La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

132. Dorian

No voy a mentir, estaba tan sorprendido que no disimule en absoluto. Por la entrada principal, iban caminando el príncipe heredero Stefan acompañado del brazo por su hermana. Stella, mi Stella, la misma que yo conocía, vestida como lo que siempre ha sido; una princesa.

Mientras él entraba con seguridad y una sonrisa de satisfacción en el rostro, ella se veía más cohibida, pero al mismo tiempo protegida por su hermano.

Ambos portaban los mismos colores, un azul marino que dejaba en claro que eran los herederos y, por si fuera poco, los nobles de Rosnia enmudecieron al verlos. No solo el heredero estaba vivo, sino también la princesa de los rumores existía y para colmo de males para sus adversarios, eran un equipo en conjunto.

—Me satisface tener sus atenciones —comentó el príncipe Stefan atento a cada una de las reacciones de los presentes.

Caminaron juntos hasta acercarse a donde la chica guardaespaldas quien les brindo una reverencia y cedió la palabra.

—Queridos amigos, esta noche, la lleve a cabo con el propósito, de presentar oficialmente mi regreso a la línea de sucesión y… —hizo una pausa para observarnos a todos sin dejar de lado esa sonrisa triunfante en el rostro— no solo eso… sino aclarar lo que se dice alrededor de nosotros. Durante años, se han hablado rumores sobre una niña que desapareció, de una sombra en nuestra historia. Algunos la llamaron invención. Otros, amenaza, pero hoy, yo la llamo por su nombre. Permítanme presentarles a mi hermana. Stella De Vires, tercera hija del rey Edwin y legítima princesa de Rosnia.

La familia real de Fairspren fue la primera en aplaudir, después le siguieron los Altos de Pimes, a continuación, mis padres y con ellos el resto de los presentes de los reinos con excepción algunos cuantos de Rosnia que notablemente acababan de verse envueltos en una trampa. Entre ellos la reina madre que no ocultaba su irritación ya sea contra Stella o contra Stefan o quizá contra ambos.

—A partir de hoy, mi hermana se une oficialmente a la familia real. Y cualquier ataque, palabra o intento de cuestionar su legitimidad… será tratado como traición. —Hizo una pausa, misma donde varios se mantuvieron en silencio— Ahora, permítanme hablarles de mí —volvió a tomar la palabra, esta vez más serio, pero igual de firme—. Soy consciente de lo que se dice alrededor de mí. No negaré mis orígenes, fui criado por el rey tirano, —algunas expresiones temerosas entre los nobles de Rosnia se hicieron presentes, pero el príncipe no los miró y continuó su discurso— pero también fui criado por mi padre, por mi hermano y por mi nana, la última sobreviviente de la anterior familia real. —En ese momento todos lo miraron expectante, nadie hablaba de la masacre a la anterior familia real— Y si algo he aprendido en todo este tiempo, es que no puedo ser un buen gobernante si no aprendo de los errores de mis antecesores y sobre todo de los míos. Soy el legítimo heredero al trono y miembro de la casa De Vires. Se de sobra el historial de mi familia, pero les aseguro que yo no soy como mi padre, un títere de los nobles, no puedo ser mi hermano —tanto él como Stella denostaron tristeza, pero siguió hablando— quien tenía ideas magnificas sobre nuestro país y definitivamente no seré como mi abuelo, un dictador. Ahora sé que el miedo que el rey tirano provocó, hizo que los inocentes pagáramos el precio. Querían desaparecernos y en su paso me arrebataron a mi hermano, hicieron invisible a mi hermana —Stella bajo la mirada— y mataron a mi padre. Casi acaban conmigo, pero sobreviví y quiero pensar que es porque puedo hacerle un bien a mi reino. —Miró a los nobles de Rosnia, muchos de ellos ya lo miraban con admiración y otros pocos aún se negaban, pero eso no lo detuvo— Yo, Stefan de Vires, soy el primer heredero de Rosnia que logró unificar al reino con los Altos de Pimes, también estoy dispuesto a realizar los cambios que sean necesarios para limpiar la imagen de nuestra nación y sé que no puedo prometer perfección, pero hare todo lo que este en mis manos por el bien del reino.

En ese momento, para sorpresa de todos, el jefe de la tribu se inclinó para reverenciar al príncipe, lo que causó conmoción a todos, a él le siguieron otros nobles de Rosnia y de poco en poco también las familias reales le hicieron una reverencia, Stefan no lo esperaba, su rostro conmocionado lo delataba, pero tomo fuerza para seguir hablando, aunque ya no era necesario, había logrado su cometido.

A ellos se unió Stella quien lo veía orgullosa y poco a poco el lugar se llenó de aplausos. Fairspren eran los más entusiastas, mi madre también le veía orgullosa como si fuera otro de sus hijos y varios de los nobles de Rosnia cedieron ante el discurso de su próximo gobernante. Estaba claro. El príncipe Stefan, contra todo pronóstico logró retomar su puesto y dar una pequeña probada de porque merecía ser el próximo rey de su país.

Ahora lo notaba, a diferencia de su hermano, él tenía más carácter, más audacia y quizá más seriedad, pero también más valentía.

No iba a negarlo, incluso a mí me había convencido, inspirado y dejado en claro, que Stella estaba en buenas manos. Mientras también le aplaudía, él regreso con su hermana, para tomarla del brazo, ella le vía orgullosa, feliz. De nuevo era la Stella que recordaba, pero con algo diferente, algo que la hacía lucir más fuerte.

Stefan le sonrió antes de agradecer con la mirada a la reina. Aun debía demostrar mucho, pero lo primero ya lo había logrado con reunir a los Altos de Pimes.

Mientras estaba la ovación, noté como alguien se retiraba de mi lado. Donovan iba camino a los pasillos, por un momento lo había olvidado, lo mucho que odiaba sentirse desplazado y muy seguramente, con el logro que acababa de obtener el heredero de Rosnia, nuevamente sería objeto de comparaciones…




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