Alexis
El orgullo es una venda que no deja analizar tranquilamente y hace que actuemos por inercia. Le grito a Anais que por favor regrese, pero no escucha. El conductor del coche preocupado me alerta de que estamos en la zona roja de la ciudad. Rápidamente salgo del auto y sigo tras ella mientras el conductor muy amablemente me sigue con el carro.
- ¡Anais! – voltea y veo como de la nada aparece una camioneta de la que se baja un hombre y le quita la cartera a Anais. Acelero y lo sigo ahora a el. Mientras el taxista trata de sacar a Anais de la zona, en eso, se baja otro y la rapta, no sin antes dispararle al humilde taxista. Sin dudarlo retrocedo.
- ¡Señor! – llego a ver como esta el chofer, y me muestra que esta bien y que el disparo fue en el brazo. Corro rápido tras la camioneta pidiendo ayuda por toda la via. Afortunadamente el conductor llega a una vía principal y en una curva logro treparme en el capo, y uno de los hombres al intentar dispararme rompe la ventana trasera dándome paso a entrar, en una escena como de película me lanzo encima del hombre. El conductor de la camioneta le grita en aleman al raptor que nos suelte, que no lo vale. A lo que el subordinado obedece y nos bota a Anais y a mi a la mitad de la carretera con la camioneta aun andando. Casi al mismo tiempo pasa muy cerca de nosotros una moto a toda velocidad, se nota a leguas que es un aliado de los hombres de la camioneta, perseguida por cinco policías motorizados alertados por los disparos.
Anais está desmayada por el impacto. Pronto llegan dos ambulancias a socorrernos, me voy en una de ellas con Anais y en la otra va el taxista que nos acompaño en todo esto.
Mientras espero la recuperación de mis amigos, unos oficiales de policía me interrogan acerca de todo lo sucedido, pero resulta difícil ya que ellos no hablan español, así que me toca esperar a que llegue un traductor.
Por otro lado ando buscando en internet acerca de la cultura finlandesa y me descargo un traductor para intentar entender lo que dicen algunos letreros. Veo que llegan al hospital la familia del hombre y me siento muy avergonzado al no poder responder a lo que la esposa del señor me grita. Solo puedo tratar de hacer gestos con las manos para tranquilizarla ¡pero no me entiende! ¡no entiendo y me estoy volviendo loco! Solo puedo notar el hecho que todos están rabiosos conmigo. Afortunadamente la enfermera me informa que Anais ya despertó, respiro y me voy con una sonrisa nerviosa. Anais esta llorando hecha bolita.
- Alexis, perdón. Todo es mi culpa.
- La culpa es de esos malandros, la ley se encargara de ellos… cuando los encuentren. Además, nadie salió gravemente herido.
- Si nunca hubiese salido del carro… – Me interrumpe sollozando.
- No seguiré discutiendo esto – la interrumpo – se que voy a terminar hablando de mas, mejor comprare el desayuno. Y descuida, que lo que tiene que pasar, pasa.
En la tienda me encuentro con una de las chicas que conocí en el avión, Sofía, en su ropa se refleja lo buena que es su situación económica.
- Hola Alex, parece que el destino nos quiere juntos.
- Pensaría lo mismo si no estuviese en estas condiciones.
- Lamento mucho lo que paso, por lo que se tu hermanita esta bien.
- Afortunadamente, y no es mi “hermanita”. Espero encontrar un lugar seguro para los dos antes de que le den de alta. – Manifiesto con un suspiro al finalizar.
- Me encanta como te preocupas por ella, yo podría ayudar con eso – Dice mientras se acerca lentamente a mis labios.
- Oye, eres una chica muy atractiva y simpática– aclaro mientras me aparto – pero si me vas a ayudar que sea sin compromisos.
- Me molan los tíos responsables. Parece que seremos buenos amigos. – Dice mientras terminamos de comprar y nos dirigimos al hospital – Mi padre es el dueño de la cadena de hoteles y bares “Davio”, yo estoy a cargo de la sede en Finlandia, podría prestarles una habitación de hotel y de paso me visitas en el bar.
- Eso seria lo mismo que si nos quedáramos en el hotel que tenemos apartado. – Digo ignorando la indirecta.
- No, porque estarían vigilados por un aliado y tendrían mi atención especial, no seria una desconocida que no sabe de sus necesidades y turbias preocupaciones.
- En eso tienes razón. Creo que es lo mejor, Anais de seguro se va a alegrar mucho, le caerás muy bien.
- ¿Anais? Suena a que es una chica muy linda. – Dice mientras me voy corriendo feliz al cuarto de Anais. Ya estaremos a salvo y ella no tendrá que atormentarse por lo que paso. Aunque, siempre soy sincero con mis sentimientos, pero esta vez debo admitir que no me siento muy seguro, me siento observado, acosado. Creo que este viaje me esta obligando a ser el macho protector, y no tengo miedo de enfrentarme a un toro que camine erguido de dos metros, tengo miedo de que todo ese esfuerzo no sea suficiente para proteger a Anais.
Anais, dulce e inocente Anais, ojala y supieras cuanto me precupo por ti.