Desde la cena de festejo para Dorian como nuevo duque de Dessen, noté la extraña atención de Stefan a Valentina, pero quizá eran imaginaciones mías. Después de todo pasé mucho tiempo fuera como para recordar todas sus manías juntos.
Sin embargo, a la que si podía darme cuenta cuando algo le preocupaba, era a ella, porque apenas se alejó hizo una posé que le había visto en su pasado cuando la leí.
Mi hermano se acercó a ella, pero Vale sonrió sin importancia y negó que fuera significativo. Luego me miró e hizo lo mismo, pero esta vez su sonrisa era tierna.
—Me necesitan en el palacio. Creo que me adelantaré —informó y acomodó las mangas de su chaqueta—. Le diré al resto de guardias que quedan a cargo.
—Iré contigo —dijo mi hermano, pero Vale negó.
—No es necesario, puedes quedarte con Simón para seguir presentándoles el lugar y dar indicaciones de lo que sea que necesiten darlas. Los veo luego.
Se volvió hacia Dorian y hacia mí y nos dio una reverencia, luego se dio la vuelta.
No estaba segura de su sinceridad, pero ella no nos haría daño, así que debía tratarse de otra cosa y luego, con calma lo averiguaría.
Me di la vuelta y encontré a Stefan con la misma cara interrogante que yo. Quizá más, él siempre había sido mucho más observador y analítico, pero al perderla de vista se rindió y continuó con el recorrido.
Esa noche sería la primera en que Dorian la pasaría aquí. Los sirvientes, que aún eran pocos, fueron todos muy amables y también se encargaron de recibirnos con mucho entusiasmo. Se veía en cada una de las atenciones.
Al final, estaba por despedirme. Se supone que aún no podía vivir con Dorian, pesé a que él había estado en el palacio el ultimo mes y medio. Aunque bueno, él había sido un invitado y refugiado nuestro. No quería separarme, pero nos hicimos a la idea que sería solo unos pocos días. O eso pensamos hasta que mi hermano tomó la palabra.
—Sí quieres quedarte puedes hacerlo —añadió al vernos reticentes a despedirnos.
—¿En serio? —pregunté atónita.
Stefan asintió.
—¿Aquí no pueden vivir juntos hasta tres años antes la boda? —preguntó Dorian.
—No tenemos esa tradición, pero yo no tengo problema. Después de todo, creo que no hay ninguna duda de que están juntos.
—Y del sobrino que están fabricando —murmuró Simón, lo alcancé a oír y la vergüenza subió a mi rostro. Stefan también lo escuchó y le dio codazo en el estómago.
—¿Qué…?
—Nada, nada —interrumpí a mi novio que no escuchó nada, de nuevo—. ¿Seguro que no hay problema?
Stefan volvió a negar con la cabeza.
—Ninguno. Por favor sean felices —pidió con una sonrisa y las manos en los bolsillos—. Y no tarden mucho con los planes de boda. No tengo inconveniente, pero me dejarían más tranquilo si vivieran juntos como duque y duquesa.
De nuevo el color subió a mis mejillas. Entendía las bromas de parte de Vicky, de Franky y de Conner, pero nunca las había recibido de Stefan y sí que me apenaba.
—¡Hermano! —chillé.
Dorian me abrazó con una sonrisa divertida. Stefan se dio la vuelta y Simón le acompañó cómplice del comentario.
—Puedes volver cuando quieras por la gata y tus cosas, o si quieres que las traigamos, solo pídelo —añadió con diversión.
Me puse las manos en la cara. Los tres disfrutaban de apenarme.
—Bueno, técnicamente solo nos falta ese documento para oficializar —mencionó Dorian cuando estuvimos solos.
—Es muy pronto, las cosas se están acomodando y… y…
Dorian me besó. Lo hizo con dulzura y tranquilidad.
Sus manos acunaban mi rostro y solo pude apoyar mis palmas en su chaleco.
—Tranquila. Lo haremos todo a su tiempo —susurró pegando su frente a la mía tras terminar el beso—. Le confesé a tu hermano que mis planes originales eran casarme contigo pasado un tiempo después de graduarnos. Podemos hacerlo con calma cuando llegue el momento adecuado.
Asentí lentamente. Ahora todo estaba bien. Sería con él. Como siempre quise. Sus palabras me tranquilizaron y reconfortaron. Era cierto. Al fin estábamos tomando todo a su tiempo.
—Perdóname, no es que yo no quiera —comencé—, es que pasé un año retrasando los planes de boda que debo acostumbrarme nuevamente a que eso no significa que sea malo. Mucho menos contigo —termine de contar con un hilo de voz.
—¿Estás de acuerdo si lo planificamos más adelante? —preguntó tranquilo.
No estaba molesto y eso me hizo sentir bien.
Asentí con la cabeza y él volvió a besarme.
—¿Me acompañas a elegir mi nueva habitación? —sin despegarse, preguntó de pronto en un tono coqueto y me reí en sus labios.
—¿Tú nueva habitación?
—Nuestra nueva habitación —corrigió.
Estaba por decir algo más cuando me tomó de las piernas y me levantó en sus brazos. Los míos le rodearon el cuello. Subió las escaleras conmigo. Ni siquiera nos fijamos en cuál habitación entramos, simplemente nos acomodamos y nos dejamos llevar.
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Editado: 12.08.2025