A la mañana siguiente, desperté en brazos de Dorian quien no dejaba de acariciar mi cabello. Mis ojos aun estaban adormilados, pero agradecían la vista que tenía de él sonriendo con solo verme.
—¿Hace cuanto estas despierto? —pregunté somnolienta.
—No mucho —respondió quitando un par de cabellos de mi cara.
Me tenía muy bien abrazada y me encantaba, pero también quería acomodarme.
—No me voy a ir a ningún lado —bromee y respondió con una sonrisa.
—Eso no lo sé —mi corazón se oprimió un poco con su miedo, luego me tomó del mentón—. No vuelvas a alejarme —pidió.
Negué con la cabeza y rocé sus labios con los míos.
—Nunca. Ya no puedo soportar estar lejos de ti.
Hubo otro beso tierno entre nosotros antes de disfrutarnos un rato más solamente abrazados. No podía creer que estaba conmigo otra vez, pero al mismo tiempo me hacía muy feliz estar a su lado.
Luego de un rato me dio un beso más en la frente y se levantó. Me sorprendió. Antes, cuando aún estábamos juntos siempre era Dorian quien no me dejaba ir y hoy quería hacer lo mismo.
—Bajemos juntos —dijo buscando su ropa.
—¿A dónde vas? —pregunté.
—Tu hermano quería platicar conmigo —respondió—. Hace un rato una sirvienta vino a dejar el mensaje.
Me enderecé y vi el vestido sobre la cama, pero no me lo puse. Dorian ya se había puesto su camisa y con todo y la colcha cubriéndome lo abrace por detrás.
—¿Cinco minutos? —no pregunte, insinué colgándome de su cuello— Mi hermano puede esperar.
Dorian me miró y me dio un corto beso, pero eso no lo detuvo de vestirse.
—No quiero verlo molesto.
—A la que veras molesta, será a mí —dije cuando se puso de pie para colocarse sus pantalones.
—Te compensaré —añadió con otro beso en mi frente.
Estaba sorprendida. Después de que no pude retenerlo, se despidió de mí con un beso más y salió de la habitación. Yo me desplome sobre la cama con los brazos estirados.
—Voy a regañar a mi hermano —sentencié.
Si bien tuve que vestirme y salir de esa habitación, para volver con Sunny que estaba en mi cuarto, en el camino me encontré con Valentina tocando el piano en la sala de música.
Sabía que era una gran fan de la música, la había visto en su pasado tocando diferentes instrumentos, pero pocas veces había disfrutado en vivo de su habilidad musical.
Tocaba con mucha gracia, con mucha pasión y sus ojos cerrados solo dejaban demostrar lo mucho que disfrutaba de perderse en cada nota.
Era hermoso y realmente me atrapo.
Cuando termino, se volvió hacía mí y dio un par de palmadas en el banco.
—¿Quieres sentarte?
—Tocas hermoso.
Valentina sonrió.
—Ven, voy a cantarte una canción.
Me acerqué a ella y solo fui espectadora de lo bien que tocaba con cada tecla. De lo bonita que era su voz y de lo mucho que disfrutaba cantar.
Vale realmente disfrutaba lo que hacía.
—Sabía que te gustaba la música, pero no creí que tanto —dije cuando termino su canción.
—Tocaba en bares y restaurantes para pagar la universidad, pero realmente disfruto mucho de cada canción. Esa es mi verdadera pasión. ¿Quieres escuchar otra canción?
—Me encantaría.
Vale volvió sus manos al teclado y esta vez el ritmo era más animado y su voz también, claro, sin salir de las notas. De vez en cuando me veía de reojo, meneaba la cabeza al cantar y también su cuerpo.
Su pasión era contagiosa y atraía la atención de una forma magnética.
A mitad de canción escuché un par de pasos detrás de nosotras. Stefan estaba recargado sobre el umbral y nos veía con una sonrisa en el rostro.
Vale no se inmuto, ni siquiera se dio cuenta. Estaba tan ensimismada en su música que no se percató de la presencia de Dorian y Stefan.
Siguió cantando con todo el corazón y cuando termino, solo siguió tocando pequeñas y tranquilas notas.
—¿Por qué mi hermana trae puesta la misma ropa que ayer? —alcance a escuchar detrás y Vale también porque dio un fuerte toquido a las teclas para luego soltarlas.
—¿Es enserio? —replicó y se volvió a mi hermano— Estamos teniendo una bonita y tranquila mañana ¿y tu vienes con tus preguntas?
—No estoy hablando contigo.
—Pero estas interrumpiendo mi concierto privado. —Y Vale me señaló con sus manos.
—Puedes continuar, nadie te detiene —contestó mi hermano—. Solo tenía una duda.
—Se acabo —dijo Vale poniéndose de pie y dándome un roce en el hombro—. En otro momento continuaré ofreciéndote un buen concierto. —añadió y luego se volvió hacia Stefan—. Vámonos.
Dicho esto, se acercó a mí hermano y lo empujó por la espalda para llevarlo fuera del cuarto.
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Editado: 12.08.2025