La Rosa del Criminal - 2

Ser el mejor

Tú eres más que esto. 

Todo está sucediendo debido a tus decisiones. 

No eres débil. 

Habían pasado días desde que Rafael perdió en la pelea con su hermano menor, pero los recuerdos y el dolor estaban todavía frescos. No era la paliza lo que le dolía sino las palabras de Miguel que seguía recordando. 

El sentimiento de debilidad le seguía persiguiendo y en el fondo, ya sabía lo que realmente era; Un débil niño no deseado. 

Suprime tus demonios. 

Recordando cada palabra, la locura de Rafael sólo comenzó a aumentar. Sumado a la sensación de derrota en manos de su hermano, estaba perdiendo la cordura que le quedaba dentro. 

Tomando un sorbo de alcohol de su copa, comenzó a pensar en sí mismo. Sintió que Michael tenía razón. Siempre buscaba el amor en personas equivocadas y eso sólo lo deprimía. Aunque era consciente de las cosas por las que había pasado, no podía aceptar el hecho de que todo fuera por su culpa. Una parte de él seguía diciendo que todo lo que estaba haciendo estaba mal y que no podía conseguir nada de eso, pero su locura seguía gritándole por perder contra su hermano todo el tiempo. 

Sus ojos se volvieron acuosos por la rabia y la frustración mientras su interior seguía culpándole de las cosas que le habían estado sucediendo pero era incapaz de enfrentarse a la verdad. 

—¡Señor! Es su hermano.— Dijo el guardia de Rafael mientras le daba el teléfono móvil. 

Rafael se confundió con las palabras de su guardia y le quitó el teléfono, enfadado. Apretando los dientes,hermano.  —¡Cómo te atreves a llamarme!— 
—¡Rafael! Sólo quiero tener una buena charla contigo. No seas un idiota, siempre.— 
—No te consideres poderoso sólo porque me ganaste en duelo... — 
—No lo soy.— Gritó Michael enfadado. —¿No puedes pensar con sensatez? ¿Por qué siempre estás tan jodido?— 

—¿Qué demonios quieres?—, gritó Rafael perdiendo los nervios. 

Respirando profundamente, Michael dijo —Ambos sabemos que no ganamos nada con esta estúpida enemistad. Quiero acabar con esto—. 

Rafael frunció el ceño al escucharlo. Estaba tan furioso con Michael que le gustaría meterle una bala en el corazón y sus palabras estaban aumentando su rabia. 

Michael continuó —De una forma u otra, los dos estamos jodidos—. Dejó escapar un suspiro, frustrado —¡Rafael! Si hubieras entrado en mi vida hace unos meses, me habría encantado luchar y destruirte pero ahora... No quiero hacer esas cosas. Estoy empezando una nueva vida. No te metas en mi camino—. 

—¿Me estás rogando que te deje?— 

—Me importa una mierda lo que pienses. ¡Rafael! Estás demasiado cegado por tu venganza y tu locura. Todo el mundo vivirá feliz si dejas esta estupidez. Nos guste o no a los dos, debemos aceptar que somos...— Miguel hizo una pausa sin saber si realmente podía decir eso. —Una familia—. 

Un dolor agudo atravesó el pecho de Rafael con las palabras de Michael, ya que era la primera vez que escuchaba algo tan cercano a su corazón, pero sólo aumentó la furia. 

—Podemos tener personalidades diferentes pero la razón de nuestro dolor es la misma. Los dos tenemos que superar esto... y podemos ser una familia de verdad. Espero que entiendas lo que te ofrezco—. 

—Realmente sabes cómo jugar conmigo—. Gritó Rafael mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. —Voy a matarte—. 

—Piénsalo—. Sin hablar nada más, Michael cortó la llamada. Dio una pequeña sonrisa mirando a Rose, que estaba de pie frente a él, y tomó sus manos, diciendo —Lo hice, finalmente—. 

Los labios de ella se curvaron con una brillante sonrisa y le abrazó, hablando —Has tomado la iniciativa de acabar con esto, espero que Rafael se sienta mejor ahora. Estoy muy orgullosa de ti—. 

Dejó escapar una risa, diciendo —Me haces grande—. 

—No me des los créditos—. 

Se enderezó para mirarla a los ojos y le dijo —Lo digo en serio. Empecé a preocuparme por la gente, incluso por mí mismo, desde el momento en que te conocí. Te debo mi vida y daré todo lo que me pidas—. Le besó la mejilla haciendo que se sonrojara. 

Ella le rodeó el cuello con los brazos y lo acercó a ella, preguntando: —¿De verdad?—. 

Él acercó sus labios a los de ella, diciendo —¡De verdad! Pide mi corazón y te lo daré con gusto—. 

—¿Y tus otros órganos?— fueron interrumpidos ambos con la voz de Guren. Rose lo dejó bruscamente y se giró para ver a Guren. —Espero que estés sano o de lo contrario no podrá hacer nada con tus órganos—. 

Michael dejó escapar un suspiro, irritado. Se dirigió hacia él, gritando —Estás invadiendo nuestra intimidad. ¿No tienes un mínimo de decencia?— 

—Has pedido veinte minutos de descanso pero ya ha pasado casi una hora. Eres demasiado malo en la puntualidad—. 

Rose no pudo reprimir la risa con sus autoritarias palabras sobre Michael pero ante la mirada seria de éste se mantuvo callada. 

—¡Como sea! No deberías escuchar nuestra conversación—. 

—No lo hice. Tu coqueteo se podía escuchar en todo el mundo, así de fuerte eras—. 
¡No! No lo era—. 

—¡Está bien! ¿Qué esperas de mí ahora? ¿Una disculpa?— 

—¡Exactamente!— 

—¡No!— Guren se cruzó de brazos, levantando las cejas. 

—¡Sí!— gritó Michael. 

Rose se interpuso entre ellos para detener su disputa. —¡Michael! Para—. Le gritó. Luego miró a Guren, diciendo en tono suplicante —Lo siento mucho en su nombre—. 

—¿Por qué te disculpas?— Michael tiró de ella hacia atrás, agarrándola del brazo. 

—¡Shhh!—, le pellizcó la mano. Luego miró a Guren, diciendo —No se volverá a repetir—. 

Guren los miró a ambos por un momento y dijo antes de alejarse —Te doy cinco minutos. Nos vemos en el balcón—. 

En cuanto se fue, Miguel gritó —Un día lo voy a matar—. 

Puso los ojos en blanco y lo empujó hacia el balcón y luego llegó a su habitación dejándolos a ambos. 

**** 

Michael estaba en el sofá, viendo la televisión mientras Rose estaba a su lado, trabajando con su portátil, ignorándole totalmente. Él seguía intentando llamar su atención hacia él pero ella ni siquiera daba un contacto visual que lo irritaba. Cogiendo el mando a distancia, se acercó a ella pero no le prestó atención. Entonces frotó su brazo sobre el de ella haciéndola irritar. Ella lo empujó, gritando —Vete. No me molestes—. 

A la fuerza, él le arrebató el portátil de las manos y lo apagó ignorando sus protestas. La miró, frustrado, y le dijo —Necesito tu atención más que tu estúpido portátil—. 

—Michael...— 

Apoyó la cabeza en su regazo mientras rodeaba su cintura con las manos, aferrándose a ella con fuerza. Murmuró —Ese viejo me tortura hasta el infierno hasta la noche, así que es tu deber hacerme feliz por la noche—. 

Una pequeña sonrisa apareció en los labios de ella con su comportamiento y le revolvió el pelo, diciendo —Deberías respetarlo, Michael. No deberías comportarte así—. 

—Lo estoy respetando como nunca antes había respetado a nadie. Pero es irritante, en serio. ¿Me crees si te digo que me ha pedido que cocine para él?— Su agarre se hizo más fuerte enterrando su cara en su estómago. —Siempre me grita y me desanima con sus comentarios groseros—. 

Ella le besó la cabeza haciéndole sonreír. —¿Sabes que fui una de las mejores del colegio hace muchos años?— 

—¿De verdad?—, la miró. 

—¡Sí! Siempre sacaba buenas notas pero mi madre no dejaba de señalar mis puntos débiles junto con sus valoraciones. Me enfadaba mucho con ella y me esforzaba por conseguir más y más. Entonces me quejé a mi padre de ella y me dijo que quería que hiciera lo mejor—. Luego miró la cara de Michael, diciendo —Eso es lo que está haciendo el señor Guren. Está señalando tus errores y debilidades para que trabajes más en ellos y seas el mejor.— 

—No le apoyes—. Se burló. 

—Sólo digo la verdad y sabes que le gustas y por eso se esfuerza tanto en hacerte más grande—. 

¿Te gusto?— Michael dejó escapar una risa. —Ese viejo me odia de verdad y por eso me tortura—. 

—No...— 

—¡Está bien! De acuerdo. Deja de hablar de Gu—. Se sentó erguido y luego acercó sus labios a los de ella, hablando con voz ronca —Dame mi refuerzo de energía—. 

Ella levantó las cejas, preguntando —¿Quieres tomar un poco de leche?— 

—¡Argh Rose! Nunca te volverás romántica, ¿verdad?— Él se llevó los dedos a los labios pidiéndole un beso haciendo que sus mejillas se enrojecieran y ella le puso la palma de la mano en la boca, diciendo —Yo... tengo trabajo que hacer—. 

Él la acercó a él, diciendo —Sólo un beso. Por favor—. 

Su sonrisa se amplió y posó sus labios sobre los de él. Ella rompió el beso pero Michael no la dejaba ya que quería más de ella. La besó de nuevo, profundizándolo mientras su mano buscaba dentro de su sudadera enviando las señales de placer por toda ella. 

—Mi... Michael!—, balbuceó ella. 

Preguntó él, mirándola con todo el amor y la pasión que sentía por ella: —¿Lo hago?—. 

Esperó su aprobación para seguir adelante y ella asintió lentamente con la cabeza mientras sus mejillas se sonrojaban. La cogió en brazos como si fuera un trofeo conseguido y llegó a su dormitorio para hacerle sentir lo que ella significaba en su vida. 

 




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