La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

105. Stella

Reconocía ese cabello negro y lacio donde fuera, por eso apenas la vi cruzando los jardines directo a la salida no dude en correr tras ella. Ni siquiera me inmute en darles explicaciones a Vicky y Conner que me acompañaban momentos antes de andar.

Faltaban pocos metros para llegar a la entrada y no podía dejarla ir.

Apreté el paso y grité su nombre en un intento por detenerla.

—¡Pam! —Al principio no me escuchó, así que insistí— ¡Pam!

Mi amiga e institutriz giró y al verme, un gesto de conmoción la inundó. Distinguí que desde sus labios dejaba escapar la palabra “princesa” y se acercó a mí, pronto nos fundimos en un abrazo.

—¡Princesa, eres tú! —sollozó de alegría— Mírate, estás hermosa.

—Sabía que eras tú —exclamé jadeando, nos alejamos más no solté sus manos—. ¿Qué haces aquí?

—Entrevista de trabajo —dijo mirando un poco por encima del hombro, la secretaria que la acompañaba no evito nuestro encuentro.

—Eso es increíble, ¿podré verte seguido? —pregunté emocionada.

Pam sonrió apenada.

—Aún es muy pronto para saberlo, pero dime, ¿tú como has estado?

Había tanto que quería decirle, tanto que contarle y confesarle. Ella sabía mi verdadera identidad y podía ser un puente entre yo y a quien sirviera a la familia real de Rosnia, pero, ¿cómo pedirle la ayuda?

—Bueno, ha pasado mucho —expliqué.

—Lo sé —añadió con una mirada… interesante, echó un vistazo de nuevo hacia atrás y cuando volvió a mí hizo una mueca—. Me encantaría quedarme más tiempo, pero no lo tengo permitido, pero por favor, llámame en cuanto puedas. —Abrió su bolso y busco entre sus cosas, pronto saco una tarjeta con un número— Aquí, no tardes mucho, no sabes cuanto esperaba encontrarte.

—Igual yo Pam.

Una vez más volvió a abrazarme, pero esta vez me sostuvo más cerca de ella, como si quisiera contarme un secreto.

—Te he dejado mi número y otro más. Llama a ambos lo antes posible, el reino te está buscando —susurró entre mi pelo, me sorprendí.

—¿Cómo? —murmuré.

—Me alivia verte viva y a salvo. Por favor, no tardes mucho.

Intenté averiguar, pero ella se alejó y me guiñó un ojo.

—Es una suerte haberte encontrado, ahora me puedo ir tranquila sabiendo que estás bien —añadió como si nada—. Me alegró mucho verte, princesa. Cuídate.

—Espero verte pronto Pam.

—Esperemos que así sea.

Ella se despidió y cruzó el umbral de la puerta. A mi lado llegó Vicky y Conner. Noté cuando me alcanzaron, pero me dieron espacio para saludar a Pam y les agradecía.

—Es una amiga —expliqué.

No, ahora era más que eso. Era la conexión que necesitaba para conocer mi situación en Rosnia, porque cuando metí la mano a los bolsillos de mi capa, encontré el otro número del que me hablo. Tenía un nombre y aunque nunca lo había visto, en más de una ocasión escuche a Eddy hablar de él; era el de Simón, su secretario.

***

Prácticamente desde que empezó el festival no había logrado pasar tiempo con Dorian. Yo sabía que estaría ocupado con todo lo del aniversario del colegio. Así que solo esperé.

Hacía el fin de la semana, me sentía tan cansada, que opté por no participar en la última actividad e ir a mi habitación a descansar.

Así que me despedí de mis compañeros antes de tiempo.

Vicky me acompaño, ella también quería darse un descanso de tanto ajetreo escolar.

—Dime, ¿a quién se le ocurrió que sería buena idea hacer tantas actividades en una semana? —iba quejándose en el camino— Aún me duelen los pies de la carrera del conocimiento del día de ayer.

—Pero fue tu decisión correr por toda la escuela con tal de ganar —le recordé.

—Porque creí que el chico lindo que daba el premio estaba soltero —respondió haciendo un puchero.

Me empecé a reír.

—Como sea, mañana es el penúltimo día —dije tratando de animarla—. Estoy segura de que si descansas hoy, quizá después podríamos ir de compras.

—¿Lo dices en serio? —me miró con emoción.

—Claro, la competencia de dulces es temprano. —Como miembro del Consejo me tocaba supervisar esa actividad— Después estoy libre.

—Sin tareas y sin Consejo Estudiantil.

Las dos saltamos de felicidad. Hacía mucho que no teníamos un día para ambas. Me sentía tan fastidiada que comencé a quitarme los guantes antes de llegar a las residencias y me percaté del color que adquirieron hoy después de decorar con flores de papel el marco para fotos. Tonos rosas, lilas y amarillos habían pintado la tela. Al no mirar hacia al frente, por accidente mi hombro chocó con el de un chico, alcance a rozarlo y enseguida me disculpé. El joven se dio la vuelta e hizo lo mismo conmigo, llevaba una sudadera oscura y ocultaba su rostro, pero no fue eso lo que me sorprendió, sino lo que vi cuando rocé su mano con ese golpe.

¿Lo habría imaginado, o fue real? Y si ese era el caso, ¿ya había pasado?

—¡Stella, Stella! —Escuche a Vicky que no dejaba de llamarme alarmada— ¿Qué pasa?, ¿te hizo algo?

—No —alcance a responder mientras recuperaba mi mente—. ¿Viste de donde salió?

—Del dormitorio de los chicos.

—¿Segura?

—Totalmente.

Mire hacia esa dirección. No podía entrar para corroborar, me expulsarían si me vieran en el dormitorio de los chicos, así como tampoco estaba segura de lo que había visto. Solo pude esperar a que no sucediera nada malo.

—¿Está todo bien? —insistió mi amiga.

—Sí, eso espero. Vayamos a descansar —pedí y dejé todo en manos del destino.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.