La rueda del cielo

5 - El regreso de Litha

En las lejanas montañas de la luz, los elfos habían construido sus orgullosas ciudades brillantes, bañadas por el sol y recubiertas de metales que resplandecían como el oro, pero una amenaza surgió en las tierras sombrías, donde moran los elfos oscuros, pues un nuevo rey se había alzado entre ellos y había unificado a todos los clanes que habían estado en guerra por incontables generaciones, desde que el tiempo fue tiempo.

Ahora, los elfos oscuros marchaban esparciendo su siniestra destrucción hacia las tierras bañadas por la luz. Angustiados, los elfos de la luz acudieron a sus templos, donde se reunían sus sabios y maestros. Allí, las antiguas profecías y los oráculos hablaron, las tierras de la luz caerían en tinieblas, a menos que los elfos lograran recuperar una reliquia legendaria, un arma poderosa que se había perdido antaño en parajes remotos.

Litha, el príncipe de los elfos de la luz, se determinó a cumplir con aquella tarea y organizando a sus mejores guerreros, partió en busca del tesoro legendario. Los días pasaron y el temor crecía entre los elfos de la luz, pues los oscuros no detenían su avance y pronto estarían cerca de sus tierras. Pero Litha había instruido a sus generales antes de la partida y los ejércitos de los elfos preparaban la defensa, afilaron las armas, reforzaron las murallas, fortificaron las fortalezas y se prepararon para el combate.

En efecto, los elfos oscuros no tardaron en llegar y la tierra se cubrió triste bajo su sombra. Los elfos de la luz los recibieron, defendiendo desde sus torres y murallas, haciendo frente a la brutal amenaza. Los elfos oscuros eran salvajes y feroces, pero los guerreros de la luz no se rindieron y protegieron las ciudades con profundo valor.

La batalla pareció estancarse en un brutal equilibrio. Los elfos oscuros no lograban invadir las ciudades, pero los elfos de la luz tampoco podían hacerlos retroceder y el asedio se prolongó por mucho tiempo.

Los elfos oscuros, llenos de furia, finalmente retrocedieron para reagruparse. La oscuridad de su rabia los volvía más fuertes y planearon concentrar sus ataques en un asedio tan abrumador que una sola ciudad no podría resistir y así una a una irían cayendo hasta que todo fuera cubierto por sus sombras.

Al ocaso del día del ataque, los elfos alzaron sus armas y con gritos salvajes y gruñidos desgarradores y terribles, se lanzaron en hordas contra su primer objetivo. Las defensas de la ciudad intentaron contenerlos, pero muchos cayeron en medio de la sangrienta batalla, que se prolongó por toda la noche hasta que aquellos que protegían la muralla, fueron finalmente derrotado y las murallas cayeron. Los guerreros oscuros entraron en la ciudad sedientos de destrucción, pero el sonido de trompetas llamó su atención. El resto de ciudades había enviado sus fuerzas para unirse a la lucha y eran comandados por un príncipe que blandía una espada brillante envuelta en ardientes llamas.

Al verlo, los elfos de la ciudad que había caído supieron de inmediato lo que era: Litha había regresado y traía consigo el tesoro legendario, la espada del fuego y de la luz que en tiempos remotos llamaron “Verano”.

Litha comandó sus tropas y alzó su espada hacia el cielo mientras cabalgaba hacia la batalla. La hoja afilada emitía una luz intensa como el amanecer y casi parecía como si el sol brillara en medio de la noche.

Algunos elfos oscuros lanzaron gritos aterrados ante la luz del arma, Litha pasaba entre ellos y los hería mortalmente con el filo brillante, las llamas de la espada incendiaban a los enemigos y se movían en una danza ardiente por el campo de batalla haciendo retroceder a las sombras.

Los guerreros que acompañaban a Litha iban junto a él aniquilando a las tropas enemigas, pero los elfos oscuros no se rindieron, sus rugidos oscuros y grotescos amenazaban con cubrirlo todo con su profunda sombra, sus ojos rabiosos destellaban con odio mientras se lanzaban con monstruosa violencia al combate, pero Litha y sus guerreros los enfrentaron, la luz de la espada se hundió en las sombras e hirió a los oscuros con mortales cortes.

Al final, algunos sobrevivientes de los elfos oscuros huyeron en las sombras y para cuando la batalla terminó, Litha hacía ondear las llamas de su espada y los resplandecientes rayos de Verano se fueron mezclando con los rayos del alba mientras el sol iba saliendo tras las montañas y devolvía la luz a la tierra que había sido amenazada por las sombras.



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En el texto hay: magia druida magos y brujas, wiccan, rituales

Editado: 05.11.2020

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