—Es un honor recibirlos —comentó mi madre durante de la cena—. Ojalá que, una vez iniciado su reinado, podamos ser partícipes de más noches agradables.
—Así será —coincidió el rey de Rosnia—. Como siempre son unos anfitriones maravillosos.
Mi madre sonrió agradecida.
Debía sentirme más tranquilo, era mi segunda cena con homónimos de otro país, pero el gran parecido del príncipe con su hermana, me desconcentraban. En lugar de dejar de atormentarme con mi interrumpido viaje escolar y concentrarme en la cena, ver al príncipe me recordaba demasiado a ella. Deseaba querer saber todavía más sobre Stella, sobre si era consciente todo lo que implicaba ocultarla o siquiera si el príncipe y su padre eran muy cercanos a ella.
Incluso la comida me costaba digerirla.
Observé a todos. Mis padres sonreían y platicaban junto con el rey Edwin. Mi hermano, en cambio, permanecía demasiado callado. Quien no lo conociera pensaría que estaba pasando una mala noche y quizá no se equivocaban. Contrario al príncipe Stefan que simplemente se concentraba en su comida y uno que otro comentario.
—Príncipe Stefan —llamó mi padre—, no hace mucho, que comenzó su gira en su país. Lamentamos los terribles incidentes que ha sufrido. —Dos atentados para ser exactos— Estamos seguros de que pronto solucionaran los problemas contra quienes agreden su integridad.
El príncipe Stefan bebió un poco de su vino antes de contestar agradecido. Detrás de él, su guardaespaldas lo cuidaba cual si fuera sombra.
—Le agradezco. Aunque, si he de ser honesto, no puedo permitirme vivir con miedo.
—Por supuesto. Dicen que consiguió un guardia excelente —externó mi padre.
—Es muy buena en su trabajo —contestó el rey Edwin—. Corrimos una suerte maravillosa al encontrarla. No hay nadie como ella en el mundo, se los aseguro.
—Su agencia dio una buena elección —combinó mi madre.
—Pareciera sacada de una de esas historietas de superhéroes —bromeó el rey.
Una breve risa se hizo presente. Pesé a que la chica trataba de no hacer gesto alguno, noté como dejó escapar una mueca de sorpresa, para después volver a disimular.
Debía ser incómodo que hablaran de ti en tu presencia y sin poder decir nada.
De pronto, mi madre cambio el rumbo de la conversación.
—Cuando su hermano, que en paz descanse, nos visitó hace poco más de un año, nos contó sobre una niña becada en el palacio a quien le consiguió un magnífico regalo, imagino que, a pesar de todo, la joven pudo seguir estudiando —comentó mi madre y yo presté atención.
Quería ver las reacciones tanto del rey como del príncipe, y si bien la del monarca intentaba ser más cauta, la de su hijo era una sorpresa total.
—¿Una niña? —preguntó buscando la mirada de su padre.
—La joven cuyas pinturas adornan el pasillo de la renovada ala este —aclaró el rey para después darle un sorbo a su bebida.
—¡Oh! —respondió con sinceridad el príncipe— Me avergüenza tener que admitir que no estoy tan involucrado en los programas que mi hermano dejo pendientes —confesó con una risa nerviosa—, pero conociendo lo meticuloso que era, estoy seguro de que aquella joven esta… bien.
No dejé de mirar sus expresiones. El rey evitaba ver más allá de su comida y se limpió con disimulo la boca, pero el príncipe era quien estaba manejando la situación con, lo que, a mi parecer, se trataba de una completa sinceridad.
Y si mis conclusiones, no eran erróneas, el príncipe no estaba enterado de la existencia de su hermana menor.
—¿Qué de cierto es que existe una “princesa de los rumores”? —preguntó Donovan, con descaro.
De pronto los rostros de asombro de mis padres se asomaron sin disimulo, el rey de Rosnia intentó reír con nerviosismo y quien se sentía fuera de lugar era el príncipe Stefan.
—Donovan —llamó la atención mi padre.
—Me temo que nunca he escuchado nada al respecto —contestó el príncipe—. Hasta no hace mucho, la mayor parte de mi tiempo la pasaba dentro del Castillo y ahí no llegan demasiados chismes —bromeó, aligerando el ambiente—. Pero siendo el nuevo heredero, no tenía conocimiento de un rumor así.
—Disculpe a mi hijo —se apresuró a decir mi padre.
—Está bien, he de confesar que es divertido enterarse de cosas que no sabía que se contaban alrededor de nosotros —añadió restando importancia.
Una vez más los reyes rieron nerviosos. Los tres. Ahora entendía un poco más, que el príncipe estaba jugando a la formalidad, aligerando el ambiente de temas que desconocía, pero absorbiendo cada uno de los comentarios. En eso se diferenciaba de su hermano quien irradiaba carisma con tal de no hablar de otros temas.
—Y, ¿ya tiene alguna candidata a princesa heredera? —preguntó mi madre cambiando la conversación.
En esta ocasión, el príncipe Stefan sonrió con un poco de vergüenza mientras cortaba otro trozo de su carne. Después alzó la vista y negó con la cabeza.
—Es demasiado pronto para pensar en ello —dijo con un poco de pena—. No hace mucho, yo era la segunda opción —soltó.
No pude evitar alzar la vista. Es decir, ya lo sabía, yo también lo soy, pero él lo expresaba con mucha soltura que me sorprendía que no se viera afectado en absoluto.
En cambio, mi padre parecía que le hubiesen dado una noticia impresionante al escucharlo.
—Por ahora, pretendo primero establecerme, después ponerme al corriente con los planes pendientes y realizar unos nuevos y al último buscaré candidatas.
—Por supuesto —contestó mi padre recomponiéndose un poco—. Su hermano tenía muchas ideas.
—Así es, pero, me gustaría hacer las cosas a mi manera —explicó, en ese instante, su padre lo miró expectante de sus siguientes palabras—. Después de todo, seré yo quien esté a cargo. Y no desecharé lo que mi hermano logró, más bien quisiera… combinarlo con mis ideas y mejorarlo. A veces, mirar otras opciones también es bueno.
Y con una sonrisa, una de verdad sincera, terminó de explicar su punto. Ni mi padre, ni el suyo dijeron algo, pero compartían el mismo gesto, como si analizaran cada una de sus palabras. Mi madre, en cambio, lo miraba como si fuera un hijo más y se sintiese orgullosa de él. Donovan no bajaba la ceja y evitaba mirarlo, pero el más asombrado era yo, que nunca lo había visto así.
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Editado: 23.07.2025