Michael no podía creer lo que estaba viendo, pero le hizo sonreír, ya que un rayo de esperanza de escapar con Rose, así como de él mismo, lo golpeó.
—Marcos… —Murmuró Michael mirándole cariñosamente.
Adelantándose un poco, Michael abrazó a Marcos.
—Sabía que vendría a por mí.
Marcos dejó escapar una pequeña risa.
—¿Llego tarde?
—Como siempre—. Respondió Michael con una sonrisa.
Entonces Marcos lo sacó de su abrazo.
—¿Qué pasa, Mikey? No entiendo nada. Hemos rastreado el teléfono y estamos aquí.
Los hombres de Marcos se acercaron a ellos deteniendo la búsqueda de Michael. Todos se sintieron relajados al verlo e inclinaron la cabeza mostrando respeto.
—¡Marcos! Hay mucho que contar y definitivamente no es el momento —respondió Michael cuando Marcos le bombardeaba con sus preguntas.
—Vamos, Mikey—. Marcos le tendió la mano, pero Michael le detuvo.
—Tenemos que salvar a Rose.
Con su frase, Marcos se sorprendió más de la cuenta.
—¿Rose está en peligro?
Michael asintió con la cabeza.
—Sí. Ella está aquí. En el piso de arriba…
Antes de que terminara la frase, sonó un disparo. Los guardias de Rafael corrieron hacia ellos para atacar y Michael se adelantó, dispuesto a matarlos. Marcos lo detuvo.
—Nos encargaremos de estos bastardos. Ve, coge a Rose—. Dio una palmadita en el pecho de Michael. —Ve ahora. No tenemos mucho tiempo.
Inmediatamente, Michael corrió hacia arriba junto con algunos de sus hombres. Siguió gritando su nombre mientras la buscaba.
Rose seguía en el suelo llorando de miedo como una niña asustada. El sonido de los disparos que venían del exterior la estremeció más. La puerta se abrió con fuerza y ella se estremeció.
La puerta rota cayó al suelo haciendo que la habitación oscura se iluminara, revelando a Michael tenso. Los gritos de Rose se hicieron más fuertes al verlo, no de dolor, sino de felicidad, y se puso de pie para correr hacia él.
—Rose—. Murmuró Michael.
Rose lo abrazó, rodeando su cuerpo con sus brazos y él le devolvió el abrazo con la misma energía. Ambos se apretaron con fuerza temiendo soltarse.
Ella le acarició la cara, murmurando su nombre, para sentir que era real, que Michael estaba con ella y que ella lo estaba tocando.
—¡Shhh! No llores, Rose… Estoy aquí—.
—¿Estás… estás bien? Él… él…
—¡Rose! —él le tomó la mano, mirándola a los ojos. —Tenemos que irnos.
La tomó de la mano y ambos comenzaron a correr. Michael seguía derribando a sus enemigos mientras corría con ella. Finalmente, llegaron a la planta baja donde Marcos y sus guardias estaban atacando.
Rose se tapó los oídos con los sonidos de las armas, pero no dejó de correr con Michael. Todo le parecía caótico y al ver a las personas que estaban en el piso muertas a tiros, su corazón latía con fuerza. Nunca pensó que vería morir a alguien delante de ella, hasta que la muerte de Samuel ocurrió para perturbar su pacífico mundo, todo parecía un desastre.
Mientras salían, el número de guardias que los atacaban aumentaba y cuando empezaba a perder la esperanza de salir de allí con vida, la mano de Michael que se aferraba a ella le seguía asegurando que la sacaría de allí.
El ataque se intensificó con la muerte de muchas personas que la asustaron aún más. Su corazón se rompió al ver todas las muertes y se detuvo entre los cadáveres al no poder manejar más sus emociones.
Miró a su alrededor con sus ojos muy asustados, poniendo las palmas de las manos en su boca y su corazón se rompió al pensar en las familias de esas personas muertas.
—¡Ven!
Michael la arrastró por el antebrazo cuando dejó de moverse. Ambos corrían, un guardia intentó disparar a Michael y cuando éste siguió esquivando las balas, el guardia comenzó a luchar con él. Las balas de la pistola se acabaron, así que el guardia intentó atacarle con un cuchillo y en el proceso; Michael recibió un corte antes de que el guardia fuera derribado. Sus sollozos se hicieron más fuertes cuando vio que la sangre surcaba del brazo derecho de Michael y su espalda herida ya le dolía más.
—¡Michael! Por favor, vete—. Gritó. —Al menos puedes escapar de aquí si no me tienes como carga—. Ella trató de liberarse de su agarre, pero con sus trazos, su agarre se hizo más fuerte.
Él la miró a los ojos
—¡Rose! Con gusto daré mi vida por ti—. Acarició su mejilla con la palma de la mano. —Protegeré a mi preciosa Rose con todo lo que pueda. Ahora, no tenemos tiempo para hablar… vamos.
Luego reanudaron la carrera y finalmente, llegaron a una orilla donde ya les esperaba un barco. Michael ayudó a Rose a subir, luego se metió dentro y Marcos los siguió. Ella se sentó en el sofá, aturdida. Sus miembros temblaban mientras su corazón se aceleraba y su mente dejó de funcionar por unos momentos.
Se sentía inmovilizada. Los recuerdos desde el día en que Michael se perdió hasta el momento en que ella subió a la nave, pasaron por su cabeza, lo que le pareció una pesadilla, excepto que era real.
Michael se arrodilló ante ella, sosteniendo sus pequeñas manos entre las suyas. Ella levantó un poco la cabeza para encontrarse con sus ojos y rompió a llorar mientras lo abrazaba.
—Rose, no llores. Estamos a salvo—. Él le dio unas ligeras palmaditas en la espalda.
—Tengo miedo. No quiero nada de esto. No quiero.
Al escuchar los gritos de Rose, su corazón se sintió pesado. Quiso consolarla diciéndole que todo saldría perfecto pero sabía que simplemente sería otra mentira.
—Rose, sé que lo que pasó es realmente demasiado para manejar, pero tenemos que enfrentar esto, luchar con esto y te prometo que te protegeré.