La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

213. Stella

Escuche unos pasos. Rogaba que no se tratará de Donovan otra vez. Ya tenía suficiente con lo sucedido momentos antes, solo ansiaba descansar, dormir y olvidar todo por un buen rato. Mis sirvientas me limpiaron la herida y aliviaron con una comprensa fría la zona afectada.

Podía sentir la piel caliente y como se hinchaba lentamente. Dolía mucho, menos que en el momento después del impacto, pero aun latente.

Al parecer mi mirada estaba perdida porque las sirvientas me veían con tal preocupación que dudaron en abrir la puerta cuando la tocaron.

—¿Su alteza desea recibir visitas? —preguntó Nani.

Levanté mi mirada y le dedique una delicada sonrisa, quería que supieran que estaría bien. Volvieron a tocar la puerta.

—Soy yo Stella —dijo la voz detrás, no era Donovan, era Dorian.

Nani y Fanny se volvieron a verme, les asentí con la cabeza, aunque no me moví de mi lugar. Seguía mirando hacia la pared con espalda hacia la puerta.

Dorian entró, pude escuchar sus pasos que no fueron muchos.

—Déjenos solos —ordenó.

Empecé a ponerme nerviosa, pero quería demostrar que estaba bien. Quizá si seguía dándole la espalda, Dorian se iría y no vería la herida en mi mejilla.

—Con su permiso —dijeron mis doncellas al unísono.

Pude escuchar sus pasos salir y la puerta cerrarse. Soporté la presión y me mantuve firme dando la espalda.

—Estoy bien —pronuncié con voz neutral.

—¿Segura? —reconocí en su voz un deje de molestia. No me creía— ¿Cuánto tiempo más vas a fingir?

Aunque quería girar y encararlo, aguante mi postura.

—Stella…

—No estoy fingiendo. Ya te dije que estoy bien, no insistas —interrumpí.

Quería que se fuera.

No.

Quería que se quedará, pero no quería que me viera así.

Hubo un silencio, el ambiente era tenso y yo rogaba porque se diera media vuelta, aunque mi corazón estallará por tratarlo así, pero era lo mejor. Durante mucho tiempo, fue Dorian quien me protegió. ¿Por qué yo no podía protegerlo a él?

Entonces escuché sus pasos. No se iba, se acercaba. Noté que caminaba para posarse frente a mí. Yo giré mi vista hacia otro lado para evitar mirarlo, parecía que quería ignorarlo y aunque en parte era cierto, eran más mis ganas de evitar que notará el moretón en la cara.

Dorian se acuclillo frente a mí y sentí su mirada. Di un largo suspiro.

¿Por qué era así?

—Stella, mírame —pidió más calmado.

Negué lentamente con la cabeza.

—¿Qué es lo que está sucediendo?

Lo pensé, de verdad, pensé mucho en contar la verdad, pero ¿y si ocurría lo peor? No estaba preparada para perder a Dorian también. Lo prefería lejos de mí, pero vivo… estaba escogiendo mis palabras cuando él me ganó, una vez más leyó a través de mí sin siquiera tocarme.

—Stella —llamó al tiempo que sentía su mano en mi mentón, giró lentamente mi rostro para verme a la cara, no podía mirar sus ojos, la vergüenza me invadía y el miedo también—, ¿Quién te hizo esto?




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