El ave que siempre canta a las dos de la madrugada...
No la quiero escuchar, quisiera dormir.
Nunca es hora de estar en la indefensión,
Sólo muerdo el tiempo intentando dañar al invencible,
Pero él retorna magullado, como un perro callejero,
El ansia y el tiempo me enconan.
Me duele morir así cuando cierro los ojos:
Gana la batalla el enemigo creado por mí.
Ahora, sólo viento y lluvia en pasos que avanzan certeros,
Las flechas del agua golpean la ventana,
Mi plástica moderación es ya insostenible.
En un ambiente deteriorado respiro las cenizas de un sueño perdido.
Se atiza el fuego de la sangre para atacar cuanto me queda.
No escampará, no lo permitiré: hay una gotera,
Es momento de que todo se derrumbe aunque fracture mis hombros.
Vuelve a cantar, el ave no se callará.
Mi mano no puede estrangular esas alas: las piedras me detienen.
Mi mano hace un último gesto. Mi verdosa piel se vuelve gris, la sangre más carmesí.
No la quiero escuchar, quisiera...dormir...