La ruleta

Capitulo 2. "Despegue"

Ya había predicho lo que me diría el Dr. Alfonzo a mi evidente negación, no podía hacerlo quedar mal ante la empresa de viajes con la que hacia el trato. 

- Definitivamente usted ha sido una de las mejores empleadas el ultimo año, no ha descansado ni un día, además de ser la mas joven de mis empleadas, y ya sabe cuanto la aprecio. No aceptare un "no" por respuesta - decreta el Dr. Alfonzo. 
- Dr. pero mis padres se opondrían al viaje, además, no me siento cómoda con la pareja que me toco - tartamudeo en la ultima parte. 
- ¿Márquez? Nunca me ha entregado reporte de el ¿paso algo? - pregunta levantando una ceja. 
- Nada - miento. 
- Yo me encargare de sus padres, usted solo aliste su maleta y los papeles porque en tres días sale su vuelo a Helsinki. Elegí el destino por usted, espero me disculpe el atrevimiento. 
- Descuide. - Termina la charla y confió en el destino que el Dr. Propuso para mi. 

El paso de esos tres días fue muy agitado. He tenido que comprar abrigos y pantalones que no tenia, y ropa mas decente. Mis padres, al contrario de lo que pensaba, se alegraron mucho con el viaje, incluso me ayudaron a empacar y con los papeles, por un momento sentí que me echaban. 

Pasaron los tres días y ya estaba yo en la puerta con las maletas. El Dr. Alfonzo me llevo al aeropuerto, creo que se sentía culpable por forzarme a ir. A pesar que llore en las tres noches anteriores, lo hice igual al subirme al avión. Me siento como una rebelde, como si abandonara a mis padres, mi trabajo, ¡todo!, ¿y si se cae el avión? ¿y si tomo el equivocado? 

Después de pasar por los respectivos procesos de ingreso, ya estoy sentada en el asiento 16, en el mas apartado de la ventanilla, al parecer va de orden de edad, de mayor a menor.  

"Destino Bogotá - Madrid" Y así fue como emprendí vuelo.  

Ya con la mente tranquila y con una hora de vuelo, llega a mi asiento la azafata con una merienda: un jugo natural y una galleta que tenia una nota abajo que ponía "De tu papi". Le doy las gracias muy confundida. ¿Sera que el Dr. es mi nueva pareja de viaje, o envió a mi padre? Preguntas que no me dejaron descansar en todo el viaje. 

Una vez en Madrid, la primera escala, me dirigí a recibir mis maletas y a buscar entre los nuevos pasajeros una cara conocida, el Dr. no me había informado de quien era mi nueva pareja de viaje, pero supongo que es alguien de la oficina. 

"Pasajeros del Vuelo29 con destino a Berlín se les espera en la sala de embarque" 

Esas palabras chocaran en mi cabeza, me doy cuenta de que me había alejado mucho de la sala de embarque. "Anais Soler, segundo llamado" anuncia la azafata. Afortunadamente encuentro el pasillo por el que había salido, y de un salto llego al puente.  

No he logrado ducharme o cambiarme de ropa. ¡Que despistada! ¡Si hubiese estado atenta a la lista de nombres ya sabría quien vino conmigo! 

Llego de madrugada a Helsinki, y un roció helado me da la bienvenida. El sol desde muy temprano emite una luz tenue y el cielo se tiñe de un débil color azul.  

Tomo en la entrada del aeropuerto una guía de viaje. Después en la fila de las maletas, volteo y me topo con una figura masculina de aproximadamente un metro ochenta de estatura, cabello negro, piel uniforme, cuerpazo y una sonrisa radiante. ¡Bingo! Alexis. 


- ¿Tu que haces aquí? – Pregunto sorprendida dándole un puño en el hombro mientras él se despide de dos chicas aparentemente españolas que estaban con el cuidando la maleta. 
- Te estaba esperando – Responde con la mayor serenidad del mundo. 
- ¿Quiénes eran las dos chicas que estaban contigo?
- Unas chicas que conocí en el avión, les atraje y se portaron muy amables. Ya estoy acostumbrado a que chicas como tú se  queden con los ojos pegados en mí. 
- ¿Quién te dijo? – Lo interrumpo alterada. 
- ¿Que cosa? 
- ¿Cómo supiste que me gustabas? – El me mira muy extrañado, nos cubre un silencio incomodo y el esboza una sonrisa tímida. 
- Em, Anais, no lo sabia. – Siento como la sangre de mi cara se hierve y se refleja en mis mejillas rojas. - Descuida, es normal – Trata de calmarme rodeándome con su brazo y me ayuda con una de mis maletas hasta el taxi, donde nos quedamos en un profundo silencio.
- Entonces… ¿Te gustaba o te gusto? – No respondo. - ¡Oh, claro! El típico drama, ahora yo pago tu error. 
- ¿Tienes doble personalidad? En el trabajo fuiste de lo mas cerrado y ahora eres amigable. 
- ¿Y tu eres entrometida? Porque en el trabajo aprovechas tu cargo para meterte en la intimidad de los demás. 
- No me conoces. Histérico. 
- Tu tampoco me conoces. Mimada. 
- ¡No tienes argumentos para decir eso! 
- Como me gustaría grabarte para que escucharas tus contradicciones, tu si que eres de mente cerrada. 
- Arrogante. ¡Desearía irme! 
- ¡Vete! Delicada. – Se me aguan los ojos y no puedo evitar pedirle al conductor que pare y me bajo. 




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