La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

88. Dorian

Llegué al colegio después de la breve visita del rey y el príncipe de Rosnia. Pasaron el día siguiente en una salida en conjunto y finalmente se despidieron por la mañana. Así que apenas se fueron, a mí también me avisaron que me presentara en el colegio.

Hoy era domingo y debido a la excursión, no pudieron darme la noticia, pero al fin después de todo, lo había logrado y por eso me pidieron llegar antes.

Me eligieron como presidente del Consejo Estudiantil.

Las cosas saldrían bien, o eso me decía.

Y con toda la emoción que sentía llamé a mis padres para contarles, pero solo mi madre me recibió.

—Entiendo —le contesté al teléfono—. Sé que el rey debe estar ocupado.

—Hijo, quizá no pueda atenderte ahora, pero si le cuentas más tarde pueda levantarte el ánimo.

—¿Está por ahí?

—Sale en cinco minutos de su despacho.

Me mordí el labio, bueno, al menos era algo. De verdad esperaba que le emocionara. Me animé a mí mismo y dije que sí. Insistí.

—Por favor madre, no le robaré más de dos minutos.

Percibí un suspiro suyo a través del auricular, eso provoco que yo también lo hiciera, para mí era muy importante. Entonces escuché al otro lado la voz de padre.

—¿Dorian?

—Padre —mencioné emocionado, al instante me regañé para qué sonará más natural—. Padre, quería contarte algo.

—Te escucho.

—Me nombraron presidente del Consejo Estudiantil —solté tratando de controlar mi emoción—. Soy el más joven de entre los estudiantes que se han postulado y acabo de hacer historia en el instituto… —Al no escuchar su voz comencé a ponerme nervioso— yo… bueno, quería contarles antes de que la escuela les notificara.

—Felicidades —mencionó, mi corazón parecía muy feliz, porque al fin lo había logrado—. Perdona que no hable contigo más tiempo, debo irme con tu hermano a otros asuntos como príncipe heredero y…

Dejé de escuchar. Donovan otra vez. ¿Solo eso?

No. Trate de recordarme que madre lo había dicho, padre solo tenía cinco minutos y yo solo le robaría dos. Lo había logrado, le conté mis logros en la escuela, no de fuera, solo escolares… hice bien, pero ¿Por qué me sentía tan mal?

—Entiendo —dije fingiendo no dolerme.

—Gracias hijo. Nos vemos la próxima vez que vengas al castillo.

Y sin decir más me paso a mi madre, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba temblando.

—Hijo —escuché a mi madre del otro lado de la línea, estaba preocupada, me forcé a fingir que estaba bien, porque lo estaba, había logrado mi cometido. Lo-ha-bí-a-lo-gra-do— ¿Estás bien?

—Claro que sí madre, estoy feliz, porque pude contarles —contesté rápidamente, la voz quebrada amenazaba con salir—. Logré honrar a la familia en el instituto.

Noté un breve silencio en madre y su respiración del otro lado. De pronto ya no sentía tantas ganas de hablar, así que esperaba que ella colgará primero para no verme mal.

—Me siento muy orgullosa de ti —añadió—. Eres un niño muy inteligente, ven al castillo cuando puedas y festejaremos como es debido.

—Gracias madre.

—Te quiero hijo, no esperes a que yo cuelgue primero, no me molesta, ¿recuerdas?

Me reí un poco. Cierto, pero yo seguía sintiéndome mal si lo hacía.

—Claro, te quiero madre. Nos vemos cuando vaya al castillo.

Ella se despidió y colgamos. Entonces recargué mi peso sobre la mesa. No me sentía bien, les había contado y seguía sintiéndome… vacío.

¿Por qué?

Además, madre dijo que celebraríamos como debíamos la próxima vez que fuera al palacio. Así que no todo era malo.

Sí, así era.

Me alejé del teléfono de los dormitorios y subí a mi habitación, necesitaba distraerme, quizá si comenzaba a organizar todo para las clases de la semana, me sentiría más útil.

Créetelo, Dorian, lo logramos. Me repetí.

Y suspirando no una, ni dos, sino varias veces para calmar los nervios miré por la ventana. Ahí estaba Stella, acompañada de Vicky y ¿Franky?

Había maletas en el piso y los tres parecían conversar y reír.

Entonces Stella se dio la vuelta con las manos sobre la cara y ellos rieron cómplices.

¿Por qué estaban avergonzándola?

Debí perderme en la escena porque pronto mi amigo miró hacía acá y se despidió, no sin antes volver a reír junto con Victoria.

¿¡Qué estaba pasando?!

¡¿De qué me perdí en ese viaje escolar?!

Franky entró a mi habitación para darme la noticia que Stella se mudaba a los dormitorios. Ahora entendía las maletas, pero no la razón por la que los tres reían.

Y no quiso decirme, pesé a haberlo interrogado y casi amenazado.

A veces odiaba su exceso de secretismo.

En fin, también le di mi noticia y la alegría en su rostro, fue todo lo que necesité para sentirme mejor. A alguien le importaba.

No, a varios le importaba, solo necesitaba enfocarme en los ojos para quienes yo era especial. Tal como me lo había dicho el príncipe Stefan.

***

Al día siguiente, todos en la cafetería estaban murmurando, diría que como siempre, pero para ser honestos, en esta ocasión podía notarse más movimiento que otros días. Por lo general se trataba de un buen chisme para haber actividad tan temprano. Acababa de salir de la toma de protesta del Consejo Estudiantil así que me preguntaba de qué se trataba tanto barullo. Me acerqué a Conner y Franky quienes me veían asombrados.

—¿Hay algo de lo que deba enterarme? —pregunté mientras dejaba mi bandeja sobre la mesa y ambos se miraron.

—¿No te has enterado todavía?

—¿Tengo cara de saberlo? —contesté sarcástico, ¿por qué recibía una que otra mirada curiosa sin saber la razón?

—Se trata del rey de Rosnia —susurró Franky acercándose a mí—. El rey fue hallado muerto durante la madrugada.

Detuve mi agarre al tenedor y miré a Franky totalmente desconcertado.

—¿Qué has dicho?

—Y… —continuó Conner— al príncipe heredero lo han dado por desaparecido.




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