sabemos que te arrastras por unas cuantas monedas —dijo Vicky y acto seguido cerró la puerta de la cajuela, para después subir al autobús.
Becca pareció tomárselo mal, a mí la verdad no me importaba.
Seguía haciéndome ruido el hecho de que en ningún momento Stella me echó un vistazo, ni por error.
Sin ganas de quedarme con Becca, subí al autobús. Y a diferencia de Stella yo si la busque con la mirada, era obvio que compartiría lugar con Victoria.
Mientras Franky y Conner hacían lo mismo, pensé en sentarme con alguien que estuviera cerca de ellas… pero no había asientos disponibles.
Camine disimuladamente hacia donde las chicas, fingiendo buscar algo, pero apenas me vieron, Stella dejo de reír y se volvió a la ventana. Vicky, en cambio, me miró con reproche.
—¿Se te perdió algo? —preguntó de malas
—No te estoy buscando —respondí a su gesto.
—Entonces sigue avanzando.
No, no había lugares disponibles, Becca subió, me volvió a mirar con intenciones de compartir asiento y justo detrás de ella acababa de llegar Vero.
Caminé hacia al frente, Becca por un momento pareció feliz, pero tuve que pasarla por alto para acercarme a Vero.
—Dorian, ¿Dónde puedo sentarme? —me preguntó ella primero.
—Yo no tengo compañero —dije mostrándole mi asiento.
Becca paso a un lado mío empujándome del hombro, alcance a ver de soslayo a Vicky que también estaba sorprendida, pero Stella seguía sin mirar.
—Te agradezco —respondió Vero, llamando mi atención—. Me alegra que seas mi compañero.
No, no sonrías, no quiero más malentendidos.
—Ejem, casanova — escuché decir a alguien.
Mire molesto hacia atrás, Vicky quería fastidiarme.
Sin mucho que hacer, solo me limité a tomar asiento. Este viaje iba a ser demasiado.
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Editado: 25.04.2025