La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

144. Dorian

—Tu guardia me da miedo —dijo Vicky al tiempo que daba un sorbo a su bebida.

—Es la mejor —reconocí.

—Pero es muy ruda. ¿Acaso no vieron su rostro? ¡¿Cómo puedes estar tan tranquila?!

—Es más amable de lo que parece —respondió Stella con una sonrisa.

Ella y yo esperábamos nuestra orden de pastel mientras Vicky succionaba su batido con mucho esmero.

—A mí también me da miedo —añadió Conner sin dejar de comer de su pay, había sido el primero en llegar, pedir y comenzar a comer sin esperarnos.

—Es bonita —reconoció Franky—, pero es ruda. Dorian, ¿cómo es que a ti no te dio miedo?

Yo que había tomado un sorbo de mi bebida, baje el vaso pensando en mi respuesta. No es que no me hubiera estremecido con la amenaza de su guardia, aun cuando no era para mí, pero también le había visto el lado más amable estando con Stella.

Así que no. De ella no tenía miedo. De su hermano sí.

—Ella no me preocupa —respondí con cautela.

—Tiene razón, es el príncipe Stefan el que le da miedo —atinó Conner y tanto Franky como Vicky coincidieron con él.

Entrecerré los ojos por la manera tan banal que tomaban mi comentario. Percibía el tono burlesco. Los observé y los tres comenzaron a reír.

—No les hagas caso, tampoco es tan malo —dijo Stella tomando mi mano por debajo de la mesa.

—Simplemente, no te tolera —agregó Vicky y de nuevo mis amigos se rieron.

Stella meneo un poco la cabeza y yo farfullé. No cabía duda de que sería su comidilla el resto de la tarde.

Por fin creía que estábamos pasando un momento de calma y por un lado no me equivocaba, pero algunas palabras de Becca no dejaban de darme vueltas la cabeza. Fue sincera al decir que tendría que cuidar a Stella incluso dentro del colegio y esa misma noche, antes de despedirnos, mi princesa habló conmigo.

Me explicó lo que antes le mencionó Alex, también le conté de aquella vez que me provocó y lo que dijo afuera de la enfermería hace tiempo.

Aunque su hermano, el príncipe, no se oponía a nuestra relación, el problema venía conmigo; mi padre y el compromiso arreglado del que me encontraba buscando la manera de romperlo.

Y, por otro lado, Stella también tenía fuertes sospechas de que algo más grande se estaba moviendo, por la manera en que su guardia se negó a contarle lo que de verdad sucedió con el asunto de la cadena y de las drogas.

Si eso le preocupaba, no iba a atormentarla más, así que decidimos que, al menos este ultimo año escolar (que pronto comenzaría), lo mejor sería mantener nuestra relación en secreto dentro de la escuela.

Cada vez se hacía más grande la noticia de Vero como mi prometida y de Stella como la futura codicia de su reino. Era una suerte saber que Vero no se sentía incomoda sobre mí y Stella, porque ella también tenía su secreto con Roen y todos creíamos que lo mejor era mantenerlo entre nosotros.

Stella era muy feliz conmigo y yo era increíblemente dichoso a su lado.

Y, sin embargo, debíamos mantenerlo secreto, por ahora. Solo nuestros amigos, Stella y yo sabríamos la verdad.




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