Al principio, la ventana parecía un buen lugar para dejar la rosa, así podría ver el mundo que le esperaba en sueños al mismo tiempo la brisa jugaría con sus pétalos, sus hojas elegantes a la vista y suaves al tacto… fue así que despertó, con la luz de la luna, grande, distante, impetuosa y llena de luz… no podía dejar de ver aquel espectáculo, sus ojos estaban excitantes frente a ello, pero algo más llamó su atención, al pasar las horas el cielo se tornaba más oscuro al fondo pero dejaba ver la claridad de las estrellas, habían muchísimas a su entorno, tantas que perdía un punto central en ellas…sin embargo, había una que resaltaba un poco más, más luz, más divertida en su vibrar, era in duda alguna en ese momento algo hermoso de mirar. Cada noche, esperaba con ansias poderla ver, era sencillo, las mañanas se tornan fascinantes pero no tenían sentido si estaba ausente pese que sabía su lugar… aun así no podía verla, desde aquella ventana, desde aquel cristal que las separaba, todo era posible… Sacudía sus hojas con delicadeza, sus pétalos en forma y con aroma esperanza, la veía, conversaba todo lo que podía, sentía que era correspondida en cada destello de luz que la estrella daba…felicidad efímera, aferrarse al sentimiento era mejor que estar sola en aquella habitación…sí, prefería lastimarse, que no sentir nada en absoluto.
Con cada amanecer perdía de vista su amor, con la luz del sol todo era minimizado para ella, era tiempo de ver a su alrededor, habían otras flores, esperando su atención, deseando poder tener tiempo en sus conversaciones, esperando una mirada, sentían envidia de la pequeña estrella…pero más fuerte era tal capricho de la noche que abrumaba con ceguera pasible. Después de un tiempo, de tantos esfuerzos, entrega, atenciones, pensamientos y maravillosas tertulias nocturnas, tomó el valor de dedicarle su amor, en el fondo, sabía que no eran iguales, era una locura…podía sentir como el frío recorría cada centímetro de ella, ansiosa, ahogada en sus pensares, respiraba a fondo de todo conforme se iba acercando la noche, decidida a mirar como moría aquella tarde entregada en los brazos del ocaso, imaginando los recuerdos perfectos que fueron regados en el piso por el olvido de quien no estaba allí la mayor parte del tiempo, los segundos apresuran los nervios, desesperada en su mente una pregunta la acompañaba en su baile: ¿alguna vez habré pasado por su mente?, era inevitable, sus ojos tornaron un cielo de dolor por el cambio, sufría por lo que pasaba desde su lado…sacudió su cuerpo, limpió sus lágrimas para que no la vea así, un agridulce sabor se olía…allí estaba, brillando más que nunca, alegre, juguetona, le gustaba sobresalir…no sabía que decirle, supongo que cerrar los ojos era trampa frente aquella oportunidad, un “hola” salía de sus labios y fue así que dio todo se sí, claras palabras entrelazadas con admiración y amor narraban su historia aquella noche, solo podía hablar sin parar, su tiempo se le terminaba con cada minuto…su esperanza latía, pero no obtuvo respuesta, solo miró como brillaba y brillaba en silencio, tal como aquellas noches renuentes a dejar de luchar. La mañana llegaba tan lenta que daba tiempo para decir adiós una y otra vez, no tenía nada más para dar, las excusas cesaron al no prolongar agonía en ella, tanto y nada, sonrisas ocultas de espacios en blancos, podía seguir hasta perder la cuenta, solo podía recordar querer vivir un poco más.