La rosa y sus espinas

Pisadas

Se acercan, me cercan, no estoy en paz, nunca lo estaré,
¡Oh, desgracia yo fui! ¡Yo todo provoqué!
¡Sí, fui yo, yo los invoqué!
El cuentagotas se derrama, el reloj llama,
Las voces susurran secretos,
El aire camina entre los abetos,
El asbesto contamina las construcciones...
¡Cuántas abducciones!
Se acercan. Su eco ancestral... Diferentes pies y distintos pasos.
Me cercan. Seco el vitral de condescendientes luces, se muestran rasos.
¡Los odio! Mi cordura ensucian. Los oigo, no los escuchas?
El chirrido peculiar de la puerta de cedro, la búsqueda de San Pedro.

Los intangibles atraviesan el portal,
Lloran, me adormezco para no escucharlos,
El sueño es su vigilia peligrosa, despertar es mi momento fatal,
Nada detiene sus pisadas de bestias espabiladas,
No podré por siempre esquivarlos.
Me saturan de pavor,
Me buscan, me encontrarán.

Sin remedios, sin otro medio,
Pisadas que avanzan hacia mí como un asedio,
Destruyen el oxígeno en mis pulmones,
Sus manos me asfixian, quedo en espera de lo inevitable,
Vendrá a mí la sentencia inexorable:
La justicia y la condena en las alucinaciones.

Los labios se secan sin medicina.
No hay cura para las horas.
Le dicen defunción.
Los árboles tiemblan afuera,
Sin demoras,
El injurioso edificio cae huésped por huésped,
Hay una hoz en el césped.

Se acercan, me cercan. No estoy en paz, nunca lo estaré...
¡Basta!
Mis huesos se tornan en blanca pasta.

 



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En el texto hay: poemas a la vida, poemas varios

Editado: 27.11.2021

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