La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

217. Stella

Stefan estaba muy serio y no sabía si era por cómo se dio todo al final o por el moretón que encontró en mi rostro al observarme bien.

Lo que si me sorprendía era que no soltaba al cachorro pese a que iba manejando. Es decir, ni yo soltaba a Sunny, pero es porque era mía, pero él había negado al perrito.

—¿Se han reconciliado? —me preguntó de pronto.

—Algo así —explique.

—Me alegra. Se nota que nunca dejó de quererte —soltó.

—Ni yo a él —confesé.

—Lo sé.

Hubo otro silencio. Entonces me anime a preguntarle.

—¿Está bien si viene a Rosnia con nosotros?

—Ese era el plan —contestó y me miró de reojo—. No me desagrada, Stella. En realidad, siempre me gustó que te consintiera demasiado —me reí un poco con su confesión—. Pero no se lo digas.

—Gracias.

—No agradezcas. Además, no podíamos dejarlo morir en manos del psicópata de su hermano. Vale siempre dice que es su deber salvar a todo aquel deba ser salvado y el chico es inocente. Después de todo, también se lo debemos a la reina Margaret. Ella trato de protegerte todo el tiempo que pasaste en Saltori.

—¿La reina estará bien?

—Sí, Vale se encargó de contratar a alguien de confianza para enviarla a Fairspren.

Suspire aliviada. No esperaba menos de Valentina.

De pronto recordé a Vero y a la bebé. La ultima vez que las vi, ambas habían recibido a Dorian después de la lluvia. Alce mi rostro preocupado, pero antes de siquiera dejarme hablar, mi hermano respondió:

—Se llevó a la bebé con ella y Verónica Dufré volvió con su familia. La reina se encargó de hacerla llegar sana y salva y nosotros hemos enviado guardias para proteger a su familia en caso de que tomen represalias contra ellos. Lo mismo con la familia de Victoria.

—¿De Vicky? —pregunté con cuidado, no podía creerlo.

Mi hermano asintió.

Vicky.

Hacía mucho que no sabía de ella. Tuve que alejarme para también protegerla y me dolió muchísimo. Creí que estaría a salvo después de todo.

Stefan seguía observándome de vez en cuando porque continuó con su explicación.

—No te culpes —me pidió—. Le he contado todo.

—¿Qué?

—Me reuní con ella hace poco. Le explique lo que de verdad pasó hace tres años y el plan para recuperarte. Dijo que no te guardaba ningún tipo de rencor. Siempre sospechó de las intenciones del rey y del príncipe heredero. Así que espera que algún día puedas volver a confiar en ella. Si quieres verla, puede ir al castillo. Después de todo, su familia ha firmado un convenio con Rosnia y ahora serán nuestros mayores proveedores comerciales.

—Hermano, ¿hablas enserio? —exclame asombrada y él asintió con una media sonrisa en el rostro— ¿Pensaste en todo?

—Sí —confesó—. El reino en Saltori estaba poniéndoles trabas, así que use la oportunidad. En lugar de proveerlos a ellos, le ofrecí invertir en Rosnia, a cambio les brindaríamos seguridad y aceptaron.

—No puedo creerlo —dije colocando mis manos sobre mi cara.

Stefan siempre buscaba ir un paso adelante y esta vez, verdaderamente me había sorprendido.

—La pesadilla se acabó, no volverán a utilizarte —aseguró—. Tenemos pruebas suficientes para hundir a Donovan por desvió de recursos, abuso de autoridad y atentar contra otras personas.

—Lamento no haber encontrado las pruebas del daño que le hizo a Dorian y a nosotros —murmuré, pero mi hermano volvió a negar con la cabeza.

—No, no te lamentes. Hiciste lo que estuvo en tu poder y fue suficiente. Tu y la reina reunieron lo principal. Además, ¿a qué más crees que se quedó Vale?

—Ella…

—Sí. Estaba segura que esos papeles existían porque los vio en su visión y sabes que cuando tiene un plan en mente…

—No se detiene hasta cumplirlo —completé por él.

Mi hermano combino conmigo en una sola mirada. Finalmente podía sentir un poco de calma después de tres años. Finalmente volvía a sentirme libre.

Una hora más tarde llegamos al límite. En la zona más escondida del lugar nos esperaba Simón acompañado de otros guardias de nuestra nación. Apenas bajamos Simón se alegró de verme y me dedicó un corto abrazo. También se entusiasmo de conocer a Sunny. Bien sabía que el joven secretario amaba los gatos.

Luego saludo a Stefan y pareció buscar a Vale con la mirada.

—Se ha quedado. Dijo que nos alcanzaría pronto —contó mi hermano.

—Eso explica porque no está, pero no el porqué del perro.

Mi hermano meneo la cabeza.

—Ya sabes —fue lo único que mencionó y me reí.

—Con este ya son cuatro —me explicó Simón.

—¿No te gustan las mascotas? —pregunte.

—Sí me gustan, pero a veces siento que Valentina va a convertir en un zoológico el palacio. —Simón se echo a reír y Stefan entre cerro los ojos— No te burles. Una vez metió una ardilla y luego un colibrí.




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