Una tiara de oro con incrustaciones de diamantes adornaba mi cabeza y les decía a todos que era la futura princesa heredera.
No había nada más incómodo que simular que me sentía a gusto con sus comentarios, en ocasiones, mordaces sobre mi actual condición.
De ser la “princesa de los rumores” a futura reina de Saltori.
Ese era el más común y entonces daba un sorbo a mi copa y me disculpaba.
Nada más lejos de la realidad.
No sería reina de nada. Acabaría con esta carga tarde o temprano. Pero no podía ir por ahí diciendo mi plan.
Pude ver cuando llegó Farah, princesa de Fairspren y apenas me vio llegó a mi con su familiar amplia sonrisa y gran carisma.
Por algún motivo (o simplemente porque eran familia) le fascinaba verme con su primo. Donovan siempre era afectuoso con ella. Después de todo eran casi de la edad y había veranos en que la pasaron juntos en familia.
Poco después preguntó por mi hermano. Sabía que los últimos años habían mantenido una amistad a distancia. En otras circunstancias, le habría bromeado a Stefan con dar el primer paso, pero estando en mi posición, me daba cuenta que en realidad, mi hermano solo la veía como eso; una amiga.
Le aseguré que aun no llegaba. Puesto que no lo había visto entrar y eso me preocupaba un poco, porque sabía que él vendría. Tenía que venir. Necesitaba que viniera.
Al poco tiempo, me quedé sola. Donovan había desaparecido desde hace rato, así que decidí que era buen momento para alejarme del gran salón. Comenzaba a fastidiarme de tanto bullicio.
Necesitaba un respiro. A lo lejos veía a Vero platicar con la reina, ambas se veían muy entretenidas, muy contentas, muy unidas… No es que la reina y yo no lo fuéramos, pero en otra situación, me hubiera gustado ser yo quien estuviera en su lugar, como la prometida de su segundo hijo. Pero no debía arrepentirme, pronto se acabarían los tres años, solo entonces podría huir de este infierno, y no solo eso, sino también habría cumplido con mi cometido; salvar a Dorian.
Sin que alguien más me dedicará miradas, salí disimuladamente del recinto, me acerqué a uno de los balcones, al parecer no había nadie y lo agradecía porque de verdad necesitaba el espacio.
Estaba saliendo cuando al otro lado del espacio, encontré una figura recargada sobre el barandal. Dorian tenía una copa en mano y miraba la noche estrellada. Observé su silueta y mi corazón latió fuerte, seguía su pelo siendo de un castaño oscuro y tan rebelde como siempre, pero no solo eso, sus facciones solo lo hacían lucir mejor. Tan apuesto, tan él.
De pronto miró hacia mi dirección y nuestros ojos coincidieron, no pudo disimular que se veía sorprendido por encontrarme ahí. Y yo esperaba que la oscuridad de la noche ocultara el rubor en mis mejillas.
—Hola —pronuncié nerviosa y me maldije por eso.
—Hola —respondió sin emociones. Mi pecho se oprimió cuando se volvió a darme la espalda.
—¿Cómo has estado? —mi boca fue más rápida que mi mente, pero Dorian no cambio de expresión.
—Bien —contestó igual que antes.
Sentía horrible, pero entendía que debía seguir enojado conmigo. Aunque sentía como si algo me aplastará en el pecho, igual lo conocía y estaba segura que quería su espacio, así que lentamente fui retrocediendo hacia la puerta.
—No lo molestó más, me despido, su alteza.
E hice una reverencia antes de salir.
—¿Tu como has estado? —preguntó de pronto.
Me di la vuelta, seguía sin verme, pero al menos me había hablado.
—Han sido muy amables conmigo en el castillo —contesté.
Me sentía muy nerviosa, salvo por encontrarnos en el pasillo, hacía mucho que no estaba así de cerca de él. Mis dedos jugueteaban y podía jurar que mi corazón saldría en cualquier momento, aunque también sentía la opresión por escucharlo hablar como si no le importará.
—Me alegró —añadió serio, entonces se enderezó y se volvió a verme, siempre me había encantado verlo de traje— ¿Donovan, te trata bien?
Su pregunta me sorprendió. Si antes sentía nervios, ahora sentía tensión, aun no quería contestar eso. No debía levantar sospechas, pero por otro lado mi corazón me pedía a gritos que fuera honesta y casi le obedecía hasta que noté la sombra de los guardias desde el suelo. Acababa de desperdiciar la oportunidad, si es que la tenía.
—Sí —alcance a pronunciar en un hilo de voz, esperaba que no se notara mi miedo a través de la noche, pero el gesto de Dorian me hizo entender que aun leía sobre mí—. D-debo irme —tartamudee, no quería que hiciera más preguntas—. Con permiso.
Sin darle oportunidad me di la vuelta y caminé por el pasillo. Podía sentir una presencia detrás de mí, sabía que se trataba de los soldados, esos que eran fieles a Donovan. Solo yo había sido lo suficientemente tonta para salir a caminar sola y encima para dejarme llevar y tratar de acercarme a Dorian.
—Princesa —escuché detrás de mí, suspiré hondo, era el soldado—. La estaba buscando, debería volver al salón.
—Solo necesitaba un poco de aire —justifique.
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Editado: 30.07.2025