La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

159. Dorian

—¿Tardaremos mucho? —le pregunté al chofer al ver que no avanzaba.

—Es por la fecha, su alteza. Este fin de semana se celebra el festival de primavera en la frontera —explicó—. Me disculpo, debí tomar la ruta alterna.

—Está bien, no sabíamos que el tráfico sería tan grande —tranquilicé a mi chofer.

A este paso no llegaría ni a la salida al antro con los chicos.

Suspire.

Aún quedaban dos días más, aun podía pasarla bien con los chicos, aún podía ver a Stella usar el vestido verde que le regale.

Aún podía disfrutar de este viaje a su lado.

Me recargué sobre mi asiento. Quizá una pequeña siesta antes de llegar me vendría bien. Me acerque a mi chofer de nuevo y le informe que descansaría mientras tanto.

O eso intenté, porque siempre existe esa sensación de algo que sucede, pero que no tienes el control para pararlo. Así me sentía.

Solo esperaba que Stella y el resto de los chicos estuvieran bien.

Me preguntaba como la había estado pasando mientras tanto. Moría por verla.

Sin embargo, apenas llegue no fue emoción lo que me invadió, sino temor.

—¿Qué?

—Entendí que saldría, creí que habías llegado y estabas con ella —explicó Vicky muy alarmada.

Miré a Franky y este estaba igual de asustado que Vicky.

—Yo recibí tu mensaje, pensé que con decir que habías llegado te referías al antro. Discúlpame, no debí dejarla sola.

—Yo tampoco —añadió Conner.

—Yo menos, yo nunca la dejo sola —chilló Vicky, las lágrimas comenzaron a salir, le creía, todo fue una confusión, no era capaz de abandonarla y sabía que se sentía fatal. Franky se acercó a abrazarla por encima del hombro— Ya intenté comunicarme con ella, pero la llamada no entra —añadió desesperada—. También llamé a su hermano, estaría por aquí estos días, probablemente logró comunicarse con él.

—Iré por ella —dije sin dudarlo, no estaría tranquilo hasta encontrarla—. Quédate aquí por si vuelve por su cuenta.

—Está bien, llevaba el vestido verde que le regalaste, así podrás reconocerla.

—De acuerdo y no digas nada, no quiero que arruinen mi búsqueda —pedí mirando de soslayo al resto de nuestros compañeros que comenzaban a sospechar.

—Franky me acompañará y que Conner se quede contigo.

—De acuerdo.

—Vamos. —Me acerque a Franky que yacía afuera llamando un taxi— Conner, quédate con Vicky, Franky acompáñame.

—Si nos dividimos podremos encontrarla más rápido —mencionó mi amigo.

—Buena idea, iré por la calle principal, ve por la ruta alternativa.

Así fue como nos separamos y cada uno tomó un rumbo distinto en busca de Stella, Estaba asustado, sí, y hasta un tanto molesto, pero tampoco podía soltar toda la carga en ellos. Fue una confusión de parte de todos y en esos momentos era más grande mi desesperación por encontrarla que el disgusto que sentía.

Llegué hasta el antro donde habían ido, sin despedir el taxi, di un rápido vistazo, quizá se había quedado hasta que alguien llegará por ella… pero no fue así. Entonces volví a subir y pedí que avanzara por la calle principal del otro lado del camellón.

¿Dónde estás?

No podía dejar que el miedo me dominará. Miraba por la ventana en búsqueda de su pelo o vestido, sabía que la reconocería pronto, aún más cuando la vi forcejear contra dos tipos.

—Aquí por favor —pedí al taxista, le arrojé un par de billetes y salí corriendo.

Me desquité por primera vez en esa noche contra esos tipos.




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