La rosa blanca y el pájaro ruiseñor

225. Stella

Después de ese día, el rey Sebastián de Saltori no volvió a comunicarse con Dorian nunca más. Tampoco pidió mantener el contacto con Stefan y poco supimos de él.

Pasado un tiempo renunció a su cargo y la familia Lastroke fue destituida. Donovan había sido aprendido y la reina acababa de recibir el acta de divorcio.

Dorian también se quitó el apellido de su padre y utilizó únicamente el de su madre. A partir de ahora sería recordado como Dorian Liorente, futuro nuevo Duque de Dessen, en Rosnia.

Y así fue como firmó su carta de nombramiento.

Un día de octubre, rodeados de un viento fresco y hojas naranjas, Dorian se convirtió en Duque de Dessen y al mismo tiempo ciudadano de Rosnia.

Un día de finales de octubre donde sentíamos que al fin todo lo que nos atormentó durante casi tres años estaba quedando atrás.

Un día donde festejamos íntimamente en el castillo mientras se quedaba lista la residencia de Dessen.

Simón nos consintió a todos con detalles para hacer la velada más amena. Así es como celebrábamos en Rosnia bajo el mandato de mi hermano.

Con cenas sencillas pero significativas y momentos especiales entre los más cercanos.

Vicky, Franky y Conner también fueron invitados y nos daba gusto tenerlos aquí.

Incluso la ex reina Margarita estuvo presente. Fue invitada por Stefan y trajo consigo a la pequeña que Dorian tanto adoraba; Sophie.

La bebé, sin entender más allá de solo querer jugar, se emocionó cuando vio a Dorian nuevamente y este se conmovió al cargarla.

—¿Me extrañaste? —preguntó dulcemente al tenerla entre sus brazos y la pequeña intentó decir “Si”— Yo también a ti —sonrió sincero—. Quiero presentarte a alguien.

Dorian se acercó a mí, a mitad del jardín y vi la ilusión en su rostro. Sabía que ansiaba que conociera a Sophie y esperaba que la quisiera tanto como él y no se equivocaba; verla de frente removió ternura en mí y me emocionó encontrarla tan hermosa, tan sonrosada por el frío y tan alegre que no dude en hacerme su amiga.

—Hola Sophie —salude y ella me miró un tanto extrañada—, ¿quieres ser mi amiga?

La pequeña asintió y me cedió los brazos.

No tardamos mucho en congeniar. Entendía porque Dorian estaba encantado con ella, la pequeña era adorable.

La llevamos a conocer a Sunny y también el nuevo cachorro de Stefan se emocionó de jugar con nosotros. Ese que le había negado a Valentina se volvió en el nuevo mejor amigo de mi hermano y hasta tenía una cama especial aun lado del escritorio.

Siguiendo a Stefan, el perrito salió al jardín y Sophie reía a carcajadas cuando llegaba corriendo a nosotros y olfateaba los pies y manos de ella.

También jugábamos a escondernos y Dorian era quien se supone debía encontrarnos.

De vez en cuando sentía las miradas fugaces de la vieja ama de llaves observando y sonriendo como pasábamos tiempo con la pequeña y otras veces los vistazos venían de la ex reina, de mis amigos y de mi hermano.

Y yo solo podía sonrojarme.

Sobre todo, porque era Vicky y Franky quienes soltaban los comentarios más burlescos.

—Que bonitos se ven jugando a la casita —soltaba mi mejor amiga y yo rodaba los ojos.

—Al menos me alegra saber que soy tío —añadía Franky y Dorian le lanzaba una mirada.

Luego Conner, siendo el más inocente, le invitó un pastelillo a la bebé y esta emocionada lo comió a su lado.

—El buen tío Conner —agregó por ultima vez Franky, antes de recibir un golpe en el hombro de parte de Dorian.

Fue una noche preciosa. Llena de buenos momentos.

Pero la sorpresa no solo había sido la presencia de Sophie esa noche, sino que también la madre de Dorian llegó con una guitarra para Valentina, porque sabía de su gusto por la música y en agradecimiento por haber salvado a su hijo.

Vale se sorprendió y conmovió tanto que estuvo a punto de declinar llena de modestia, pero fue más el amor que le tiene a la música que poco duró su rebatimiento.

Y entonces nos llenó de canciones el resto de la noche, con su voz bonita y con lo que creí ver en los ojos de Stefan, un sentimiento que no le había notado hasta ahora...

Fueron días tranquilos y llenos de mucho cariño por parte de todos que la despedida con su madre fue un tanto triste.

Ojalá pudiera quedarse más días, pero ella quería que Dorian y yo pasáramos momentos juntos tratando de recuperar el tiempo perdido.

A Sophie tuvieron que llevársela dormida, de lo contrario no querría alejarse de Dorian y este sabía que era lo mejor, pero la volvería a ver, estábamos seguros de ello.

En diciembre, cuando festejáramos mi cumpleaños con una gran cena, también la próxima primavera, cuando los rosales florecieran y en el verano, cuando se acercará su cumpleaños número tres.

Dorian ya estaba haciendo planes para pedirles que vinieran a visitarnos o que nosotros lo hiciéramos.

—Mientras tanto, ¿qué te parece si me acompañas esta noche? —preguntó tomándome de la cintura y pegándome a él, sus ojos ambarinos me veían con ternura y eso me removía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.