La rosa que no florecía

El plan mas loco

Luego de la conversación que tuve con papá, no abrí el diario durante días, sobre todo por los exámenes. Me tocó estudiar de manera exhaustiva, con pequeños o muy escasos descansos (como le pasó a mamá en sus escritos). Al menos papá me preparaba sándwiches y, a veces, me hacía cosquillas cuando me desconcentraba.

Por suerte, terminé los exámenes con calificaciones bastante buenas, excepto en matemáticas. Es una locura total ver tantos números; ni siquiera entiendo lo de los conjuntos. En fin, ahí quedó. Papá me "castigó" con una semana completa sin galletas de chocolate. ¡Una semana! Es peor que la vez que nos quedamos sin jamón porque Vainilla se lo comió.

Fue casi una tortura, pero logré soportarlo. El señor Avestruz disfrutaba de mi sufrimiento en su típico silencio. Ni un abrazo, ni una palmadita; bueno, en su caso, serían aleteos.

Después de sobrevivir a esa semana de suplicio, decido que es momento de regresar al diario. Extraño a mamá y sus historias; también echo de menos inventar cosas mientras leo. Me dirijo a mi habitación en silencio y tomo el diario de mi escritorio para regresar a la sala. Sin embargo, al abrirlo, después de la página de los dibujos, solo encuentro unas diez hojas en blanco, algunas con fechas bastante salteadas: 19 de mayo, 27 de mayo, 8 de junio.

Parece que a mamá se le olvidó seguir escribiendo el diario, o al menos eso quiero creer. Finalmente, luego de pasar esas páginas vacías, observo una hoja que hizo de separación, donde dice:

Ojalá la vida sea más simple... odio totalmente esta.

Extrañada, paso la hoja y leo la primera fecha, que, a diferencia de las demás, tiene el año en que se escribió:

23 de agosto de 2014

No sé qué hago realmente; estoy demasiado frustrada. Mi madre y el viejo no me dan mi espacio... es como si dudaran de todo lo que hago. Realmente es molesto. A veces ni siquiera puedo leer tranquila sin que me pregunten por qué me encierro tanto. ¿Acaso no pueden entender que, a veces, una no quiere hablar?

Es como si la felicidad que antes había en casa se hubiese esfumado. Incluso olvidé por completo este diario. Casi cuatro años sin escribir aquí. ¿Para qué? Antes me parecía divertido; ahora ni sé si vale la pena.

El colegio es un completo asco. No soporto a mis compañeras: todo el día hablando de actores y, últimamente, pasándosela tomando selfies como si su vida fuera un desfile, a veces queriendo que participe. Y los hombres... ugh. Sus conversaciones son tan idiotas. Solo hablan de cosas que no deberían decir en voz alta.

Prefiero mil veces estar sola. Encerrada en mi cuarto, escuchando música con los audífonos puestos hasta que me duelan los oídos. A veces me siento en el suelo solo a mirar por la ventana sin pensar en nada. No sé por qué, pero eso me calma. Me gusta la noche, el silencio, la sensación de que nadie me está mirando o esperando algo de mí.

Ojalá pudiera ser como antes, cuando las cosas eran simples. Cuando nadie esperaba que fuera "normal" o que encajara. Odio totalmente esta vida... o al menos, esta parte de ella.

No parece que mamá haya escrito esto, es como si fuera otra persona; puede que me equivoque o tal vez esté exagerando. Pero no sé, hay algo raro en las palabras. Son un poco más desordenadas, las frases suenan diferentes a lo que había leído antes. Cuando mamá escribía, siempre hablaba de cosas que la hacían reír, de lo que veía mientras paseaba o de lo que pensaba mientras realizaba alguna actividad.

Sin embargo, estas nuevas palabras suenan... preocupantes, como si todo fuera más serio y tenso. Lentamente volteo a las siguientes páginas, sorprendida por lo que estoy leyendo.

24 de agosto de 2014

Hoy tampoco quiero salir de mi habitación. Es raro, porque afuera el clima está perfecto: cielo despejado, aire fresco, hasta los árboles lucen hermosos. Pero simplemente no tengo ganas. Ni de caminar, ni de hablar con nadie, ni de ver televisión.

A veces me pregunto si hay algo mal en mí. No me siento triste del todo, pero tampoco feliz. Es como estar flotando en un lugar donde nada me toca. Ni la música me emociona como antes. Antes lloraba con una canción o me ponía a bailar sin pensarlo... ahora solo las escucho como si fueran ruido de fondo.

Mi mamá dice que estoy "en una etapa", pero no entiende que esto no es solo por capricho. No quiero pelear con ella, pero tampoco quiero fingir que todo está bien. A veces me miro en el espejo y no sé quién soy. No sé si sigo siendo la misma niña que antes se reía por tonterías. Me siento más grande, sí, pero también más vacía.

He pensado en volver a escribir más a menudo, aunque solo sea para mí. Quizá si me desahogo aquí, pueda al menos comprenderme un poco mejor.

26 de agosto de 2014

Hoy fui a una cafetería después de clases, donde, por lo menos, encontré un momento de paz. El lugar no estaba tan lleno; solo había un par de personas sentadas con sus laptops y una señora leyendo. Pedí un café con leche, me senté cerca de la ventana y me puse los audífonos.

Saqué mi cuaderno de dibujo y comencé a trazar sin pensar demasiado. Solo líneas. Formas extrañas. Terminé dibujando una mesa con una gallina sentada encima, un dibujo bastante aleatorio.



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En el texto hay: familia, aventura, infantil

Editado: 28.04.2025

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