La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

179. Stella

Apenas vi que Dorian se desplomó, en vivo y frente a mis ojos, el miedo más grande que había sentido en la vida, volvió a mí.

La primera vez fue cuando perdí a Edmundo y la segunda ahora mismo cuando casi veo morir a Dorian.

Quise gritar su nombre, pero el sonido se ahogó en mi garganta, llenándome de miedo y desesperación. De mí solo salieron gemidos aterrados y me falto la respiración.

Intenté llegar a él, pero Stefan me lo impidió.

—Aquí no —murmuro bloqueándome el paso como un abrazo—. No es bueno que demuestren cuál es su relación. Me encargaré de acercarte.

Estuve a nada de repelar, pero a un costado sentí el movimiento de una persona; Valentina ya iba estaba abriéndose paso para llegar hasta donde Dorian escupía sangre, le inclino la cabeza y le hizo beber algo. Después le dio indicaciones a la reina y esta asentía con el mismo miedo que yo tenía en ese instante.

—Déselo usted —prácticamente ordenó tomando con las dos manos la de la reina Margaret.

En otras circunstancias cualquiera se hubiera ofendido porque una plebeya usaba un tono autoritario con la reina, pero estábamos hablando de salvarle la vida a su hijo, nadie cuestionó su manera de actuar.

Entonces Vale se puso de pie y dejó que entre varios guardias e invitados cercanos se llevaran a Dorian a una habitación cercana. La reina corrió detrás de ellos. Solo entonces sentí como mis piernas tambaleaban. Tenía miedo, mucho miedo, estuve a nada de perder a Dorian y gracias a Vale lo tendría con vida.

Nunca jamás iba a terminar de agradecerle lo suficiente.

—Necesito que te repongas —pidió mi hermano en un susurro, él me sostenía y acomodó mi brazo en el suyo, no dejaba de mirar analizar a todos y entendía su desconfianza—. Nos vamos a acercar y cuando encuentre la oportunidad te llevaré con él, pero no debes demostrar su relación, ¿de acuerdo?

Asentí levemente la cabeza y Stefan me apretó fuerte la mano. Me guío con él hasta acercarnos a donde antes estaba Dorian. Ahí el rey daba ordenes, nadie saldría hasta dar con el responsable.

Valentina estaba en medio alzando, olfateando y analizando lo que quedaba de la copa de Dorian con sus manos enguantadas. Debió romperse cuando mi novio cayó.

Nos aproximamos y casi nos dice algo, pero no fuimos los únicos en llegar.

—Bastante conveniente —escuchamos decir al príncipe Donovan que también se acercaba a Valentina. Un gran coraje comenzó a formarse en mí al verlo tan apacible, como si no fuera familia de Dorian, no esperaba preocupación, pero tampoco demasiado desdén—. Hace muy bien su trabajo —añadió provocativo.

Vale se volvió a verlo con un rostro tan serio que por un momento temimos lo que estuviera por decir.

—Siempre estoy preparada para salvar a mi príncipe y a mi princesa y a todo aquel que merezca ser salvado —respondió firme—. Se le llama empatía. Dudo que la conozca —mencionó esto último en voz baja, solo unos pocos escuchamos.

Donovan alzo una ceja y chasqueó la lengua. El rey se acercó y a diferencia de su primer hijo, este si se mostraba agradecido por el rápido actuar de mi guardia.

—Ni todos los tesoros del reino serían suficientes para agradecerle por haber salvado a mi hijo —exclamó conmovido—. Pídame lo que quiera, se lo compensare a cambio.

—Es mi trabajo —respondió Vale con humildad—. Salvar personas, ese es mi deber.

El rey no replicó, estaba demasiado aturdido para seguir. Importaba más hacer la investigación correspondiente y determinar si era en contra solo de Dorian o de alguien más en la sala.

Cuando Stefan y yo nos paramos a un costado de Vale, mi guardia y amiga nos observó y de una sola mirada, ella y Stefan se entendieron, entonces volvió a dirigirse al rey.

—Pero si me permite, su majestad y su alteza —pidió también mirando a Stefan—, me gustaría apoyar con la investigación. Estoy más que cualificada para este tipo de tareas —propuso con una mano en el pecho y mucha determinación.

—Doy fe de ello —combinó mi hermano.

El rey los observó a ambos, lo pensó, se notaba en su cara, pero después me miró a mí, con los ojos esperanzados a que dijera que sí o quizá con el miedo en mi rostro y negó con la cabeza.

—Mi equipo se hará cargo —respondió, cosa que sorprendió a muchos, incluidos nosotros tres—. Le agradezco y le demostraré mi gratitud de otra manera, pero no con esto. Mi gente se hará cargo de la investigación.

Valentina frunció un poco el ceño y Stefan tuvo que ponerle una mano en el hombro para indicarle que debían dejarlo hacer su trabajo.

Lo que sea que pensaban, levanto sospechas en nosotros tres. Podía leer a Stefan y las múltiples variantes que estaba ahondando su mente en ese momento, pero también al volver a verme las hizo a un lado y partieron para buscar a la reina y a donde habían llevado a Dorian.

No me sentiría tranquila hasta no verlo vivo con mis propios ojos, a pesar de que Valentina me aseguraba que estaría bien, siempre y cuando haya vomitado y bebido el segundo brebaje.

Así pues, caminamos hacia a los pasillos por donde se lo habían llevado, y encontramos a la reina dando la ropa sucia que Dorian había ocupado esta noche a una de las criadas. Dio otras indicaciones y cuando su mirada recayó en nosotros se acercó muy aliviada a darle las gracias a Valentina.




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