Bajo la brillante luna que hacía brillar el oscuro cielo, sobre la pequeña hierba que tocaba suavemente los costados de sus pies que estaban al descubierto por sus sandalias, Rose, con su vestido blanco que la hacía parecer un ángel caído del cielo, sosteniendo un vaso de zumo en la mano estaba de pie mientras se robaba miradas con Michael. Aunque Melisa seguía parloteando, Rose no podía dejar de mirar al que para sus ojos era el novio más guapo de la tierra.
Por otro lado, Michael estaba rodeado de todos sus amigos, incluidos Marcos y Luther, e intentaba participar en su charla, pero no lo conseguía, ya que la mirada de ella seguía distrayéndole y no podía evitar sacar su mejor sonrisa.
El gran descampado propiedad de Marcos estaba lleno de todos sus amigos, celebrando la buena noticia que Guren había revelado. A pesar de que Miguel se oponía totalmente a la idea ya que consideraba que era demasiado pronto para celebraciones porque aún ni siquiera había sucedido, Marcos no estaba de acuerdo. Para él, era el gran logro que su hermano había conseguido.
—Mikey, El Pintor—. Marcos rió a carcajadas, tambaleándose un poco debido a su estado de embriaguez.
—Artista—. Miguel puso los ojos en blanco.
Se inclinó hacia él, acercándole la cara, diciéndole —Mikey chico, estoy orgulloso de ti. Deberías llenar mis paredes enteras con tus dibujos—. Dijo arrastrando la letra —r— y le rodeó el cuello con los brazos.
—Eso es graffiti y yo no hago eso—. Miguel intentó apartarle las manos pero Marcos no le dejaba. —Marcos, no me va el bromance—. Rió Miguel y le hizo sentarse en la silla. —Mírate, apenas hace unos minutos que ha empezado la fiesta y ya estás muy borracho—.
Entonces su mirada se posó en Guren, que entró con una expresión un poco asustada y sorprendida mientras miraba a los hombres de Marcos, que parecían salvajes en su estado de embriaguez. Miguel corrió hacia él, gritando —Qué tarde llegas—.
—¡Huh! Así que he venido al lugar correcto. Pensé que este no era el lugar, donde debería haber estado—. Guren dijo mientras miraba a la gente a su alrededor. —Yo... quiero decir, ¿quiénes son? Parecen alguien escapado de una jungla salvaje—.
Michael soltó una sonora carcajada con las palabras de Guren. Respondió —Oh, son los hombres de Marcos. Mis amigos—.
—Parece como si hubieras organizado a gente para matarme—. Guren exhaló un suspiro mirando a la gente que llevaba armas y a los pocos que parecían tan peligrosos incluso con sus atuendos informales.
—¿Por qué siempre dices eso?— Michael puso los ojos en blanco. —Deberías ser valiente. Mira a Rose, qué valiente es. Hasta reparte caramelos a todo el mundo—.
Guren negó con la cabeza mientras avanzaba junto a Michael. Se detuvieron frente a Marcos, que seguía tomando su copa a pesar de su posición de borracho. Michael señaló a Marcos con la mano y le dijo: —¿Te acuerdas de él? Te lo presenté una vez—.
—Por supuesto—. Contestó Guren. —Tu amigo, Marcos—.
Marcos se levantó de la silla y caminó hacia Guren con una seriedad que le hizo tragar saliva. De repente, Marcos se lanzó sobre Guren diciendo: —¡Maestro! Bienvenido a mi casa—.
El acelerado corazón de Guren empezó a latir con normalidad y dejó escapar un suspiro, aliviado mientras Miguel se esforzaba por controlar la risa.
Marcos se irguió, sujetó la cara de Guren entre sus palmas y acercó sus labios a sus mejillas que lo dejaron estupefacto. —¡Eh! ¡Eh! No...— ignorándole, Marcos le besó la mejilla, diciendo —Maestro, usted le hizo pintor, por favor, hágame músico. Yo también me convertiré en tu alumno y a cambio mataré a todo el que te moleste—.
Guren le limpio la mejilla, al mismo tiempo, haciendo que Marcos se sentara correctamente en la silla, gritando —Michael, ayudame. Borracho—.
Michael no pudo controlarse más y empezó a reír mientras miraba las expresiones de Guren.
Rose corrió hacia ellos al darse cuenta de lo que estaban haciendo y ayudó a Marcos a sentarse correctamente mientras Michael se dedicaba a reír.
—Siento mucho todo esto, señor Guren. No me fijé en usted antes, estaba hablando con otra persona—. Se disculpó y luego le gritó a Michael —Basta, Michael—.
Michael cerró los labios aunque su risa no paraba. Ella gritó —¿Qué estás haciendo? Esto es de muy mala educación. No puedes hacer esto—.
Michael agachó la cabeza aún tratando de controlar su risa, mientras que, Guren se puso la palma de la mano en la boca tratando de mantener una expresión dura cuando lo cierto era que él también empezó a reírse con las estúpidas acciones de Marcos.
—Pide perdón—, le exigió.
—Master!!!!— Gritó Marcos y a cambio recibió una mirada seria de Rose. Inmediatamente, se puso el dedo en la boca y les hizo un gesto para que continuaran.
—Dilo—. Ordenó.
Michael se giró hacia Guren, le miró con expresión seria y empezó a decir —Señor Guren, el entorno le asustó, Marcos le molestó... y el beso...— eso fue todo, tanto Guren como Michael perdieron los papeles y empezaron a reírse agarrándose el estómago. —Y el beso fue increíble—.
Sin parar de reír, Michael le entregó un licor especial, diciéndole —Bébelo, viejo. Te sentirás increíble—.
—Yo no bebo estos licores—. Guren se dejó caer en la silla junto a Marcos.
Rosa los miró, alzando las cejas, y dejó escapar un suspiro, murmurando: —Tú...—. Se dio la vuelta y se alejó.
—Viejo, espera aquí. Volveré otra vez—. Michael corrió detrás de ella, ignorando los gritos de Guren.
—¡¡¡Maestro!!! Un músico...— Marcos no paraba de parlotear.
—¡Ja! Me uniré a ti en una orquesta—.
Miguel la cogió de la mano impidiéndole avanzar y le dijo —Vamos, ha sido divertido—.
—¿Divertido? ¿Y si se ofende?—
—¿Por qué iba a hacerlo? Es sólo una especie de... um... amistad de chicos. Además, ¿no sabes cuánto respeto a mi viejo?—.
—¿Respeto? Oh sí, toneladas de respeto guardadas en un camión pesado—. Ella se burló.
El dijo —Rose, nunca hare algo que lo lastime. Sabía que él lo tomaría como diversión así que hice eso—. Lentamente llevó sus palmas a ambos lados de su cintura y la sostuvo mientras se acercaba a ella.
Ella cruzó los brazos, levantó las cejas y preguntó: —¿Qué estás haciendo?—.
—¿Yo? Intento calmarte—.
—¿Coqueteando así?— ella señaló sus manos, que él en vez de apartar, rodeó su cintura y la acercó más. —M-Michael, déjame. Vete, no quiero verte—. Ella agachó la cabeza mientras sus mejillas se sonrojaban un poco.
—Oh, ¿entonces quién era el que me miraba continuamente sin siquiera escuchar la estúpida charla de Melisa?—.
Ella apretó los labios y cerró los ojos mientras seguía con la cabeza agachada. Acercó sus labios a su oído, y habló de forma seductora —Puedo estar a tu servicio siempre que quieras verme, incluso en mi estado desnudo—.
—¡Michael!— ella le empujó mientras su cara se ponía roja y él seguía envuelto en su risa interminable. —¡Mira!— señaló con su mano hacia la izquierda de Rose y ella se giró hacia un lado para ver a Guren y Marcos tomando sus copas mientras bailaban y reían entre ellos. —Te dije que era divertido. Dijo que no bebería esos licores pero ahora tomando litros—.
—¡Bien!— ella puso los ojos en blanco y cuando estaba a punto de sentarse, él tiró de ella de nuevo, diciendo —Quiero bailar—.
Antes de que ella pudiera decir nada, él la arrastró con él para involucrarse en el loco baile que siempre disfrutaban.
—¡Ahh! Hacía tanto tiempo que no bailábamos así—. Dijo él, sentándose en su silla.
Ella se sentó a su lado, gritando —Mi vestido... Ahora, estoy cubierta de sudor, ew!—
—Estás resplandeciente, no te preocupes—. Él se rió. Luego siguió mirándola, admirándola, como si fuera lo más preciado de su vida.
—¿Qué?—, sonrió ella.
Él se encogió de hombros, diciendo —Me siento tan feliz y un poco en paz sin secretos a nuestro alrededor. La carga de ocultarte algunas cosas se desvaneció. Espero que todos nuestros problemas desaparezcan tan pronto—.
Rose sonrió pero un poco de nerviosismo la golpeó al recordar el secreto sobre Guren que le había estado ocultando a Michael.
—Michael...— vaciló.
Él tarareó como respuesta.
—Yo...— su mirada se posó en Guren, que estaba disfrutando con Marcos, y recordó la promesa que le había hecho. No era su secreto sino el de Guren, sin embargo, estaba relacionado con Miguel de alguna manera.
—¿Quieres que hablemos del señor Gu?— preguntó cruzándose de brazos.
Sus ojos se abrieron de par en par y sus labios se entreabrieron un poco por la sorpresa.
—¿Quieres hablar de su relación con mi madre?—.
Ella se quedó helada y se le cayó el vaso que tenía en las manos, que fue atrapado por él antes de que cayera al suelo.
—C-Cómo es que...—
—Lo sé, Rose—. Giró la cabeza para ver a Guren. —Con la forma en que mira la foto de mi madre, cualquiera puede saber su relación con ella. Y, ustedes dos siempre desviaban algún tema cada vez que yo entraba, lograba escuchar palabras como 'Ella', 'Mismo talento', 'Amor', bla, bla... lo que probaba mis sospechas.—
—Siento mucho no haberte contado esto. No es mi secreto compartirlo contigo así que... y además, no quería hacerte creer que es por tu madre, te dio la oportunidad—. Ella le cogió de las manos, diciendo mientras su frente se arrugaba en una expresión de preocupación —Te dio una oportunidad porque tienes mucho talento. No le malinterpretes—.
—Esperé a que me lo dijeras. No te preocupes, no le malinterpretaré. Si él quisiera tratarme sólo como su hijo, entonces habría sido siempre bueno conmigo. Pero, él era como un maestro para mí. Realmente quería hacerme mejor, así que señaló mis defectos y de hecho me torturó—.
Sus labios se curvaron con sonrisas y él dijo —Usted debe contarme su historia total. Aún la desconozco—.
Entonces ambos giraron la cabeza hacia él y se rieron al ver su estado de embriaguez.
—Deberíamos llevarlo a casa, de lo contrario acabará con todo el alcohol de aquí—. Dijo poniéndose erguido.
Rose hizo un gesto con la mano a Pedro y Melisa, que ya se marchaban, y siguió a Miguel. Después de pedir a los guardias de Luther y Marcos que llevaran a Marcos sano y salvo a su casa, Michael sujetó a Guren, diciendo —¡Ya basta! Deberíamos irnos—.
—Unos minutos por favor—. Suplicó pero fue arrastrado por Michael. —Eres tan molesto, tan cruel...— continuó diciendo tonterías, a las que Michael no prestó atención. Luego lo subió al asiento trasero del coche de Guren y antes de que se marcharan, miró el estado de sueño de Guren y una sonrisa se formó en sus labios. —Habría sido increíble que hubiera sido mi verdadero padre—.
—Todavía puedes considerarlo como tu padre—.
Simplemente asintió con la cabeza, exhaló un suspiro recordando todo lo que había hecho por él y se marchó.