Cuando Donovan apretó mi brazo sentí temor. Estuve a nada de gritar y en ese instante, como fiel protectora, llegó Valentina a mi rescate.
Le arrebato el brazo que no pude mover y pesé a que toda nuestra escena no fue percibida por el resto de los invitados, una mirada suya basto como advertencia.
Estaba aquí otra vez, en el presente, intentando dispersar las imágenes tan vividas que leí a su tacto.
Presté atención en contra de mi miedo y las ganas enormes de temblar y encontré en Vale una mirada amenazante y en Donovan una más seria, no se burlaba, pero tampoco intentaba bajar los ojos. Era más bien resentimiento.
Si el príncipe intentó decir algo, Valentina me tomó de los brazos y me llevó consigo. No le dimos derecho a replicar y por un lado se lo agradecía.
No fue hasta que estuvimos a solas las dos que me di cuenta que en realidad si estaba temblando y mi respiración comenzaba a agitarse.
Fue el suave tacto de Vale quien me trajo al presente al verme tan pérdida.
Ella me miraba con compasión y con mucha paciencia.
¿Me entendía?
Debía hacerlo, me preguntaba cuantas veces vivió algo muy similar a lo que yo en estos momentos.
—Respira profundo —comentó tomando mis manos entre las suya—. Y suelta. Una vez más. —Le hice caso, sentí que empezaba a calmarme—. Muy bien. Ahora dime. ¿Qué fue lo que viste?
***
Esa noche no alcanzaríamos a llegar a mi casa en Saltori. No supe como obtuve la voz para contarle lo que vi, pero Vale asentía muy atenta a cada palabra mía. Existía muchísima confianza y por un momento me apacigüe.
Pronto llegó Stefan a acompañarnos, lo tranquilizamos también ya que venía alterado después de ver como Valentina me alejaba de Donovan.
Después de asegurarles que estaba bien, tuvimos que retornarnos. No vi por ningún lado a Dorian, debía estar con su madre del otro lado del salón y era mejor así, de encontrarme se daría cuenta de que algo me perturbaba y tampoco quería preocuparlo.
Vale nos había reservado habitaciones en un hotel. Al día siguiente partiríamos y me dejarían en mi casa de Saltori ya que tendría que organizarme para volver al colegio.
La casa donde ahora vivía con Doris era más grande y más lujosa, digna de una princesa. Stefan la consiguió para mí, pesé a que pasaba la mayor parte de mi tiempo en el colegio.
Y en la soledad de mi habitación, analizando lo que vi, solo lograba sentirme… contrariada. Dorian estaba fuera de peligro, pero no me sentía satisfecha, reconocía este sentimiento, eran la misma ansiedad y el mismo temor que sentí cuando Eddy estuvo a punto de morir y no quería revivirlo.
Lo que vi cuando toque a su hermano… no sabría decir si era su imaginación o el futuro y eso me aterraba.
Amaba tanto a Dorian, pero no quería vivir en este constante miedo por él.
Tenía que hacer algo, estaba segura de ello… o quizá solo estaba exagerando, simplemente estaba nerviosa porque la última vez todo salió mal…
Inhalé hondo y solté el aire poco a poco. Estaría bien, sí, todo lo estaría, solo eran los enfermos deseos de Donovan haciendo mella en mí, pensé.
Intenté dormir, pero el miedo no dio tregua y solo me trajo pesadillas. Sin poder controlarlo, me desperté en más de una ocasión y ansiaba que se hiciera de día.
La situación no mejoró. Pronto tendría que arreglarme y arreglar mis cosas para volver al colegio por la tarde… pero no lo hice.
Después de despedirme de mi hermano, entre a casa y ahí estaba, en la sala esperándome, con la pierna recargada una sobre otra y comiendo de los postres que Doris preparó.
—Tenemos visitas —anunció mi tutora con temor, era la primera vez que la veía cohibida y cuando me asome al umbral, Donovan nos sonreía.
Era una sonrisa de satisfacción. ¿Por qué?
Para empezar, ¿qué le traía aquí conmigo?
Saliendo un poco de mi ensimismamiento, hice una reverencia y saludé.
—Su alteza.
—Princesa —respondió él sin cortesía o reverencia—. La estaba esperando.
Señaló el sillón contiguo como si esta fuera su casa y no la mía.
—¿Puedo ayudarle en algo? —pregunté y él miró a Doris, esta salió de la habitación sin decir palabra alguna, desde ese momento las alarmas en mi se dispararon.
—¿Pensó en lo que le dije?
Negué con la cabeza. Él también meneo la suya y se acercó a probar un pastelillo.
—Si la pusiera a elegir, a quien preferiría con vida, ¿a su hermano o al mío?
—¿Cómo?
Donovan sonrió con malicia y yo me estremecí.
—Entonces… ¿no tiene mayor cercanía con mi hermano?
—Somos amigos.
—¿Solo eso? Porque últimamente pasan demasiado tiempo a solas en la cabaña de Dorian.
No me asuste, pero si me dejó pasmada. Tenía que responder algo rápido. Hice una sonrisa de lado y dije:
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Editado: 12.08.2025