Yo no soy del siglo XXI: admiro la sinuosa
y cálida espiración de las tenues velas,
el candor en tus tornasolados iris roza
con armonía tus pupilas, negras estelas.
El clamor de la tormenta que estremecía a los románticos auténticos
fallece sobrepasado por un brebaje de emociones excéntrico
que tomo al estar cercana a ti y me hace vibrar con otras fibras,
no ya las de mi habitual melancolía que el telar desequilibra,
sino fibras de júbilo que me cosen y reparan con sanas agujas.
Supersticiosa y de otra época, pienso que es cosa de brujas.
Mas eres tú un hombre de este siglo con ideas como las mías,
somos sólo desertores, renegados de estos tiempos vaciados de poesía.