En La Sabaneta, el crimen no se detenía en las rejas. Dentro de la prisión, circulaban armas de guerra, toneladas de droga y millones de dólares en sobornos. Todo con la complicidad de las propias autoridades.
Arsenal en manos de los reclusos
A diferencia de otras cárceles, en La Sabaneta los presos no se conformaban con cuchillos o armas improvisadas. Se han registrado decomisos de:
¿Cómo entraban estas armas? Exfuncionarios han revelado que los pranes sobornaban a la Guardia Nacional Bolivariana para permitir el ingreso de cargamentos de armamento, muchas veces camuflados en vehículos de provisiones. Otros entraban en complicidad con familiares de reclusos o incluso a través de drones.
El negocio de la droga
El tráfico de drogas era otra fuente de poder para los pranes. Cocaína, marihuana y crack se vendían dentro del penal sin restricciones. El pran decidía quién podía vender y cuánto debía pagarle.
La droga no solo llegaba para consumo interno. Desde dentro de La Sabaneta, se organizaban envíos a otros estados del país e incluso al exterior, utilizando redes de narcotráfico coordinadas con organizaciones criminales externas.
Corrupción institucionalizada
Nada de esto habría sido posible sin la participación de las autoridades. Un informe de la Comisión de Derechos Humanos del Zulia reveló que funcionarios penitenciarios cobraban hasta 10.000 dólares por permitir el ingreso de armas y que los guardias recibían pagos regulares para "hacerse la vista gorda".
Incluso se han documentado casos de policías que, en su día libre, trabajaban dentro de La Sabaneta como "seguridad privada" de los pranes.
Testimonio de un exfuncionario
"Si un guardia se oponía al negocio, lo amenazaban o lo sacaban. Todos sabían que el control real estaba en manos de los presos. Muchos preferían aceptar dinero antes que arriesgar sus vidas."
La Sabaneta no solo era una prisión, sino un centro de operaciones criminales donde el Estado había perdido toda autoridad.