Capitulo VI: La Legendaria Mercenaria

Notas del Autor:  Hola queridos lectores de Litnet, les saludos cordialmente. En torno a esta historia la subí a inicio de años en la página de Fictionpress, pueden seguirme en esta o la mencionada página.

Ahora bien les traigo una nueva actualización de los sucesos de Hill-Forst, eso también me lleva que estamos o mejor dicho nos quedan 2 capítulos para finalizar esta primera historia en torno a Varynna.

Y ya tengo en mente como iría la segunda historia que sería algo más acotada pero creo que en el próximo mes veremos el final de esta historia y luego publicare la segunda historia o saga número dos.

Sin más que decir espero que lo disfruten y comenzamos:

(En el bosque).

Aquella primera bocanada de aire resultó ser tan traumática y solo se reconforto así misma, temblaba de miedo, siempre odiaba soñar con esa niña llamada Lyra como recordar todos los experimentos que fue sometida para ser la Abominación de Uldor.

–Buenos días– dijo.

Poso sus ojos en la figura del hombre espectral que solo la contemplaba con cierto interés pero ni siquiera su hechizo más letal era capaz de espantarlo, lo consideraba como un parásito mental, en más de una ocasión demostró ser un aliado en parte dudoso pero marcaba una diferencia importante.

–No estoy de humor… este sitio está contaminado de magia negra y esos líderes de la aldea son otras cosas… sin duda son Changeling que han sido corrompidos– contesto Varynna tratando de colocarse de pie. –¿A qué se debe tu visita?– pregunto.

Espectro solo esbozo esa sarcástica sonrisa moviéndose en torno a la elfa y señalo hacia lo más profundo del bosque.

–Los ojos mortales son incapaces de ver la contaminación de la magia Esperiana…– señalo Espectro.

Los ojos esmeraldas destellaron por ver los rastros de magia que señala, el misterioso ser.

Ella tenía la capacidad innata de ver cosas que eran demasiado imperceptible incluso para los de su especie, tal vez fueron los experimentos de Uldor que le dieron esa capacidad pero sus ansias de capturar al responsable de los males de la región solo serian saciado cuando su sangre corriera por su espada y colocara su cabeza en una lanza.

–No tengo mi espada, ni mi arco con el carcaj de flechas pero tengo la fuerzas suficientes en dar con ese infeliz– contesto Varynna.

Se reincorporo lentamente, apoyándose en los arboles pero el hombre espectral solo se limitaba a mantener esa fastidiosa sonrisa que deseaba borrarle y ponerlo en su lugar.

–Te podría ayudar a caminar pero eso se vería mal para la poderosa Varynna– bufó el hombre espectral.

–Tienes suerte que mis hechizos sean incapaces en hacerte daño– contesto Varynna jadeando por el esfuerzo. –Casi me matan y solo haces pésimos chistes…

–Eres una desagradecida siempre trato de velar por tu seguridad pero con tus agresivas palabras me rompes mi corazón.

–Jajajajaja… hablas de corazón y ni siquiera tienes uno– dijo Varynna.

Espectro se giro sobre sus pasos viendo a la elfa por unos segundos y dijo:

–Podría decir lo mismo de ti y ese amor infantil por tu esposo Sylceran… dime acaso aún te maldices por no darle algún hijo o hija… pero eres estéril, quizás el fraguador encuentre a otra elfa que le pueda dar niños y… – viendo el deseo en los ojos de la pelirroja en tratar de ponerle las manos encimas y despedazarlo.

La elfa se trago su rabia por completo y saboreando esa amargura en su boca, sus intenciones eran en hacerlo pagar por cada palabra.

–Algún día te matare – dijo Varynna. –Y tampoco hables de mi esterilidad, fue culpa de Uldor con todos esos experimentos.

–Eres la única responsable en detener al causante de esta contaminación y debes seguir caminando– contesto y guiándola por el bosque. –Por aquí…

El siguiente tramo fue tenso pero en su andar, se estremeció esa sensación de podredumbre llego al olfato como si fuera un cuchillo clavándose en su piel.

Era repugnante como si fuera carne en descomposición o peor aún, en sus viajes había visto muchas cosas ya fueran sacrificios animales para obtener una mejor cosecha, escuchar las oraciones de las madres por ver a sus hijos sobrevivir un crudo invierno.