Es temprano en la mañana, apenas están llegando los primeros empleados. De pronto, una figura masculina resalta entre los asistentes, se trata de Alex, ese chico del área de animación del bloque de la tarde que me tiene ¡Loca!, me sorprende verlo en las horas de la mañana. Sin dudarlo corro donde Dalia, mi mejor amiga, para comentarle.
- ¡Dalia! – Salto sobre su escritorio como una niña pequeña - Adivina quien acaba de llegar.
- Mm ¿Yo? – Al decirlo me llega el olor distintivo del alcohol - ¡Hey! Te tengo que contar – Dalia me arrastra hasta debajo de su escritorio – Anoche estuve en la discoteca con unos amigos, incluyendo a D – le pusimos el código de “D” porque yo solo hablo de lo Di-vino que es el – Cuando estábamos, me conto que tenía un nuevo tatuaje cerca de la ingle – Mi respiración se detiene al oír esto - ¿No te interesa saber cómo es?
- Eh, prefiero que me cuentes.
- No, esta vez le vas a hablar – Dice Dalia mientras me empuja afuera del escritorio.
- ¿Sabes? estoy muy ocupada y tengo que organizar la rifa de los viajes para vacaciones junto con el jefe. – Tartamudeo – Además, si no me dejas en paz te hare un informe por llegar ebria al trabajo.
- Perdón abuela – Responde dejándome ir. Sigo hasta el tercer piso, el área de administración, para cumplir mi labor.
Antes de llegar al primer piso donde está el área de recepción y almacén, me detengo en el segundo piso, el área de producción, tambaleo al llegar al último escalón, siento como el frio invade mi cuerpo, como si fuese una funeraria, luego en un ataque de locura y adrenalina me dirijo a la zona de animación y edición, respiro y…
- Márquez – Nadie respondió – Márquez Alexis.
- Ya te oí, ¿qué quieres? – Al escuchar su voz por primera vez me sentí en las nubes.
- Este no es tu horario.
- Tengo orden para estar aquí - Me enseña una carta de autorizacion - Se me pidio ser el tutor de animación del nuevo ingresado. ¿satisfecha?
- Le aconsejaria mas respeto, ese tatuaje no se mantengra oculto mucho tiempo.
- No quiero chismes sobre eso, pero si quieres te lo muestro - Dice antipáticamente mientras se inclina ante mí para quedar cara a cara, a tan solo unos centímetros de mi nariz. Ante este gesto, me retiro con la moral por el suelo y la cabeza en alto, aparentando seguridad. ¡Idiota! ¿Él o yo?, definitivamente yo.
Tarde
Una vez reunidos todos los empleados de la empresa con la prensa patrullándonos, se da inicio a “la gran rifa de verano”, esta se hace todos los años para darle inicio a las vacaciones de verano, se rifan ocho viajes a cuatro destinos turísticos, esto se hace para atraer a más empleados, va una pareja de ganadores a cada destino. Este año los destinos son: París, Roma, Buenos Aires y Helsinki. Inicia la tan esperada rifa con el mismo jefe de la empresa a cargo de anunciar los triunfadores.
A medida que avanza el evento se reemplaza en el rostro de los participantes la intriga de saber quiénes serán los próximos ganadores y se convierte en un desánimo disimulado por sonrisas aprobadoras. Desde que inicio la rifa tengo la mirada amenazadora de Alexis encima, trato de hacerme la distraída contemplando como gira la ruleta que decidirá el destino de los favorecidos.
Después de una breve pausa, vuelve la tensión, el último viaje está en juego, se calienta el ambiente y lentamente las manos del dirigente acarician los papeles contenedores de los nombres de empleados esperando ansiosos a ser llamados. Al fin el director se aferra a dos papeles.
- Y nuestros últimos afortunados de la tarde son: Alexis Márquez y Anais Soler – Anuncia. Dejo caer mi mandíbula y Dalia me agita como a un guache. Subo las escaleras de la tarima levantando levemente mi falda larga, me detengo en frente de la ruleta viendo alrededor con ojos de alegría, que se ve interrumpida cuando mi pareja de premio sale de la sala, sin pasar desapercibido por su alta estatura, no sin antes dejarme impresa su mirada amarga que haría que perdiera la razón. En silencio dejo la ruleta sin girar y pierdo tras la tarima mientras escucho detrás mío al jefe cubriendo el incidente e ideando dinámicas.
No sé por qué haría ese gesto tan grotesco, pero me ha hecho cambiar mi mirada inocente y apasionada, a una más objetiva hacia él. Cero y van dos.