Sábado por la tarde y yo tenía que pasarlo en el palacio. Mi padre me llamó para acompañarlos a cenar con mi madre y mi hermano. Como el rey manda, solo cumplí las ordenes de presentarme.
Cosa extraña, porque no era de los que quisieran compartir un momento en familia.
En fin, que venía con doble intención. Había puesto sobre la mesa mis deseos de irme al extranjero y aunque mi madre sabía de los dos destinos a los que planeaba irme, mi padre no se mostró muy contento con el más evidente; Rosnia.
Mientras no cumpliera la mayoría edad, todavía debía responder a los deseos del rey sobre mis obligaciones como segundo príncipe.
En ese sentido envidiaba a Stella, que sería libre en Rosnia apenas cumpliera los diecinueve. Me quedaba hacer labor de convencimiento…
Siempre supe que no sería fácil, pero cuando entré al despacho con mi padre y mi madre, de inmediato me di cuenta que no, no era fácil, era imposible.
—¿Por qué no? —cuestioné y mi padre me dedicó una mirada de reproche.
—Porque primero tienes otras obligaciones con tu reino.
—¿Cómo cuáles? —volví a cuestionar y noté un poco de asombro en ambos, entonces me obligué a bajar el tono de mi voz— Aún no se me ha determinado el ducado que me corresponde, y antes de que suceda, consideró buena idea salir del reino.
—¿Abrir horizontes? —añadió mi padre con ligero tono burlesco que pase de largo.
—Sí. No quiero vivir encerrado en este castillo toda la vida.
Hubo un silencio. Mi padre se daba cuenta que yo tenía razón, pero por algún motivo no terminaba de estar de acuerdo conmigo.
—Piénsalo —pidió mi madre a su lado—. Es joven, un año realmente no es mucho. Volverá pronto, antes de ser mayor de edad y podrá iniciar su ducado a buena edad.
De nuevo no dijo nada, pero parecía pensárselo con las palabras de mi madre.
—Si no es Rosnia, en Fairspren le espera un lugar junto a mi hermano —añadió mi madre y tuve que aguantar las ganas de insistir en Rosnia, pero estaba en desventaja.
Algo se me ocurriría para poder viajar de Fairspren a Rosnia seguido
El rey nos hizo esperar segundos que parecían horas, pero después de analizarlo, dio su sentencia final.
—No —concluyó y tanto mi madre como yo nos vimos claramente decepcionados—. Si tienes dudas sobre que ducado heredaras, te lo diré esta noche, durante la cena. Quédate, hay mucho de qué hablar.
—Yo preferiría…
—Es una orden —me interrumpió y me señaló la puerta.
Mi madre no dejaba de expresarse incrédula, pero no podía insistir, no en ese momento. Y yo tampoco. No dije más y salí de la habitación, ella se quedó seguramente para reclamar.
Mi padre podía parecer terco, pero yo también lo era. No me iba a rendir, así le fastidiará la cena de esa misma noche.
Fue entonces que llegó la hora. Me había mentalizado para insistir, sin importar que.
—Los reuní porque se acerca el fin del año y del período escolar y es importante dejar un tema en claro —anunció mi padre.
Me imaginaba que se trataba de algo importante. No solía llamarme para volver al palacio ni siquiera cuando me nombraron presidente del Consejo Estudiantil, menos cuando mis calificaciones eran perfectas año con año.
Solo lo hacía cuando se trataba de eventos a los que estaba obligatoriamente invitado como miembro de la casa real, pero fuera de las indicaciones en que toda la familia debía presentarse, Donovan era quien acaparaba los eventos.
Y, sin embargo, esta vez estaba seguro que se trataba de un tema alrededor de mí, por la forma en que hablaba y como me veía, podía intuirlo y eso me mantenía ansioso.
Apenas pellizque un poco de mi comida cuando él siguió con su discurso. Los nervios no me permitían comer a gusto.
—Dorian —me llamó, yo lo imaginaba—. ¿Qué más has pensado hacer cuando termines la escuela?
—No puedo irme al extranjero —respondí un tanto duro, creo que todos sabíamos por qué—, he de suponer que tiene planes para mí.
El rey me observó severo, sí, por primera vez estaba respondiendo “fuerte”. Ya que no podría irme al extranjero con Stella, ni siquiera con mi tío, de algún modo mostraría mi incomodidad.
—Sí, los tengo. Tenías dudas sobre que ducado heredaras. Serás el nuevo duque de Tornes. ¿Qué te parece?
No contesté. No de inmediato. Antes miré confundido a mi padre y luego a mi hermano. Esperaba que este se quejará, pero no lo hizo. Donovan no solo era heredero, también le correspondía el ducado más importante como primero en la línea.
¿Por qué yo?
El rey se percató de mi falta de entusiasmo y exceso de sospecha porque añadió con una sonrisa en el rostro.
—¿No te agrada? Serás el primero en heredar el ducado más importante sin ser el primero en la línea de sucesión. ¿Entiendes porque no puedes irte?
—Creo que el ducado no se habría perdido de nada con mi ausencia de un año —contesté sin mediar mi tono y fue suficiente para de nuevo recibir miradas de advertencia. Esa espinita que aún le temía a mi padre pico más fuerte, por lo que tuve que añadir—, pero usted es el rey. Haré lo que me pida.
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Editado: 12.08.2025