Érase una vez un dodo Dadá
De carboncillo en Madrid
Y anáfora y adalid
En los ojos de Dalí.
Érase una vez un dado Dadá
En la corte de Velázquez,
Sin que lo corte la cohorte
Usted debe reciclar al padre sol.
Dice la hidra que vive en la sidra
Que el diccionario de Jane Eyre
No dice nada y que el vals
Suena mejor con la sinfonía de la destrucción.
Dice la hidra que vive en la sidra
Que el vicio de la seducción es un Adonis
De cerámica colonial en una silla de anémonas
Y vale más que las teorías de Galle.
Va haciéndose la noche con cabezazos
De libros inclinados ante las vidrieras.
Nadie se acuerda del maya que conoció a Goya,
Ni de la tetera que mordía relojes,
Ni de la pelota que golpeó al Borges,
Ni de la limpieza del Ganges.
Sólo la hidra recuerda, sólo la hidra que duerme en la silla.