Me sentía tan, pero tan enojado que poco me importó tener que irrumpir en los vestidores. Había buscado por toda la escuela, incluso creí que estarían entrenando, pero su hora se había acabado, así que muy seguramente estaban cambiándose el uniforme.
Primero Stella leyendo mi pasado con Becca, después los gemidos en el salón del comité me dieron una mala pasada y ahora este imbécil me hacía enojar, pero no se iba a quedar así. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan enojado, lo suficiente como para no poder contenerme.
Pronto escuché las risas de los jugadores, yo tenía razón.
—Solo es la hija bastarda de un rey —escuché decir a Alex—. Le hice un favor al fijarme en ella.
Ahí estaba la cereza del pastel. Sin dudarlo, abrí la puerta con fuerza, todos volvieron a verme, Alex se levantó asombrado y quiso disimular con una sonrisa, pero yo no se lo permití.
No lo pensé dos veces y le di un buen puñetazo justo en la mandíbula, lo tiré de un solo golpe. Otros jugadores se levantaron asombrados, unos ayudándolo y otros se plantaron frente a mí. Alex se levantó riendo, con la mano sobre la boca mientras se limpiaba el hilillo de sangre.
—¡Vaya! Su alteza no está en sus cabales el día de hoy.
—Solo eres el hijo de un marques de segunda, te hice un favor al arreglarte la cara.
El rostro de Alex se transformó en uno de furia, se me fue encima, yo lo esquive y así empezó la pelea entre los dos. Logró darme un par de puñetazos en la mandíbula y otro más en el estómago, pero yo no me dejé, también hice lo propio.
Estaba por darle otro golpe más cuando un par de brazos me detuvieron, lo mismo con Alex, sus compañeros trataron de pararlo y así nos separaron.
—¡Dorian, basta, por favor no sigas! —Era la voz de Franky, pero estaba tan enojado que seguí forcejeando.
—Debería hacerle caso, “su alteza” —se burló Alex—. No querrá perder el único valor que tiene; su bonita cara.
De nuevo trate de zafarme, pero Conner apretó su agarre.
—¡Suéltenme! —ordené a mis amigos, pero estos no cedieron.
—¡No! —gritaron.
Del otro lado Alex seguía sonriendo aun cuando estaba bajo la misma situación que yo.
—Puedes burlarte lo que quieras, igual ya te rechazaron. No una, sino dos veces. Te quedaste sin el botín de oro —contesté con la misma socarronería.
Una vez más, su rostro se transformó y logro librarse de sus amigos, estuvo tan cerca de tocarme, de no ser porque Stella se puso justo enfrente de mí. Solo entonces Alex se detuvo y yo también.
—¡Basta! —gritó enojada, jadeaba. Había corrido para alcanzarnos— Ya fue suficiente.
—Quizá la princesa quiera dar clases de modales a “su alteza” —inquirió Alex para hacerme enojar.
El tipo se acercó a ella y quiso colocarle una mano en el mentón, yo estuve por volver a forcejear de no ser porque Stella hizo lo suyo. No solo le esquivo la mano, sino que le dio un puñetazo limpio en la cara y por su fuera poco, cuando se agacho aprovechó para darle un rodillazo en el estómago, o ¿quizá era más abajo? El punto es que Alex no pudo levantarse y no solo él no pudo moverse, ningún presente pudo hacerlo de lo sorprendidos que estábamos.
—Quizá la princesa sepa defenderse sola —replicó—. No vuelvas a molestar a mi novio.
Acto seguido me tomó de la mano y me jalo consigo, me llevó en dirección contraria. Conner y Franky también nos siguieron. Ninguno, ni siquiera los jugadores del equipo dijo algo. Definitivamente, nadie lo veía venir.
—¿Dónde aprendiste a hacer eso? —preguntó Conner en un susurro.
—Alguien cercana me enseñó —contestó Stella igual de enojada.
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Editado: 12.08.2025