Con ocasión de la cosecha, las familias habían comenzado a reunirse y los viajeros empezaban a regresar a sus casas para compartir el banquete. Era un momento de fiesta y muchos jóvenes se preparaban para celebrar su matrimonio en medio del festival.
Uno de ellos era Lug, quien estaba emocionado con los preparativos, pues le había pedido matrimonio a su amada Soilse durante la primavera y la fecha por fin se acercaba.
Soilse conocía muy bien a su futuro esposo y como era una joven amable y de buen corazón, no quería verlo triste. Ella sabía que desde hacía un par de años, con ocasión del banquete de la cosecha, siempre había un asiento vacío en la mesa de la familia de Lug. Ella sabía que su amado se culpaba y se ponía triste, pues el asiento vacío le pertenecía a su hermano, con quien se había peleado y que luego se fue a vivir a otro lugar.
Cierto día, cuando ya estaba cerca la fecha de la boda y el banquete, ella fue a casa de Lug y le aconsejó buscar a su hermano e invitarlo para reconciliarse. Al principio, a Lug le sorprendió y se negó, pero cuando comprendió que Soilse lo hacía por su bien, estuvo de acuerdo en intentarlo.
Salió muy temprano al día siguiente y fue hacia donde vivía su hermano. Por el camino comenzó a pensar en cómo había sido todo desde su pelea. El padre de ambos tenía ya una avanzada edad y la ley decía que debía nombrar un heredero, debía ser solo uno, por lo que no podía dividirla entre los dos.
Para saber quién de los dos merecía la herencia, el padre llamó a Lug y a su hermano Lammas y les dio tres pruebas, tendrían que forjar una espada, recolectar la cosecha y encender una hoguera, aquel que lo hiciera mejor, sería el heredero.
Los dos hermanos iniciaron la competencia forjando sus espadas. Lammas era muy hábil creando espadas de gran filo y hermosos detalles y se puso a trabajar muy duro en la espada que le daría a su padre. Lug conocía las habilidades de su hermano y aunque también era muy hábil, para asegurar su victoria, fue a buscar un metal especial, que se decía que había caído en una lluvia de estrellas y lo usó para crear su espada.
Cuando el padre de los jóvenes puso a prueba las espadas, la de Lug tenía un filo y un poder muy superior a la de su hermano, hecha con metal normal, por lo que la victoria de la primera prueba fue de Lug.
Lammas sospechaba que su hermano había hecho trampa, usando materiales especiales, así que, para la segunda prueba, decidió tomar la ventaja. Lammas conocía a muchos duendes y era su amigo, por lo que les pidió ayuda para cosechar más rápido. Al final del día de la segunda prueba, Lammas había recogido mucho más de la cosecha que su hermano.
Lug se enfureció y descubrió que los duendes habían ayudado a su hermano, pero Lammas ya se había coronado ganador de la segunda prueba.
Para la tercera prueba, ambos hermanos buscaban como ganar ventaja contra el otro. Lammas fue a buscar ayuda en otro de sus amigos, un espíritu de fuego que vivía en el bosque. El espíritu tocó las manos del muchacho para que pudiera encender el fuego más fácilmente. Lug, por su parte, fue a una alta montaña donde había oído rumores de una piedra que había caído del sol. La buscó por todas partes hasta que al fin la encontró.
Cuando llegó la hora de la prueba, ambos hermanos colocaron sus pilas de leña para la hoguera y Lug colocó entre sus leños la piedra del sol. Al encender el fuego, la hoguera de Lammas encendió más rápido, pues tenía el poder del fuego en sus manos, pero, aunque la de Lug encendió unos instantes después, estalló con poderosas llamas y la hoguera fue mucho más alta y brillante que la de su hermano, por lo que su padre lo declaró ganador y habiendo ganado dos de las tres pruebas, fue nombrado el heredero.
Muy enojado, Lammas se marchó lejos y no regresó. Ahora Lug estaba frente a la casa de su hermano, muy lejos del hogar de su padre donde ambos habían crecido. Dudó en llamar a la puerta, pero ya había llegado hasta allí, así que se decidió a tocar.
Esperó por un momento y luego escuchó pasos acercarse. La puerta se abrió y la figura de su hermano, muy similar a la suya, apareció frente a él.
Al inicio, Lammas pareció molesto y quizá un poco sorprendido, pero Lug le pidió que lo escuchara un momento y comenzó a disculparse por todo lo que había pasado. Le dijo que su intención nunca había sido que se alejaran ni que se fuera de la casa.
—Me sorprende que hayas venido hasta aquí —le dijo Lammas.
—Es tiempo de la cosecha —dijo Lug— tiempo para reconciliación.
—Bueno, supongo que yo también hice trampa en aquella ocasión, los duendes y el espíritu del fuego —dijo Lammas recordando todo lo ocurrido, a lo que su hermano respondió que él también había tenido parte de la culpa, pero ahora quería que estuvieran reunidos para el banquete.
—Hace tiempo que no voy al banquete de la cosecha —dijo Lammas.
—Lo sé —respondió Lug— pero esta sería una buena oportunidad porque, además de la fiesta de la cosecha, quiero que estés presente en mi boda.
Lammas se sorprendió de que su hermanito fuera a casarse. Ya no era un muchachito como la última vez que lo vio, ahora era un joven fuerte, quizá más alto que su padre.
—Es tiempo de la cosecha —exclamó Lammas— tiempo de reconciliación.
Editado: 05.11.2020