Una semana antes de la boda.
Dorian
Mi madre había llegado junto con Sophie y Alondra para ayudarnos con los últimos detalles de la boda. Últimamente Stella tenía antojos cada vez más raros y ya que ni Stefan ni Stella tenían una figura materna a la cual acudir, la mía estuvo más que encantada de hacernos compañía.
Su primer nieto y no dejaba de alardear lo feliz que estaba, aunque por ahora solo nosotros cuatro sabíamos. Y quizá Valentina… sospechaba de ella, pero como llevaba días fuera del palacio no estábamos seguros de que estuviera enterada.
Stefan me acompañaba demasiado para acostumbrarme a la manera en que se manejaba el Consejo y la Corte de su país y por eso volvíamos, en ocasiones, tarde al castillo. Ya que Stella estaba en la etapa en que sentía demasiado sueño, era común encontrarla dormida en nuestra habitación, acompañada de Sunny a sus pies. La movía poco y apenas me hacía caso, pero me sonreía adormilada y me abrazaba antes de seguir su sueño.
Stefan le había quitado parte del trabajo porque también la veía cansada, así que nosotros hacíamos su parte.
Esa tarde volvimos antes y lo primero que quería era verla. Ella no estaba la habitación ni en el despacho, así que fuimos al ala de invitados y pronto nos encontramos con mi madre recargada sobre el marco de la puerta que daba a su habitación.
—Oh, ya llegaron —mencionó cuando se percató de nuestra presencia.
—Saludos, su alteza —dijo Stefan.
Después del divorcio de mis padres, mi madre volvió a tomar su título como princesa de Fairspren.
—Saludos, príncipe Stefan. Hijo mío.
—Madre —salude dándole un beso en la mejilla—. ¿Sabes dónde está Stella?
Mi madre me sonrió a mi y luego a Stefan e hizo una seña con su cabeza hacia su habitación.
—No las despierten.
El príncipe y yo nos asomamos a la puerta. Stella yacía dormida sobre la alfombra en una improvisada casita de sábanas. Estaba abrazada a Sophie que también había caído rendida.
A un lado de ellas, Valentina dormía plácidamente sobre el sofá con una pierna hacia abajo y otra encima del respaldo. Tenía un cojín encima de la cabeza que le cubría la cara.
—¿Esa es Valentina? —cuestionó Stefan antes de reír—. Creí que estaba fuera.
—Volvió hace un rato y se quedó dormida igual que ellas —explicó mi madre—. No la hagas trabajar tanto —pidió como si fuera su hija, cosa me causo gracia.
—En realidad, me sorprende que esté descansando… —dijo, aunque no entendí a qué se refería.
—¿Debería despertarla? —preguntó mi madre que tampoco entendió el comentario del príncipe.
Pero Stefan negó con la cabeza.
—No. Déjenlas dormir a las tres. Lo merecen.
Y sonrió con ternura al verlas.
Casi enseguida, nosotros dos bajamos al despacho y mi madre se quedó un rato más ocupando el sofá libre. Leyó un rato y esperó paciente a qué nuestras chicas despertarán.
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No te vayas todavía, aún queda un capítulo extra y el epílogo. Gracias por leer :)
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Editado: 12.08.2025