La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

204. Dorian

No fue hasta la mañana siguiente cuando salí de mi habitación en el ala de invitados donde nos encontramos de frente el príncipe Stefan y yo.

Le salude y reverencie y él hizo lo mismo conmigo. Más no tuvimos un tema en particular de conversación. Siempre supe que yo no era de su agrado desde que estaba con su hermana y no esperaba que cambiará de opinión después de tres años, pero si me sorprendió que me dedicará algunas palabras.

—Su madre me comentó que los rosales del jardín los plantó usted —dijo de pronto.

Miré los ventanales igual que él. El algún momento de mi vida había olvidado ese recuerdo al querer superar a su hermana.

—Sí, lo hice cuando estuve en el colegio —respondí un poco inquieto.

—Se ven mejor cuidados que en mi reino —bromeo y sí, deje escapar una pequeña sonrisa.

—En Tornes tengo más flores —solté de pronto y no supe ni por qué—. Hay una escalinata que conecta mi casa con la playa. La he adornado con todo tipo de plantas decorativas.

—Me encantaría verlos o al menos que los jardines de mi castillo se vieran así de llamativos —contestó y juntos llegamos al último escalón, yo iría al despacho y él a desayunar con su hermana. Yo me despedí, pero él no, antes me dijo unas últimas palabras después de que diera un par de pasos—. ¿Sabes? Perdón si alguna vez fui muy duro contigo. La verdad es que siempre me agradaste.

Cuando giré, vi cómo ya se había dado la vuelta y se iba. Stella siempre me dijo que solo tenía celos de hermano mayor y después de que terminamos, durante mucho tiempo eso me causó contradicciones.

¿Por qué conmigo fue duro, pero a Stella le permitió vivir con mi hermano?

¿Se habría comportado igual de difícil que conmigo?

¿Siempre estuvo enterado?

¿Por qué no se impuso? ¿Por qué?

Con el tiempo dejé de hacerme preguntas que nunca iban a contestarme. Y su comentario, por un lado, me causo confort, por el otro, también dolía.

¿Cómo nos habríamos llevado de haber seguidos juntos Stella y yo?

***

Me presente con mi padre solo para contestarle algunas dudas que tenía sobre el ducado. Parecía contento con mi desempeño. Si era honesto, era de las primeras veces que le veía contento por algo que yo hice, pero no quería emocionarme por sus palabras. No si en cuanto apareciera Donovan por la puerta iba a llevarse toda la atención.

Más pronto que tarde salí de ahí y me encontré a mi madre caminando cerca. Ella sí se emocionó genuinamente al verme y el sentimiento era mutuo. Me tomó del brazo y me pidió que la acompañará a los jardines.

Fue idea suya compartir todos, el desayuno al aire libre. En palabras de mi madre, la mañana era muy linda y valía la pena disfrutarla, ya que se pronosticaban lluvias por la tarde.

La llegada a la mesa fue un poco tensa al principio. Pronto llegó Vero y me puse de pie para ayudarle a sentarse a lado mío. El gesto lo observó Stella que después le sonrió a Vero y está de vuelta. No había problemas entre ellas, nunca lo hubo.

El último en llegar fue mi padre. Y así fue como estaban frente a Vero y a mí, Stefan seguido de su hermana, Stella y dos sillas más allá de ella Donovan que no disimulaba el enojo.

Si bien la plática era un tanto amena, resaltando lo mejor del banquete de anoche, pronto llegó el tema que a mi padre más le acongojaba.

—¿Entonces, a que se debe la visita? No quiero pensar que sea únicamente por la audiencia —finalmente preguntó mi padre.

El príncipe Stefan miró a Stella, ella solo asintió con la cabeza.

—Quiero llevarme a mi hermana de vacaciones —dijo sin tapujos. El rostro de Donovan se transformó y miró a Stella con recelo, ella ni siquiera alzo la mirada—. Comprenderán que llevó demasiado tiempo lejos de ella y que en nuestra infancia no nos permitieron convivir como debía. Solo quiero pasar tiempo de calidad con ella.

La seguridad, pero al mismo tiempo lo imponente que sonaba dejaba claro que venía decidido a por su hermana.

Padre estaba por hablar cuando mi hermano se le adelantó:

—Me temo que la princesa tiene obligaciones que cumplir —dijo con una sonrisa que bien podía interpretarse como una burla.

—¿Más importantes que pasar tiempo con su familia? Aún no está casada, por lo que sigue respondiendo a la casa de la familia real de Rosnia —intervino la guardia.

Donovan se volvió a verla, ya no lucía su sonrisa, pero se notaba que luchaba por no perder los estribos.

—Esta es una conversación entre las casas reales —contestó y después miró al príncipe Stefan—. ¿Le permite hablar cuando no corresponde?

—Le permito porque es parte de mi consejo y mi guardia real, la seguridad de mi hermana también recae en sus manos —sentenció el príncipe.

—Si son tradiciones rosnianas. Nosotros debemos respetar —añadió mi padre mirando fijamente a mi hermano.

Donovan no dijo más palabras.

Pronto mi atención se detuvo en Stella y la mirada que compartió con su guardia. Esta le guiñó el ojo. Yo no mencione palabra alguna, solo me limite a observarlos.




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