La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

135. Stella

Escuché el disparo, Simón me miró y no dude en ir a donde Stefan hablaría con su madre, pesé a que Vale me pidió que no me preocupara, ahí estaba yo corriendo a donde ellos.

Encontré en el camino a los guardias llevándose a Viandra arrestada, no fui la única que los miró, pero si probablemente la única que sabía el porqué.

Apenas pasé a su lado, me dedicó una mirada de desdén y no solo eso.

—Ojalá nunca hubieras aparecido —murmuró con odio—. Ojalá tu padre te hubiera vendido antes.

La observe confusa, ¿me hubiera vendido?

Simón me puso las manos en los hombros y susurro.

—Esta dolida. No le hagas caso, ahora estas a salvo.

Asentí. Tenía razón. Nada malo iba a pasarme.

Entonces continue con mi camino. Pronto llegué al lugar y sin pensarlo, apenas entré abrace a Stefan. Estaba bien, Valentina que siempre estaba ahí lo mantenía a salvo, es decir, lo sabía, pero no dejaba de sentirme preocupada por ellos.

Mi hermano me correspondió y me abrazó todavía más fuerte.

—Todo está bien, se acabó —susurró sobre mi cabeza y yo asentí—. De ahora en adelante, somos tú y yo.

—Y Simón y Valentina —le recordé, optimista y él soltó una pequeña risa.

—Y Simón y Valentina —reiteró más tranquilo.

Stefan me sonrió.

Podíamos relajarnos el resto de la noche. El paso más largo ya lo habíamos dado.

Entonces volvimos al salón principal. Simón y Vale que nos habían dejado a solas para aclarar lo sucedido, nos recibieron más confiados.

Y entonces el resto de la noche, Stefan no me soltó sin antes presentarme a todos como su preciada hermana menor. Los reyes de Fairspren fueron los primeros en acercarse a nosotros para felicitarnos, a mí por ingresar a la alta sociedad de Rosnia y a mi hermano por su valentía de recuperar el trono.

Stefan podía simular estar agradecido y que no era nada, pero la verdad es que estaba nervioso y sentía mucha modestia.

Más y más nobles se acercaron a hablar con nosotros en distintas ocasiones durante la velada. A simple vista, parecía una cita muy amena, fuera del incidente anterior y estaba rindiendo frutos el como preparamos la noticia de mi existencia.

Nos despedíamos de algunos y no tardaban otros más en conversar con nosotros. Casi todos resaltaban nuestro gran parecido.

Y, sin embargo, eso no era lo único que teníamos en común.

A lo lejos con dirección hacía nosotros, venían dos jóvenes. Una chica de cabello claro con una sonrisa emocionada en el rostro y a quien supuse que era su hermano… Alex.

—¡Ay, no! —chillamos Stefan y yo al mismo tiempo.

Stefan me miró y yo a él.

—¿Los conoces? —volvimos a coincidir.

—El chico, asiste a mi colegio —explique.

—Su hermana no dejaba de acosarme en cada evento —contó con disgusto.

—Pues vienen para acá.

—Finge que hablamos.

—¡Estamos hablando!

—¡Sus altezas! —chilló la chica intentando tomar el brazo de mi hermano, pero este la esquivo sutilmente.

—Lady Lillian —saludo Stefan con una sonrisa muy, pero muy fingida— y…

—Mi hermanito, Alex Montspiller —presentó lady Lillian y Alex nos reverencio—. Tiene una hermana preciosa. —Sonreí por cortesía— Deberíamos salir juntas, podríamos llevarnos de maravilla como futuras cuñadas.

Stefan carraspeo y yo no pude ocultar mi sorpresa.

—No, ella no estudia aquí y cuando viene esta ocupada —se apresuró a decir Stefan.

—Muy ocupada, quizá a futuro —añadí siguiéndole el juego—. Muy a futuro —susurré.

—¿Te permitieron volver al colegio? —preguntó Alex de pronto y yo me maldije por hablar antes de tiempo— Eso es genial, nos volveremos a ver.

—¿Nos? —cuestionó Stefan y Alex tragó saliva.

Alex quiso acomodar sus palabras, pero fue su hermana quien interrumpió con un comentario lleno de alegría como si hubiera descubierto lo más maravilloso de este mundo.

—¡Si, “nos”! Podríamos ir juntos a visitarlos y salir en citas los cuatro.

Stefan y yo abrimos bien los ojos.

No, de ninguna manera.

—Yo, no creo… —comenzó mi hermano y Lady Lillian intentó tocarlo de nuevo, pero una vez más no lo logro.

—¡Sin tocar, sin tocar! —Apareció de pronto Vale haciendo que Lady Lillian retrocediera de inmediato— ¡Aquí estaban! —dijo al tiempo que se interponía frente a Stefan y mientras nos hacía caminar— no hagan esperar a sus invitados.

—Pff, el guardia —respingo Lady Lillian, pero pronto la observó bien y su gesto cambio a uno de confusión— ¿No eras un chico?

—Quizá soy trasvesti —respondio Vale, encogiendose de hombres y tanto Stefan como yo tuvimos que reprimir las ganas de reir— ¿Se hizo algo en el cabello?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.