—Arrogante, presumida, confiada. Una bestia en el campo de batalla, pero jamás una digna dama de la Corte.
Donovan se acomodó en su asiento y sonreía con burla, pero Valentina no se inmutó en ningún momento, al contrario, se acercó y apoyo su cabeza sobre su mano encima de las rodillas y sonrió de la misma manera.
—Dime algo que no sepa.
Donovan no respondió, pero tampoco quitó la risa burlona de su rostro. Quería seguir aparentando que tenía el control.
Poco después de interrogar a Stella para saber de dónde venía y si había estado a solas con Dorian, la dejó custodiada en su habitación. Ya sabía que la guardia del príncipe Stefan había estado ahuyentando a sus soldados, pero aprovechaba que el hermano de ella seguía hablando con el rey para poder asustarla de nuevo. Sin embargo, saliendo de la habitación se encontró con Valentina que iba directo a ver a la princesa.
Luego de ofrecerle un trago y una invitación a una “amigable platica”, la chica, para su sorpresa acepto. Así es como estaban frente a frente en la habitación del príncipe heredero. Él quería someterla como no había podido en casi cuatro años y ella… bueno, Valentina solo estaba haciendo su trabajo.
—Creída y presuntuosa. También maleducada.
—Gracias, nadie se había tomado la molestia de observarme tanto —respondió de la misma manera que él—. Ya que estamos en la hora de las verdades, yo también tengo algo que decir.
—¿Así?
—Sí. Es mi turno. Me odias porque somos muy parecidos, pero a diferencia de mí, yo no recibo el odio de otros como a ti te pasa. Yo puedo ser arrogante sin consecuencias. Ah, sé que también te molesta que no me importe lo que digan de mí.
Stefan notó como Donovan se tensaba en su asiento, pero trataba de mantener un semblante dominante, pesé a que poco a poco, Valentina lo iba desarmando.
—¿Terminaste?
—No. —Se acomodó la chica— Sientes tanto odio por todo y todos porque te sientes inferior a los demás. No soportas que te corrijan y te hagan ver tus errores, quisieras ser perfecto y que alaben cada paso que das, pero solo logras escuchar los rumores de tu conflictivo comportamiento. —Tras decir esto, el príncipe cambio su semblante a uno más duro, la sonrisa desapareció de su rostro y escrudiñaba a Vale con la mirada, pero ella no desistió y sonrió aún más con malicia antes de continuar—: Además, odias a la realeza de Rosnia porque desde siempre has sido comparado con ellos. Odiabas al príncipe Edmundo porque tenía mejor aprobación en su país a diferencia de ti con el tuyo. —Donovan tenía el rostro enrojecido, las palabras de Vale acababan de calar en lo más profundo de su ser y ya no era nada discreto ni hacía el intento de ocultar sus emociones— Después odiaste al príncipe Stefan porque se hizo de un nombre en poco tiempo teniendo todo en contra. Me odias a mí porque no pudiste tener “mis increíbles habilidades” a tu merced y odias a tu hermano, porque a pesar de hacer todo lo posible por mantenerlo alejado de la realeza, siguió opacándote con su propio brillo, mismo que intentaste apagar al torturarlo con la princesa. ¡Ah! Y no olvidemos, que también la odias a ella, porque nunca no pudo fijarse en ti y todo porque siempre amó a tu hermano.
En ese momento el príncipe se levantó y abalanzo contra ella. Stefan estuvo a punto de salir de su escondite para protegerla, pero no era necesario, nunca lo fue. Vale tenía la situación bajo control, porque apenas intentó rozarla, la guardia lo esquivo con una increíble agilidad y lo sometió en el suelo.
—¡Suéltame maldita perra! —gruñó Donovan debajo del fuerte agarre de Valentina— ¡Lo vas a pagar! Tú y esos malditos de Rosnia, lo van a pagar caro. ¡Los voy a matar! Y no podrás protegerlos y entonces te arrepentirás de todo. De meterte conmigo. De haberme rechazado, de no ser capaz de protegerlos.
—Interesante. Dime, ¿qué más piensas hacer? ¿Lastimar a tu propia familia?
—No me importa quien se meta en mi camino, si incluso tengo que deshacerme de Dorian lo haré, pero antes lo torturare a él y al estúpido de Stefan matando a la princesa. ¡Y no podrás hacer nada para salvarla!
Valentina se levantó y lo soltó. Donovan también se puso de pie mientras sonreía triunfante, cómo si sus palabras hubieran tenido efecto en la guardia. Se acomodo el saco y las mangas y después se dirigió a ella lento pero amenazante.
—Tuviste miedo de mí, ¿verdad, maldita?
Valentina soltó una sonora carcajada.
—Para nada —contestó con burla, pero sobre todo con soberbia—. Me diste aun más de lo que buscaba.
El gesto del príncipe se convirtió en uno de confusión, pero la guardia no se inmuto en observarlo. Vale se acercó a la puerta. Donovan no se movió, no estaba conforme con que ella tuviera la última palabra. Stefan podía observar las facciones del heredero, quería decir algo, insultarla, amenazarla, maldecirla, lo que sea menos quedarse con las palabras en la boca, pero Vale se lo impidió de nuevo. Movió una mano, esa era la señal dirigida a Stefan, para salir de la habitación sin ser visto. Sin embargo, la chica no salió de inmediato, se mantuvo un segundo más en la puerta y le dedicó unas últimas palabras.
—Si yo fuera tú, no dormiría tranquilo las próximas noches. No te confundas, no son los míos, ni yo, quienes tememos de ti. Tú eres quien tiene miedo de mí.
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Editado: 29.07.2025