La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

90. Stella

—Mi madre murió cuando nací —conté—. Mi padre me ocultó durante años, yo no era hija de su esposa, la reina. Así que, desde que tengo memoria he vivido con distintos tutores. Claro que él me visitaba con frecuencia y siempre lo acompañaba Eddy. Pero un día dijo que tenía que mudarme lejos porque era por mi bien. En aquel entonces me decía que era dueño de una gran empresa que tenía problemas, yo no sabía que mi padre era el rey y yo su hija bastarda. —La voz se me quebró, estaba dolida, triste, pero también molesta, muy muy molesta— El día que me contaron la verdad, Eddy me suplico perdonarlo. Después me juró que en cuanto a él lo coronaran rey, todos sabrían de mi existencia.

—¿Tu padre pensaba dejar el trono antes de morir o que razón había para que tu hermano se coronará tan joven? —preguntó Dorian.

Lo miré atentó. Estaba jugando con un trozo de papel que había quedado en los bolsillos de mi suéter. Arrojaba pequeños pedazos hechos bolita al suelo. No podía creerlo, estaba hablando con Dorian de esto, ahora conocía mi secreto.

Y aún debía disculparme con Victoria, la traté mal en mi afán de buscar desahogarme a solas… todo me carcomía lentamente.

—Papá tenía cáncer. Por eso su urgencia para que Eddy lo sucediera.

Dorian levantó la vista, sorprendido, no me miraba, sé que lo había tomado por sorpresa… yo también estuve en shock cuando me contaron.

—Mi papá siempre dijo que, por culpa de mi abuelo, el rey tirano, teníamos muchos enemigos. Si se enteraban de mi existencia, me matarían y por eso me oculto aquí. Y Eddy, él era superlindo conmigo —añadí y la voz se me quebró—. Todo el tiempo me llevaba juguetes, regalos, pasaba tiempo conmigo y hacía planes sobre mí. Me decía que cuando fuera rey nadie iba a hacerme daño y que iríamos a todos los lugares que quisiéramos juntos… pero me mintió, se fue antes de tiempo y me dejo escondida como si le diera vergüenza.

Puse mis manos sobre mi cabeza, estaba tan dolida que me costaba pensar con claridad. Eddy murió por mi culpa y mi padre no pudo cumplir su promesa. Yo solo quería una familia normal, no me importaban los lujos. Quería que no me escondieran porque me hacían sentir… mal.

Porque entonces sus enemigos tenían razón, solo era una bastarda.

Dorian volvió a abrazarme, me desahogué con él. No insistió en preguntarme más. Respeto si quería o no hablar de mi sentir…

Entonces recordé que ahora era el nuevo presidente del Consejo Estudiantil y que debería estar festejando, en lugar de estar conmigo. Me alejé un poco para verlo y noté la confusión en su rostro.

—Por cierto, felicidades —dije con voz ronca tras llorar—. Deberías estar celebrando.

Él me sonrió triste.

—¿Y dejarte sola? —murmuró alejando un mechón de mi frente.

—Lo lograste —añadí queriendo convencerlo, pero era verdad que me sentía feliz por él.

—Me importa más acompañarte en estos momentos, Stella —soltó decidido y volvió a abrazarme, mientras acariciaba mi cabello, no insistí, se sentía reconfortante—. Ya tendremos tiempo de celebrar.

—¿Junto con Franky y Conner?

—También Victoria, está invitada.

Solté una pequeña risa.

Nunca podré agradecerle por haberme acompañado en los momentos más difíciles de mi vida. Nunca, nunca, pude terminar de decirle, gracias por estar para mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.