—¿Un accidente? —pregunté alarmada y Conner asintió con la cabeza.
—Primero cálmate —pidió Vicky tomándome de los brazos, pero no podía hacerlo, las palabras de Donovan vinieron a mi mente—. El auto que lo traía hacia el colegio tuvo un accidente…
—Pero está bien, eso me dijo la reina —añadió Franky para apaciguarme—. No pasó de rasguños y un brazo lastimado.
De igual manera no me tranquilizaba. No era parte de las imágenes que vi de Donovan, pero sí sabía perfectamente que podría venir de él.
—Iremos a verlo, ¿quieres venir?
—¡Sí!
Por la fuerza en que respondí, Conner, Franky y Vicky se me quedaron viendo, pero después lo atribuyeron a mi notable cariño por él. No es que no fuese el caso, pero también había mucha verdad en que la ansiedad me estaba matando.
No iríamos al castillo, sino al piso del hospital privado donde atendían a Dorian.
Al llegar, quizá fue impulsivo, pero lo primero que se me ocurrió fue abrazarlo por el cuello. Estaba bien, tenía un brazo lastimado y usaba un cabestrillo. También se le veían algunos rasguños en la cara.
Yo me sentía fatal por él y a cambio, Dorian me sonreía con amor. No disimulaba su emoción por verme.
—No paso a mayores —comentó para calmarme—. Usaré el cabestrillo durante unas pocas semanas, estaré como nuevo en mi cumpleaños.
Asentí entendiendo sus palabras.
Le creía.
Sonreí débilmente, solo necesitaba recuperar mi confianza.
Cuando me levanté para mirar atrás. Su madre, la reina, nos observaba preocupada, comprendí que se daba cuenta de nuestra cercanía, a pesar de que a Dorian no le importaba que pudiéramos ser obvios.
Luego nos informó que nos dejaría a solas y salió de la habitación.
—No veremos las estrellas hoy —comentó Dorian con una sonrisa lastimera.
—Tonto. Ese es el menor de los problemas —reclamó Vicky y los chicos se rieron.
No quería, pero me disculpe un momento. Les dije que iría al baño y dejé que los chicos se quedarán con él.
Entonces salí del cuarto y busqué a la reina, necesitaba hablar con ella.
Necesitaba pedirle que permitieran salir a Dorian del país.
—Su majestad —le hable al verla esperar en los sillones del pasillo—. ¿Puedo hablar un momento con usted?
Ella me sonrió tiernamente y se hizo a un lado para dejarme tomar asiento.
—Me encantaría conversar contigo.
Sentí confianza, así que me acerque y trague saliva. No sabía por dónde comenzar, pero era fundamental convencerla para recibir su apoyo.
—Y bien, ¿de qué deseas hablar conmigo?
Suspiré hondo. No sería fácil decirlo.
—Yo… —comencé con la voz débil, pero volví a tomar aire y esta vez me obligue a ser más fuerte— yo… me gustaría que Dorian vaya a Rosnia.
—¿De vacaciones?
—No, a vivir… —La reina me dedicó una mirada confundida y me mordí los labios buscando la mejor explicación— Mi hermano tiene planes de reacomodar la corte y ambos quisiéramos que Dorian sea parte…
—¿De su corte?
—Sí.
Tenía un rostro tan tierno, sublime y a la vez imperturbable que no se burló, pero tampoco mostro sorpresa. Me di cuenta el parecido físico que tenía con su hijo. Compartían los ojos amables, así como el color, el cabello también era ondulado y castaño oscuro, que le llegaba un poco más debajo de su mentón y a diferencia de Dorian, ella irradiaba cariño maternal.
—¿Dorian que piensa, lo sabe?
No, no se lo había propuesto, aún. Debió notar la respuesta en mi mirada porque tuvo que añadir sin reproche.
—Ya veo. Seguramente él piensa pedirle lo mismo a tu hermano para ti aquí en Saltori. —Alce la vista bastante confundida y ella me sonrió— Por la manera en que se miran, sé que existe algo más que amistad entre ustedes.
Entonces me ruborice. ¿Qué pensaría de mi intromisión en sus planes de casar a Dorian con Verónica? Una vez más debió notar la vergüenza en mi rostro porque dejó escapar una tierna carcajada y me pidió que me tranquilizara.
—Sé de sobra que Dorian no desea ese compromiso —añadió como si leyera mi mente—. Si te soy sincera, me preguntaba cuanto tiempo iba a tardar en cancelarlo. Comenzaba a preocuparme que se comportará demasiado tranquilo.
—Entonces… ¿no le molesta? —Ella negó con la cabeza— ¿Puedo contar con su apoyo?
Una vez más me sonrió con ternura. Yo no dejaba de jugar con mis dedos. Me sentía demasiado nerviosa pese a la amabilidad que la reina me brindaba.
—Dime, ¿por qué Rosnia y no Saltori? —preguntó curiosa.
Esta iba a ser la parte difícil.
Me lo pensé.
¿Cómo decirlo?
Bien podría haber sido una coincidencia, pero no dejaba de darme vueltas la cabeza que pudo haber sido planeado el accidente.
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Editado: 01.08.2025