—¡La casa se incendia!
Mi primer pensamiento fue Stella. Ella estaba abajo cuando todo cimbró. Aterrado salí corriendo de la habitación, la parte de en medio de Dessen House ya estaba ardiendo. La orilla del pasillo que conectaba con las escaleras brillaba naranja y el calor era sofocante.
—¡Stella! —volví a gritar.
—¡Estoy bien! —me respondió desde mitad de las escaleras, intenté mirar y apenas veía su figura más allá de las llamas—. ¿Tú lo estás?
—¡Sí! ¿Puedes salir? —escuché un sí distante porque una parte de la estructura cayó en medio imposibilitando acercarme.
El humo también comenzaba a ser un problema.
—¡Usa el pasadizo! —pidió a gritos.
—¡Te veré afuera! —devolví.
No me moví hasta no ver que ella se dio la vuelta y bajaba por lo que quedaba de escaleras.
Hice lo mismo, volví a la habitación. El mismo día que Stefan nos dio la casa nos mostró un pasadizo oculto en una de las habitaciones.
—Espero que nunca tengan que ocuparlo —mencionó aquella vez—, pero es importante que sepan a dónde conduce. Los llevará a las afueras de la residencia, los límites con el bosque. Les ayudará a salvarse en caso de cualquier emergencia. Estos pasadizos fueron la diferencia entre la vida y la muerte para mí —confesó.
Luego nos habló de cómo huyeron él y Valentina de los perseguidores la noche en que su padre murió a través de esos pasadizos.
No creí que tendría que utilizarlos demasiado pronto.
Quité uno de los cuadros de Stella que acabamos de colocar en el muro donde se abría el pasadizo y hundí la mano en el hueco de la pared. Se abrió una estrecha puerta y entré por ahí.
Habíamos dejado una linterna colgada en la puerta. Prendia y eso era bueno. Me apresuré a adentrarme al largo y oscuro camino. Necesitaba salir pronto y alcanzar a Stella. Ella estaría bien, tenía que estarlo. Estaba más cerca de la entrada y si yo había podido escapar, seguramente ella también.
Stella, mi princesa. Mi pensamiento se basaba en encontrarla con bien.
Escuché un estruendo a lo lejos y el miedo volvió a mí.
No. Ella ya salió, me dije.
Así era. La vi darse la vuelta.
Lo que sea que provocó el incendio y el estruendo, solo nos tomó por sorpresa, pero no nos haría daño.
No sabía cuánto tiempo llevaba en el pasadizo, pero lo sentía una eternidad mientras trataba de tranquilizarme y pensar en que mi novia estaría bien.
Pronto noté un poco de brillo al final. Esa era la salida. Un poco de alivio vino a mí y apresuré mi paso.
A medida que me aproximaba distinguí los árboles y la luz de luna que iluminaba el suelo verde oscuro de la noche.
Al fin salí y traté de orientarme para volver a la entrada principal de la residencia, pero un golpe me tiró al suelo desde la espalda.
El dolor se acumuló entre los hombros. Alguien se acercó a golpearme nuevamente y rebote en el pasto.
Noté la sombra una vez más y me eché a un lado, así que di una patada.
Quien sea que estaba atacándome, retrocedió con la fuerza de mi pierna.
Admito que no supe de donde saqué las fuerzas, pero me puse de pie y reconocí la figura. Durante años sólo pude verle la espalda tratando de mantenerme en mi lugar, pero ahora, ahora que estábamos de frente, comprendí que no le tenía miedo.
Donovan estaba ahí, listo para atacarme.
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Editado: 12.08.2025