La Rosa del Criminal - 2

Sufrido

—No sabe quién es su padre. No tiene padre—. Algunos niños rieron rodeando al pequeño de ojos verdes.

 

—Yo sé quién es mi padre—. Gritó Rafael a los niños, que eran de su edad.

 

—Todos dicen que es un cabrón—. Gritó otro niño haciendo reír a todos los demás.

 

—Yo no soy un bastardo. Lo eres—. Rafael le golpeó con gran fuerza y el chico cayó al suelo.

 

Todos los demás chicos empezaron a golpear a Rafael insultándolo. Él trató de defenderse, pero no fue capaz de luchar con ellos y lo único que pudo hacer fue suplicar.

 

—¡Déjame! No, no…

 

Con una sacudida, Rafael abrió los ojos. Se llevó las manos a la cara, dejando escapar un suspiro. Se sirvió un trago y lo engulló. Sus ojos se humedecieron ligeramente, pero enseguida se secaron. Todos los recuerdos comenzaron a golpear su cabeza como un flash. La necesidad desesperada de un poco de amor por parte de su padre, un apellido para poder presentarse al mundo con orgullo y la muerte de su madre en un accidente, que era la única que tenía en su vida, golpearon su cabeza, lo que no le entristeció sino que le enfureció.

 

Todavía recordaba como su madre esperaba que Stanley se casara con ella, la advertencia de Stanley de no llamarle como papá, en ningún sitio pero ver al pequeño Michael cogido de la mano, caminando a su lado llamándole como papá, llenaba el corazón de Rafael de tristeza y celos, que casi se convertían en el veneno que derramaría sobre Michael en cierto momento.

 

Muchas veces quiso matar a Stanley, pero la esperanza de que algún día se interesará por él como hijo, le impidió hacerlo. Era muy pequeño cuando su madre murió, Stanley lo ignoró y sus piernas lo llevaron al camino de los trabajos sucios para su supervivencia. A lo largo del tiempo se mantuvo ocupado en construir un imperio para él en actividades de drogas, pero nunca se olvidó de vigilar a su padre y a la pequeña familia que tenía. Sabia que Michael habia dejado a su padre, pero no podia olvidar su infancia cuando Michael disfrutaba de todo lo que era de él, quien deberia tenerlos, por derecho. Pero no sabía que detrás de la fachada de felicidad, Michael llevaba una vida miserable con su padre descuidado y su madre deprimida.

 

Rafael se levantó del sofá para ver cómo estaba Michael. Entró en la habitación y vio a Michael luchando por sentarse correctamente.

 

—¿Todo bien? —Rafael esbozó una sonrisa de satisfacción, caminando hacia él.

 

Michael puso los ojos en blanco, irritado, y se sentó derecho.

 

—Dos putas balas en mi espalda me hacen sentir realmente increíble.

 

—No deberías haber intentado escapar.

 

—No entiendo tu intención de mantenerme aquí. Me odias, tienes ganas de matarme, pero no lo haces. Estás realmente loco.

 

—No pretendo matarte, hermanito. Pretendo hacerte sentir todo lo que yo sentí.

 

Michael le dirigió una mirada severa, apretando la mandíbula.

 

—Vamos a tener una charla fraternal, ¿de acuerdo?

 

Rafael sonrió de forma sarcástica.

 

—Por supuesto, hermanito.

 

—Stanley no se casó con tu madre. Nunca se preocupó por ti. Considerando todo esto, ¿no crees que deberías tener tu pequeña venganza contra nuestro padre en lugar de tu hermanito?

 

Rafael apoyó los codos en sus rodillas y se inclinó hacia Michael.

 

—Pensaré en nuestro queridísimo padre, más tarde. Ahora, sólo necesito hacerte sufrir por tener mis cosas.

 

—El mismo drama—. Michael negó con la cabeza, molesto. —Créeme hombre, realmente necesitas tratamiento. ¿Crees que eres el único que ha sufrido en la vida? —se burló. —Incluso yo sufrí. Tú sentiste dolor fuera de la casa de Stanley y yo sufrí estando dentro de su casa. Al igual que tú; estabas desesperado por su afecto, yo también lo estaba. Como tu madre, mi madre también sufrió. Ambos somos iguales, Rafael, pero tú estás realmente enfermo de la cabeza.

 

La expresión de Rafael no cambió, pero su habitual sonrisa psicótica apareció en su rostro.

 

—¡Puede ser! Puede que hayas sufrido, pero siempre tienes algo que yo no puedo tener. El apellido Grayson, el heredero y ahora, esa chica, que es como una luz. Y esta mente enferma quiere reclamarla. Te prometo hermanito, que a diferencia de otras cosas, Rose nunca será tuya. Una noticia de última hora sólo para ti, la quiero no sólo por mi venganza contra ti, también por el deseo de tenerla, este palpita en mi corazón.

 

Michael apretó la mandíbula mientras la ira se apoderaba de él. Deseó poder arrancarle el corazón con sus propias manos.

 

—El deseo de tener su vida en mis manos. Dominarla, follarla…

 

Incluso antes de que terminara la frase, Michael le sujetó la garganta con un fuerte apretón, asfixiándolo, indicándole que no necesitaba ningún arma, pero que su mano era suficiente para matar a todo aquel que pretendiera hacer daño a Rose.

 

Rafael sujetó la mano de Michael tratando de liberarse de su agarre, pero el agarre de Michael sólo se hacía más fuerte con los intentos de Rafael. A pesar de que Michael no tenía suficiente fuerza, reunió cada gramo que le quedaba en él sólo para asfixiarlo. Finalmente, Rafael pudo liberarse de Michael cuando presionó la espalda de éste donde recibió un disparo, provocando un río sangre. Entonces Rafael se apartó inhalando el oxígeno que necesitaba.

 

Michael soltó un gruñido sintiendo dolor en la espalda.

 

—Tienes que pasar por mí para tenerla.

 

La expresión de enfado de Rafael se convirtió en sus risas sarcásticas que confundieron a Michael.

 

—Ahora, el juego se pone interesante, hermanito. Con esto consigo saber cómo la quieres y mi deseo sobre ella se multiplica.

 

Con sus gritos, los guardias de Rafael entraron, alarmados. Rafael ordenó antes de salir de la habitación:




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