Los días pasaron y se acercaba el día del encuentro en “El punto”. Las naciones invitadas no solo eran Rosnia y Saltori, también se presentaría el país de donde pertenecía mi madre; Fairspren. Las tres naciones eran parte de los archipiélagos de Volmos, un conjunto de islas cuyos territorios albergaban naciones pequeñas, pero importantes. Aquí convivían los tres reinos mayormente en paz, siendo Fairspren la que menos participaba en situaciones bélicas, aunque al ser la más grande turísticamente hablando, tenía más economía que las otras dos.
Y no era para menos, mientras Rosnia y Saltori compartían territorio en la isla, Fairspren era independiente en cuanto a turismo.
Sin embargo, Saltori y Fairspren tenían una mejor relación que Rosnia, y en parte se debía al matrimonio de mis padres, pues mi padre, el rey había decidido casarse con mi madre, la segunda princesa de Fairspren, convirtiéndola en la reina de Saltori.
En aquel entonces Rosnia estaba en conflictos internos entre el rey tirano y su hijo, así que las otras dos naciones se fortalecieron.
Madre estaba emocionada porque se encontraría con su hermano, mi tío, el rey Velmar de Fairspren y el resto de nuestra familia, yo debía ser honesto, hacía mucho que no los veía y por tanto no los recordaba.
Algo me decía que sería una noche bastante curiosa y tampoco iba a negarlo, me sentía nervioso.
Poco a poco los invitados fueron llegando, no solo las familias reales eran invitadas, también los principales miembros de los consejos de cada reino.
Las cortes y consejos entraban por la gran puerta del palacio. Podía reconocer algunas caras, tanto de Saltori como de Fairspren, pues seguían siendo amistades de la familia por parte de mi madre, pero de Rosnia era donde mayormente llamaban la atención.
Había varias caras poco conocidas, otras que acababan de ascender a la corte y según escuchaba, se notaba la ausencia de otras tantas. No era para menos, los últimos meses de guerra civil interna habían generado muchos cambios en su alta sociedad…
Pero eso no acababa ahí, según entendí de padre, la mayor sorpresa hasta ahora se presentó cuando el líder de Los Altos de Pimes, la tribu que jamás había rendido tributo a una familia real de Rosnia llegó junto con su propio consejo. Entonces los murmullos no se hicieron esperar, era algo histórico. Sin embargo, no acompañaban a la reina madre, Viandra de Rosnia.
Es más, me atrevía a decir que estaba haciendo un esfuerzo enorme por no demostrar sus verdaderos sentimientos cada que una casa real de su reino se presentaba.
Todos reverenciaban a la reina madre, aunque iba sola. Su hijo aún no llegaba, pero eso no fue lo sorprendente de la recepción, fue ver entrar al líder de la tribu acompañado de la chica guardaespaldas. La recordé enseguida.
—La noche acaba de ponerse interesante —susurró padre a mi lado.
Nos dirigimos al salón principal, ahí ya estaban reservados los lugares. Por orden me sentaría a un costado de mi hermano. De frente, mi tío, el rey Velmar de Fairspren y dos de sus hijos, mis primos Theo y Camila.
Me imagino que Farah, mi otra prima, no pudo presentarse.
Del otro lado de la sala, la reina madre tomaba asiento, pero su lado había dos asientos más, ambos vacíos. Hizo amago de ocupar los lugares, pero al parecer recibió una indicación y tuvo que dejarlos pendientes. Por un momento creí que serían para el líder de la tribu, pero él se posicionó a un costado.
Y así la noche comenzó. Entre las naciones hubo reverencias hacia sus gobernantes y los meseros comenzaron a pasar con bandejas de bocadillos y bebidas. Era mi primera vez en una cena así, por lo que no sabía que esperar, en realidad tampoco Donovan, no habíamos vivido una situación por la cual se reunieran de esta manera las naciones en los últimos veinte años.
Aunque la gran incógnita de la noche era el hecho de que el príncipe Stefan aun no estuviera presente, siendo él, nuestro anfitrión. Así que pronto fue la reina madre quién se levantó iniciar un breve discurso.
—Primero que nada —comenzó—, gracias a todos por estar aquí.
Los reyes de las otras dos naciones alzaron sus copas.
—Lamentablemente, en el reino hemos tenido malos entendidos en los últimos meses —dijo sin mirar a nadie en específico—, pero la razón pudo más y es por eso que estamos aquí presentes, reunidos para celebrar el regreso de mi hijo, el heredero…
Entonces se acercó la chica guardaespaldas y susurro algo al oído. La reina se volvió confundida y ella no se movió.
Nos miró con una sonrisa nerviosa y se dirigió de nuevo a la guardia para cederle la palabra, la chica, bajita pero muy segura de sí misma, se acomodó un escalón más arriba en el pequeño estrado y siguió con el discurso.
—Me disculpo la interrupción —dijo—, pero, su alteza, el príncipe Stefan pidió que esta noche fuese especial y quería presentar una entrada tal como solo él puede hacerlo —explicó sonriente—. Como sabrán, Rosnia se vio envuelta en conflictos internos que lamentablemente condenaron la vida del anterior rey y miembros de su familia.
Como olvidarlo, la noticia sucumbió en los archipiélagos y sobre todo en Stella…
—Pero el rey antes de morir, me pidió un favor —nuevamente se hizo silencio seguido de un gesto de sorpresa. ¿Le pidió un favor a la guardia?— El difunto rey Edwin amaba a sus hijos e hizo lo que hizo para protegerlos, personalmente me pidió cuidarlos y no entregar el reino hasta que estuvieran listos para tomar posesión.
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Editado: 30.07.2025