La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

117. Stella

Apenas comprobé quien era me puse de pie e hice una reverencia.

—Su alteza — saludé con cortesía.

—Solo Stefan, por ahora no poseo mi título —contestó mi ¿hermano?

Me enderecé y miré de soslayo a quien supuse se trataba de la nueva reina.

Pronto se acercó el comandante que me había guiado con anterioridad.

—Es un gusto poder servirles a los príncipes herederos de Rosnia —comenzó con patriotismo—. Será un gusto hablar de las siguientes acciones a tomar…

—Sir Rogen —interrumpió la reina—. Creo que lo más sensato por ahora sería permitir que los hermanos se conozcan. Ya han pasado mucho tiempo separados, ¿por qué no dejarlos a solas?

La manera tan correcta y natural de pedir de la reina me dio confianza, aunque seguía sintiéndome extraña en este ambiente.

Sir Rogen, miró de un lado a otro, primero a nosotros, después a la reina. Entonces sonrió al darse cuenta de que estaba apresurando las cosas.

—Tiene razón, su majestad, los dejó a solas. —Y así dio una reverencia antes de salir.

La reina miró a mi hermano y asintió con la cabeza, como señal de aprobación.

—Los dejo —comentó.

—Valentina —llamó Stefan, cosa que me sorprendió la naturalidad con la que soltó su nombre y más aún que se tuteaban—, gracias.

Ella le dedicó una última sonrisa antes de salir. No sé qué acababa de pasar, pero existía mucha confianza entre ellos. ¿Cómo era posible?, ¿no nos había quitado de la línea de sucesión?

Mi hermano me miro e hizo una señal para que tomara asiento de nuevo, eso hice y él también, se sentó justo frente a mí.

—Supongo que debes tener muchas preguntas —comenzó.

—Supongo lo mismo —contesté al verle en la cara la curiosidad.

—¿Sabías de mi existencia? —fue directo, asentí con la cabeza— ¿desde cuándo?

—Tres años —confesé—. Edmundo me contó que teníamos otro hermano que siempre estaba… ocupado.

—¿Edmundo lo sabía? —Lo observé, estaba atónito— ¿Sabía de ti y todo esto? —Yo asentí— ¿Y fue él o padre quien te llevó a vivir a Saltori?

No respondí al instante, hice memoria, padre me había dicho que viviría fuera un tiempo, pero Edmundo también me cuidaba y en algún momento pensó en enviarme de nuevo al colegio a Saltori.

—Ambos —contesté.

Mi hermano se puso las manos en la cara y pareció asimilar lo que estaba contándole.

—Tú... ¿No sabías nada de mi existencia? —me aventuré a preguntar.

—No —contestó avergonzado—. Durante mucho tiempo creí que era el hermano menor, me dolió cuando pensé que me había convertido en hijo único y ahora estoy sorprendido porque resulta que soy el hermano mayor —explicó conmocionado.

Vaya, si lo exponía así, yo también estaría muy asombrada.

—Lamento no haber sabido de ti antes —añadió al cabo de un breve silencio, esto era bastante sorpresivo para ambos—, y también lamento no haberte protegido aquí.

—Nadie te contó la verdad —justifiqué, aunque era cierto.

Stefan me miró dolido. Realmente era nuevo para él, podía notarlo y yo no era la excepción, a mí también me dolía que me hubieran ocultado como si de algo malo se tratará. No sabía qué había pasado por la cabeza de padre y de Edmundo.

Ahora que lo pensaba, él no era como los rumores. No estaba siendo arrogante ni prepotente. Entonces me sentí mal por haberle tenido miedo sin siquiera conocerlo…

—¿Puedo llamarte por tu nombre? —me preguntó de pronto, sacándome de mis pensamientos, yo asentí—. Stella, comprenderás que justo ahora no estamos en la mejor posición política.

—Pase de no saber que era una princesa a enterarme cuando me quitan el título.

Mi hermano emitió una risa irónica, creó que pensaba igual.

—Bueno, las cosas están por arreglarse, pero debo ser honesto. Hay mucha gente afuera que quieren usarte como estandarte, lo mismo conmigo y una de las razones por las que nos mantuvieron alejados tanto tiempo…

—¿Fue para enfrentarnos?

—Así es. Para nuestra desgracia, nuestra familia no fue la mejor gobernando y nos dejaron a ambos demasiados problemas y muchos enemigos. Ahora mismo varios me creen perdido y en el peor de los casos, muerto.

—¿Puedes explicarme qué está sucediendo en realidad? —pregunté por qué muchas interrogantes venían a mi mente y había recibido nada de información— ¿Por qué la reina está apoyándote?

—Apoyándonos —corrigió mi hermano. Incline la cabeza, estaba confundida y él parecía notarlo—. La reina es mi guardia, padre la contrató para protegerme y evitar un incidente…

—Como el de Edmundo. —Completé al ver que también para él era difícil, asintió con tristeza, y yo bajé la mirada, aún me dolía recordar cómo fue enterarme de la muerte de mi hermano mayor, Stefan compartía el dolor conmigo.

—Así es —contestó en el mismo tono—. Padre murió en mis brazos. —Alce el rostro, los ojos de Stefan se cristalizaron, yo me helé ante el comentario— Él le pidió a mi guardaespaldas que nos protegiera, a ti y a mí. Fue un atentado en contra de ambos, Valentina, mi guardia, cumplió su palabra de protegerme, pero para cuando encontramos a nuestro padre, él ya estaba agonizando. Lo último que dijo es que esperaba que sus hijos, tuvieran paciencia y prudencia. No se refirió solo a mí en su despedida y ahora entiendo que es porque también pensó en ti.

Mi cuerpo comenzó a temblar, a pesar de todo, padre pensó en mí, solo entonces comprendí por qué era tan riesgoso que me tuvieran en Rosnia.

—Y después le dejó el reino a Valentina. A decir verdad, no hace mucho acabamos de enterarnos. —Rio nervioso mientras aspiraba aire— Acabo de volver de donde tuvimos que ocultarnos y al llegar, lo primero que me dicen es que dio órdenes de que no nos entregara la corona hasta que no estuviéramos a salvo —contó, eso explicaba un poco, pero aún no me fiaba—, pero esto aún no se ha dado a conocer. Para el resto del país, seguimos desaparecidos.

—¿Qué hay de mí? —pregunté con los mismos nervios de él— Yo soy un rumor y tú estás desaparecido. ¿Cómo vamos a salir de nuestro escondite?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.