La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

186. Stella

—Dime que nunca fui parte de un plan tuyo.

Estuve a nada de confesarlo. De decirle la verdad. De rogarle que viniera conmigo… ¿Y si se hacía realidad la peor visión de todas?

¿Podríamos afrontarlo juntos?

No podía hacerlo, no podía alejarme… pero lo hice, porque tan pronto lo tomé del brazo comprendí todo lo que leí de él.

Solo entonces confirme que todas las visiones que tenía de Dorian nunca fueron futuros lejanos. Todas las veces que nos vi juntos eran durante la escuela.

Aquella sonrisa con vista hacia la ciudad había sucedido en su cumpleaños.

La vez que usaría el traje real sería para recibir el título de duque de Tornes.

¿Y después?

Caí en cuenta que no existía un futuro.

Caí en cuenta que el humo alrededor de la visión, las manchas de sangre y los gritos de ayuda eran lo último que veía de él.

¡Y luego que!

Y luego las advertencias de Donovan cobraron sentido. Como si fuera un rompecabezas en mi cabeza, las piezas encajaron con lo que estaba sucediendo.

Me iba a doler. Me iba a doler muchísimo y estaba haciendo un gran esfuerzo para no derrumbarme ahí mismo.

—¿Lo sabías? —me preguntó desesperanzado y mi corazón se contrajo.

Le tomé de la mano, pero Dorian la quitó enseguida de mí. Un solo tacto, un solo segundo fue lo único que basto para que tomara una decisión.

Comenzaba a marearme, pero me obligué a resistir, tenía que decirlo y con todo el dolor de mi corazón, en ese momento tuve que hacerlo.

—Perdóname —le dije mientras Dorian me veía con dolor—. Perdóname, no quería que te enterarás de esta manera.

Sí había futuro… pero no uno donde estuviéramos juntos.




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